viernes, 6 de mayo de 2016

¿VIOLENCIA OBSTÉTRICA? ¿DE QUÉ ME HABLAS?

Escribo hoy desde la incomprensión, desde la desesperación de quien observa la realidad y no es escuchado aunque avise de ella, desde la sensación de que el mundo se ha vuelto loco o simplemente parece que vemos solo lo que queremos ver. De que no vemos más allá de nuestra nariz, de nuestra experiencia... y, encima, lo hacemos con obcecación y negación de la mínima posibilidad de que haya algo más allá de nuestro apéndice nasal... ¿Cómo lo va a haber? No lo hemos visto. Y si no lo veo es porque no existe.
¡Cuanta soberbia nos invade cuando sentimos que tenemos en nuestras manos la "única y gran verdad universal"!

Como much@s sabéis, la semana del 16 al 22 de Mayo es la Semana Mundial del Parto Respetado. y esto, que para muchas personas es absolutamente desconocido, tiene un sentido, tiene un objetivo que viene avalado por una triste realidad cotidiana en muchos centros hospitalarios a día de hoy, en esos centros a los que mujeres y familias confían la experiencia que posiblemente más marcará sus vidas: el nacimiento de sus bebés.

La cuestión es que, inmersa en ver qué podemos hacer para visibilizar la necesidad de que esos partos y nacimientos sean respetados, de que la vivencia de las familias sea positiva en el trato recibido por quienes asisten ese parto, me he dado de bruces con la realidad social que nos rodea: la negación de la máxima.
Se niega la existencia de intervenciones "por rutina" no justificadas, se niega la no aplicación de protocolos más respetuosos con la fisiología y el respeto a bebé y familia, se niega que se haga caso omiso de las recomendaciones de la OMS y del propio Ministerio de Sanidad respecto a parto, puerperio y primera crianza... Se niega todo lo que no encaje con la versión oficial de lo que sucede en el parto y en la atención a la maternidad.
Pero, señoras y señores, la violencia obstétrica es una realidad, la violencia contra los bebés en el momento de su nacimiento es una oscura y disimulada violencia que se trata de negar amparándose en prácticas injustificables con los conocimientos actuales de la fisiología del parto y del nacimiento.
Y esa violencia empieza normalmente mucho antes... cuando negamos que exista estamos ejerciendo violencia contra las mujeres y bebés que han sufrido este tipo de maltrato en los partos y nacimientos. Cuando la justificamos sin base científica alguna estamos ejerciendo violencia extra sobre la víctima que la ha sufrido. Cuando negamos su realidad, estamos ejerciendo una violencia sistemática sobre cada persona que ha vivido y ha sentido en sus carnes este tipo de prácticas.

Podemos decir que no la hemos vivido o no la hemos visto o no la hemos ejercido. Pero ¿quienes somos para negar la realidad de tantas mujeres y bebés? ¿quienes somos para tratar de borrar la vivencia de todas esas personas y las consecuencias psicológicas, emocionales, físicas, sociales, sexuales y de todo tipo que puede conllevar el sufrir violencia obstétrica?

Pues sí, con eso me encontré preparando la Semana Mundial del Parto Respetado. Y con ello me encuentro cada día no sólo yo, sino muchos profesionales y, lo que es peor, muchas víctimas de esta violencia.

Se ejerce violencia obstétrica y en la atención a la maternidad en tantas circunstancias, y es tan poco valorado que esta semana no debería ser una semana, sino todos los días del año.
- Te han llamado "gorda" o te han dicho que te estás poniendo "como una foca" en tus controles prenatales por coger más kilos de los que se espera.
- Te han dicho que "con tanta grasa la ecografía no se ve bien".
- Te han dicho que si no te pones la epidural en ese momento "ya llorarás después".
- Te han suministrado oxitocina o cualquier otro fármaco sin tu consentimiento.
- Te han amenazado con la posible muerte de tu bebé si no accedes a la intervención que te proponen sin presentarte prueba alguna de que eso pueda suceder.
- Te han obligado a estar tumbada sin motivo médico mientras querías moverte en tu dilatación.
- Te han practicado una episiotomía sin avisarte.
- Te han obligado a vivir sola tu parto impidiendo el acceso de tu acompañante elegid@.
- Se han llevado a tu bebé cuando habías pedido expresamente que no fuera así sin mediar motivo médico justificado.
- Te han quitado el cuerpo de tu bebé que ha nacido muerto pese a que has pedido despedirte de él.
- Han aplicado protocolos o realizado pruebas que no has autorizado a tu bebé.
- Te han atado los brazos y/o quitado las gafas durante tu cesárea.
- Te han informado parcialmente o no te han informado de alguna circunstancia de tu parto o de las intervenciones que realicen.
- Te han ridiculizado o faltado al respeto de modo alguno durante la atención a tu parto.
- Te han ridiculizado o faltado al respeto cuando has entregado tu plan de parto o lo han utilizado para burlarse con otros profesionales o personas.
- Te han ridiculizado o infantilizado por expresar tu dolor ante la pérdida de un bebé en cualquier etapa de la maternidad.
- Han dificultado tu acceso a tu bebé para facilitarle lactancia materna o han suministrado algún tipo de fórmula o suero glucosado a tu bebé en contra de tu voluntad.
- Te han ridiculizado con frases como "las primerizas es que sois unas histéricas" o "es que no sabéis ni ponerlos a la teta".
- Han vulnerado tu derecho a conocer el personal que te atiende a ti y a tu bebé y saber y autorizar la presencia de personal en formación.
Y podemos continuar, porque hay muchísimo más que se hace cada día en los hospitales de nuestro país y de muchos otros. Violencia contra las mujeres embarazadas, de parto o contra sus bebés, a quienes se niegan derechos tan fundamentales como estar acompañados de su madre, padre o tutor y que reciba la información médica correspondiente en su nombre... Y es una realidad.

Así que, como realidad tangible, denunciable y denunciada en un porcentaje de casos (todavía bajo por las enormes dificultades que se suelen poner a este tipo de denuncias), me atrevo a pedir, a exigir en nombre de las víctimas de este tipo de actos que no se niegue la evidencia, que no se mire a otro lado. Que escuchemos a las víctimas y las reconozcamos. Que los profesionales que trabajan para una buena atención a la maternidad no se desanimen, que sigan esforzándose cada día porque lo apreciamos, lo reconocemos. Que den un paso adelante víctimas y testigos para denunciar y que esta lacra se pueda erradicar. Que este ejercicio de poder intolerable e injusto desaparezca de los lugares que deberían trabajar por y para la maternidad, su respeto y el reconocimiento del poder de cada mujer, cada bebé y cada familia.

No tenéis derecho a negar la evidencia. Es una forma más de violencia contra quienes ya son víctimas.
No tenéis derecho a ejercer violencia sobre quienes debéis cuidar y atender.
No tenéis derecho a violentar a l@s compañer@s de profesión que tratan de trabajar con respeto.

Levantémonos y demos un paso adelante. No sigamos en silencio.
POR UN PARTO REALMENTE RESPETADO: MI CUERPO, MI BEBÉ, MI DECISIÓN.

Bea Fernández
Doula, Educadora Infantil y Madre.

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