Pero, al menos para mi, es importante tener claro que los padres estamos hechos de pedacitos de
nuestros hijos también. Porque las personas estamos hechas de pedacitos de vivencias,
además de las herencias biológicas de nuestra familia. Y pocas personas hay que
nos ofrezcan más experiencias y más intensas e importantes mucho antes incluso de llegar a nuestros brazos
que nuestros hijos.
Estamos hechos de las vivencias que nos acercan, las experiencias que nos ofrecen, las emociones que nos provocan, lo que nos hacen cambiar dentro de nosotros y en nuestro día a día, lo que nos hacen correr, reír, llorar, anhelar… Las personas en las que nos convierten son diferentes a las personas que éramos antes de que llegaran a nuestras vidas esos pequeños tan especiales.
Estamos hechos de las vivencias que nos acercan, las experiencias que nos ofrecen, las emociones que nos provocan, lo que nos hacen cambiar dentro de nosotros y en nuestro día a día, lo que nos hacen correr, reír, llorar, anhelar… Las personas en las que nos convierten son diferentes a las personas que éramos antes de que llegaran a nuestras vidas esos pequeños tan especiales.

ellos como ellos lo son de nosotros. Los pedacitos a veces son vivencias y otras son esperanzas… Esperanzas de lo que imaginábamos para ellos. De los ojitos de papá que nos ilusionaba que tuvieran o de la sonrisa de mamá que deseábamos ver en la cara de ese bebé…
Porque nosotros, como padres que somos, nos convertimos también en pedacitos de toda esa maternidad y paternidad que vivimos o esperamos vivir. Que nos hace imaginar, soñar, reir y llorar. Volcar en ella todas nuestras ilusiones, todas nuestras expectativas, que hemos creado sólo para ese pequeño bebé que esperamos que llegue tal y como lo soñamos.
Cada una de esas esperanzas, de esas ilusiones, de esas sensaciones que nos ofrecen, va cambiando algo dentro de nosotros. Va haciéndonos diferentes, moviéndonos a dar nuevos pasos en el camino de la vida para volver a ponernos en el lugar donde nos sentimos nosotros: ese nuevo nosotros.
No importa la cantidad de tiempo compartido porque, a poco que sea, nos habrá marcado de modo imborrable. Somos una parte de ellos, como ellos lo son de nosotros porque
todo lo que hemos soñado, imaginado, sentido y vivido ha dejado una huella en
nosotros. Y que se cumpla o no, que nuestro bebé llegue como lo soñábamos o que
no llegue de ningún modo similar a como lo habíamos soñado (o que no llegue y no lleguemos a recibirle tras su nacimiento) no hace que todo vuelva a estar
como estaba. No es un camino con retorno, sino un camino en el que siempre vamos
hacia algún lugar. Siempre vamos avanzando hacia el lugar que sea, cada uno el
suyo. En constante cambio.
Tanto las mamás y papás que tienen a su bebé con ellos como quienes no han podido recibirle como deseaban cambian en función de las necesidades de su familia. Porque su esencia ha cambiado, porque han tomado para sí pedacitos de ese bebé y de sus sensaciones y experiencias juntos. Sensaciones, emociones y vivencias que les han hecho diferentes para siempre.
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Tanto las mamás y papás que tienen a su bebé con ellos como quienes no han podido recibirle como deseaban cambian en función de las necesidades de su familia. Porque su esencia ha cambiado, porque han tomado para sí pedacitos de ese bebé y de sus sensaciones y experiencias juntos. Sensaciones, emociones y vivencias que les han hecho diferentes para siempre.
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Por eso las mamás y los papás son (somos) siempre y siempre
serán (seremos) pedacitos de esos pequeños que han (hemos) tenido o
esperado…
Siempre seré un pedacito de vosotros…
Beatriz
Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad, especializada en duelo y nuevos caminos maternales.
A Coruña y Madrid.
Correo electrónico: serdoula@gmail.com
Telf: 600218964
Doula en todas las etapas de la maternidad, especializada en duelo y nuevos caminos maternales.
A Coruña y Madrid.
Correo electrónico: serdoula@gmail.com
Telf: 600218964
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