Hola a tod@s
Esta vez no os escribimos para presentaros actividad alguna, ni para hablaros de profesionales o servicios para la maternidad. Os escribimos para daros las gracias.
Queremos agradecer el apoyo que en estas semanas hemos recogido de todo nuestro entorno cercano y lejano, y también de las personas a quienes no conocíamos pero que, gracias a sus palabras, hemos sentido tan cercanas como si las conociéramos. Pero queremos agradecerlo, no porque sea apoyo a nosotras y nuestra labor, sino porque entendemos que es apoyo a todas esas mujeres y familias que parecen invisibles para la sociedad mientras pasan por la dura experiencia de perder a su bebé.
Todo este apoyo empezó con un reportaje de El País, donde se presentaba oficialmente la Asociación Galega de Doulas. En ese reportaje se hacía referencia a los duelos por pérdidas de bebés en cualquier etapa de la maternidad. Y, sin que fuera el tema central del reportaje, algo se movió, una puerta se abrió. A los pocos días estábamos en una televisión nacional hablando sobre el duelo por los bebés que no llegan a los brazos de sus mamás o no se quedan con ellas porque han de partir. Esta entrevista, hecha desde un doble punto de vista de madre que ha pasado por la experiencia y de Doula que acompaña a otras madres y familias que han de vivir sus pérdidas, hizo que se nos viera de otro modo, que se nos pusiera de alguna forma cara y se nos diera validez como alguien que vive su pérdida y tiene derecho a hacerlo.
Y muchas mujeres, muchas familias, han visto una luz en el camino. Una esperanza de poder dejar de ser invisibles, de que se reconozca que han sido madres, aunque nadie haya visto a sus bebés.
Por eso queremos agradeceros a todos. A los medios de comunicación; a los y las profesionales que nos han llamado o escrito para decirnos que ahora entienden un poco mejor la situación de quienes pasan por ese duelo o para decirnos que ya era hora de que se viera la realidad; a las compañeras y amigas del foro Superando un aborto que cada día hacen que muchas mujeres y familias se sientan libres y acompañadas en sus duelos; a los amigos de la Asociación Uma Manita, que llevan ya mucho tiempo trabajando para que las cosas cambien en la atención a las mujeres y familias que pasan por estas vivencias; a las compañeras Doulas de todo el país (cerca de 200 ya), que cada día acompañan a las mujeres en estas situaciones desde el amor infinito y la humildad más absoluta, aprendiendo de cada nueva vivencia que comparten con las mujeres y las familias; a las asociaciones, como El parto es nuestro o la Plataforma pro Derechos del Nacimiento, que defienden cada día los derechos de la maternidad, nacimiento e infancia en nuestro país, donde esta tarea a veces se convierte en una odisea.
Pero, sobre todo, queremos agradecer a las mujeres y familias que han contactado con nosotras para contarnos su experiencia, para decirnos que se sienten menos solas, para decirnos que esto era algo necesario... Y a todas esas mujeres y familias que cuando vuelven a sus casas, cuando se acuestan cada noche, cuando se quedan solas, han de pasar su propio duelo, su pérdida, su vivencia más dura.
A esas madres "invisibles" que hemos de reconocer y de apoyar: GRACIAS.
Seguiremos a vuestro lado en el camino que os espera, que nos espera...
Todo nuestro cariño.
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jueves, 30 de junio de 2011
martes, 22 de marzo de 2011
Maternidad en la red
Nos han dado un premio!!! Mami a los 30 nos ha dado un premio!! Para agradecérselo y para nombrar los blogs que para nosotras merecen recibir también ese premio, no queríamos simplemente nombarlos... Hemos preparado un escrito sobre la maternidad en la red para poder hacer honor a semejante mención.
Gracias Lucía. Y gracias a todos los que nos seguís!
Hace no tantos años las familias eran extensas, estaban cerca y formaban auténticos “clanes” en los cuales unos miembros apoyaban a los otros, les transmitían tradiciones, sabiduría y conocimientos de todo tipo.
Incluso las relaciones con las personas que vivían cerca eran diferentes. Todo el mundo sabía lo que cada cual sabía hacer y cuando y cómo llamarle incluso sin los adelantos de comunicación que existen en nuestros días.
Esto adquiría mayor importancia si cabe en el mundo femenino. Las mujeres de una familia formaban piña. Normalmente cuando la matriarca dejaba de tener hijos alguna de las hijas mayores o de las nueras había comenzado ya y, de ese modo, la maternidad era vivida de un modo natural, cotidiano. Seguro que ninguna de esas mujeres conocía de la existencia de las diferentes hormonas que intervienen en el embarazo, el parto, el posparto… Eso es algo que hemos descubierto hace relativamente poco. Pero sí sabían calcular las fechas aproximadas de parto, leer la postura en la que se encontraba un bebé y preparar un ambiente adecuado para que la futura madre diera a luz. Curiosamente esto último es algo que nosotras también nos ha llevado mucho tiempo “reaprender”, de hecho aún estamos en ello.
En torno a los años 60 en España se produce una migración hacia las ciudades y una emigración, en el caso de Galicia, a otras comunidades autónomas e incluso otros países. Los vínculos familiares se ven afectados. Muchas familias están dispersas en varios países incluso y la comunicación se hace complicada. Así comenzamos a aislarnos. Comenzamos a dejar nuestros clanes para vivir en una “comunidad” en la cual lo único que hay en común muchas veces es una reunión de vecinos o una conversación sobre el tiempo en el ascensor. Perdemos así no solo a nuestro clan, sino las relaciones humanas que precisamos para nuestro desarrollo, para nuestro equilibrio.
Los seres humanos somos criaturas sociales. Precisamos la socialización para desarrollarnos adecuadamente, para aprender, para afrontar lo cotidiano… Y esa ruptura con nuestros clanes de origen juega en nuestra contra.
Algunas comunidades de españoles, sobre todo en el caso de emigración a otros países, formaron clanes. Comenzaron a realizar reuniones, a juntarse para comer, o para recordar sus regiones, sus costumbres y su cultura. En varios países europeos y de centro y Sudamérica este fenómeno palió la falta de comunicación. También las mujeres se reunieron, se apoyaron y se informaron unas a otras retroalimentándose de ese modo para que sus necesidades de información sobre temas femeninos quedaran cubiertas. Cada una aportaba la visión que traía de su propia cultura, del clan que había dejado atrás antes de unirse a este grupo de mujeres. Vivían la maternidad juntas, casi todas tenían la misma edad e iban compartiendo, comparando, debatiendo y opinando para aprender unas de otras.
Tenían sus propios círculos de mujeres, como cuando estaban con las mujeres de su familia. Formaron su clan.
Paralelo a este hecho, comenzó la atención hospitalaria de la maternidad. Los partos en el hospital eran cada vez más. La mujer ya no daba a luz rodeada de otras mujeres de su entera confianza, sino con un equipo médico. Ya no existía el apoyo emocional de la madre, la suegra, la hermana, la vecina… Esas personas estaban quizás, pero en el exterior, aguardando la noticia del feliz nacimiento.
Las mujeres asumieron ese cambio de rol entregando el poder a la medicina. Las hijas dejaron de preguntar a las madres para preguntar exclusivamente al médico. Y, a la vez que se fue perdiendo el conocimiento, se fueron perdiendo los lazos entre las mujeres.
Otro factor más influye de un modo definitivo en la pérdida de las redes que comunicaban y sostenían a las mujeres: lo que se dio en llamar la liberación de la mujer. A principios de los 70 una mujer moderna era una mujer que trabajaba. Había que luchar por equipararse con los hombres. Por hacer el mismo trabajo, cobrando el mismo salario (algo por lo que las cifras demuestran que aún hemos de seguir luchando) y sumarlo al trabajo doméstico que ya teníamos como tarea antes de salir a trabajar fuera del hogar.
Había que ser productiva y ser buena ama de casa. Más tarde había que ser productiva y mantenerse guapa. Luego productiva, guapa, independiente, bien formada, deportista… En ningún momento uno de los requisitos era: con un lado femenino sano.
Así las mujeres nos volcamos en competir, en luchar, en demostrar que no necesitábamos para nada a los hombres… y en desatendernos como colectivo.
Realmente con la llegada de internet la revolución femenina ha tomado una nueva dimensión. La mujer, cada mujer, sigue luchando por el que cree que es su papel. Sigue luchando por las partes de su vida que cree que debe y puede mejorar. Sigue luchando para que la sociedad se acerque más a lo que ella cree que es el ideal. Pero ahora tiene una plataforma. Un lugar donde poder compartir, buscar información, encontrarse con otras mujeres, intercambiar conocimientos, vivencias, opiniones, reflexiones… Un lugar donde poder incluso hablar desde el anonimato o bien hacerlo con nombre y apellidos.
Ya no se sigue una corriente única de pensamiento. La lucha ya no es la misma para todas y así, con diversos frentes, se van consiguiendo logros en muchos campos.
Uno de estos campos es precisamente la maternidad. Las redes de apoyo virtuales cumplen una labor muy especial en el caso de mujeres que desean, van a ser o han sido madres. La maternidad es, desde el mismo momento en el que una mujer se la plantea, una etapa vital de cambios, de dudas, de vivencias emocionales tremendamente fuertes que, en la mayoría de los casos, necesitan ser compartidas.
Debido al avance de la media de edad en la que una mujer es madre en nuestros días el salto generacional es considerable. Nuestras madres han perdido en muchos casos los conocimientos e incluso la perspectiva de aquellos embarazos y partos que tuvieron. Nuestras abuelas ni hablemos (quienes tienen abuelas) y nuestras hermanas mayores en muchas ocasiones son madres incluso después de que nosotras lo seamos. Además, hay pocas mujeres que vayan a ser madres y tengan un número de herman@s amplio.
Con nuestras vecinas solemos tener incluso menos relación que con la persona que nos vende el pan, el periódico o con la persona que nos viene a ayudar a casa, si es que tenemos alguien contratado que nos ayude.
Entonces… con quien compartimos todo lo que nos ocurre? Con las amigas? Es la opción pero… qué ocurre si las amigas ni están interesadas en la maternidad o bien la han vivido de un modo absolutamente distinto? Qué ocurre si realmente a nosotras no nos sale de dentro comunicarnos cara a cara para contar según qué cosas?
En ese momento muchas mujeres deciden hacer aparición en la red.
Los foros y grupos de correo son las dos opciones más utilizadas por las mujeres. La cuestión aquí está en encontrar el soporte, el grupo de mujeres con el que la futura madre o la ya madre se siente cómoda. Con quien se puede comunicar de modo libre y sabiendo que será atendida, acogida y respondida en caso necesario.
Los lazos que se crean en estos grupos son tremendamente fuertes con el tiempo, sobre todo en el caso de grupos “especiales” (grupos de fertilidad, de adopción, de pérdidas, de alguna corriente concreta de crianza…)
También en este sentido los blogs nos aportan un ancla, un soporte ebn el cuel encontrar tanto información científica como opiniones, noticias o vivencias (estas últimas con o sin nombre) Las personas que escriben en los blogs (a veces a título personal y en ocasiones en nombre de alguna asociación o colectivo) hacen una importante labor de difusión de su pensamiento, sus teorías, sus vivencias o de los conocimientos que han adquirido para que todas las mujeres y familias, así como los profesionales, podamos nutrirnos de sus aportaciones. Para que podamos analizarlas, integrarlas en las partes que creamos convenientes y ampliar nuestra visión. Para que podamos conocer otras formas de ver y de saber.
Esta es también una función social muy importante que se ve soportada en la libertad y que refleja la realidad de nuestra sociedad y de la maternidad en el momento actual para que todos podamos reflexionar sobre ella.
Precisamente porque nos parece tan importante esta labor es por lo que queremos destacar algunos blogs que para nosotras son fundamentales y merecedores de ser premiados por sus aportaciones y su trabajo constante:
- Blog de El Parto es Nuestro http://blogelpartoesnuestro.com/
- Blog de Ileana: Tenemos Tetas http://www.tenemostetas.com/
- Blog de Nohemi: Mimos y Teta http://mimosytta.wordpress.com/
- Blog de Mireia: Por un Parto Respetado http://porunpartorespetado.espacioblog.com/
Esperamos que sigáis disfrutando de todos estos recursos que la red pone a nuestro alcance y que los blogs a los que hacemos referencia nos sigan aportando tanto como hasta ahora durante mucho tiempo más.
Gracias!
Gracias Lucía. Y gracias a todos los que nos seguís!
Hace no tantos años las familias eran extensas, estaban cerca y formaban auténticos “clanes” en los cuales unos miembros apoyaban a los otros, les transmitían tradiciones, sabiduría y conocimientos de todo tipo.
Incluso las relaciones con las personas que vivían cerca eran diferentes. Todo el mundo sabía lo que cada cual sabía hacer y cuando y cómo llamarle incluso sin los adelantos de comunicación que existen en nuestros días.
Esto adquiría mayor importancia si cabe en el mundo femenino. Las mujeres de una familia formaban piña. Normalmente cuando la matriarca dejaba de tener hijos alguna de las hijas mayores o de las nueras había comenzado ya y, de ese modo, la maternidad era vivida de un modo natural, cotidiano. Seguro que ninguna de esas mujeres conocía de la existencia de las diferentes hormonas que intervienen en el embarazo, el parto, el posparto… Eso es algo que hemos descubierto hace relativamente poco. Pero sí sabían calcular las fechas aproximadas de parto, leer la postura en la que se encontraba un bebé y preparar un ambiente adecuado para que la futura madre diera a luz. Curiosamente esto último es algo que nosotras también nos ha llevado mucho tiempo “reaprender”, de hecho aún estamos en ello.
En torno a los años 60 en España se produce una migración hacia las ciudades y una emigración, en el caso de Galicia, a otras comunidades autónomas e incluso otros países. Los vínculos familiares se ven afectados. Muchas familias están dispersas en varios países incluso y la comunicación se hace complicada. Así comenzamos a aislarnos. Comenzamos a dejar nuestros clanes para vivir en una “comunidad” en la cual lo único que hay en común muchas veces es una reunión de vecinos o una conversación sobre el tiempo en el ascensor. Perdemos así no solo a nuestro clan, sino las relaciones humanas que precisamos para nuestro desarrollo, para nuestro equilibrio.
Los seres humanos somos criaturas sociales. Precisamos la socialización para desarrollarnos adecuadamente, para aprender, para afrontar lo cotidiano… Y esa ruptura con nuestros clanes de origen juega en nuestra contra.
Algunas comunidades de españoles, sobre todo en el caso de emigración a otros países, formaron clanes. Comenzaron a realizar reuniones, a juntarse para comer, o para recordar sus regiones, sus costumbres y su cultura. En varios países europeos y de centro y Sudamérica este fenómeno palió la falta de comunicación. También las mujeres se reunieron, se apoyaron y se informaron unas a otras retroalimentándose de ese modo para que sus necesidades de información sobre temas femeninos quedaran cubiertas. Cada una aportaba la visión que traía de su propia cultura, del clan que había dejado atrás antes de unirse a este grupo de mujeres. Vivían la maternidad juntas, casi todas tenían la misma edad e iban compartiendo, comparando, debatiendo y opinando para aprender unas de otras.
Tenían sus propios círculos de mujeres, como cuando estaban con las mujeres de su familia. Formaron su clan.
Paralelo a este hecho, comenzó la atención hospitalaria de la maternidad. Los partos en el hospital eran cada vez más. La mujer ya no daba a luz rodeada de otras mujeres de su entera confianza, sino con un equipo médico. Ya no existía el apoyo emocional de la madre, la suegra, la hermana, la vecina… Esas personas estaban quizás, pero en el exterior, aguardando la noticia del feliz nacimiento.
Las mujeres asumieron ese cambio de rol entregando el poder a la medicina. Las hijas dejaron de preguntar a las madres para preguntar exclusivamente al médico. Y, a la vez que se fue perdiendo el conocimiento, se fueron perdiendo los lazos entre las mujeres.
Otro factor más influye de un modo definitivo en la pérdida de las redes que comunicaban y sostenían a las mujeres: lo que se dio en llamar la liberación de la mujer. A principios de los 70 una mujer moderna era una mujer que trabajaba. Había que luchar por equipararse con los hombres. Por hacer el mismo trabajo, cobrando el mismo salario (algo por lo que las cifras demuestran que aún hemos de seguir luchando) y sumarlo al trabajo doméstico que ya teníamos como tarea antes de salir a trabajar fuera del hogar.
Había que ser productiva y ser buena ama de casa. Más tarde había que ser productiva y mantenerse guapa. Luego productiva, guapa, independiente, bien formada, deportista… En ningún momento uno de los requisitos era: con un lado femenino sano.
Así las mujeres nos volcamos en competir, en luchar, en demostrar que no necesitábamos para nada a los hombres… y en desatendernos como colectivo.
Realmente con la llegada de internet la revolución femenina ha tomado una nueva dimensión. La mujer, cada mujer, sigue luchando por el que cree que es su papel. Sigue luchando por las partes de su vida que cree que debe y puede mejorar. Sigue luchando para que la sociedad se acerque más a lo que ella cree que es el ideal. Pero ahora tiene una plataforma. Un lugar donde poder compartir, buscar información, encontrarse con otras mujeres, intercambiar conocimientos, vivencias, opiniones, reflexiones… Un lugar donde poder incluso hablar desde el anonimato o bien hacerlo con nombre y apellidos.
Ya no se sigue una corriente única de pensamiento. La lucha ya no es la misma para todas y así, con diversos frentes, se van consiguiendo logros en muchos campos.
Uno de estos campos es precisamente la maternidad. Las redes de apoyo virtuales cumplen una labor muy especial en el caso de mujeres que desean, van a ser o han sido madres. La maternidad es, desde el mismo momento en el que una mujer se la plantea, una etapa vital de cambios, de dudas, de vivencias emocionales tremendamente fuertes que, en la mayoría de los casos, necesitan ser compartidas.
Debido al avance de la media de edad en la que una mujer es madre en nuestros días el salto generacional es considerable. Nuestras madres han perdido en muchos casos los conocimientos e incluso la perspectiva de aquellos embarazos y partos que tuvieron. Nuestras abuelas ni hablemos (quienes tienen abuelas) y nuestras hermanas mayores en muchas ocasiones son madres incluso después de que nosotras lo seamos. Además, hay pocas mujeres que vayan a ser madres y tengan un número de herman@s amplio.
Con nuestras vecinas solemos tener incluso menos relación que con la persona que nos vende el pan, el periódico o con la persona que nos viene a ayudar a casa, si es que tenemos alguien contratado que nos ayude.
Entonces… con quien compartimos todo lo que nos ocurre? Con las amigas? Es la opción pero… qué ocurre si las amigas ni están interesadas en la maternidad o bien la han vivido de un modo absolutamente distinto? Qué ocurre si realmente a nosotras no nos sale de dentro comunicarnos cara a cara para contar según qué cosas?
En ese momento muchas mujeres deciden hacer aparición en la red.
Los foros y grupos de correo son las dos opciones más utilizadas por las mujeres. La cuestión aquí está en encontrar el soporte, el grupo de mujeres con el que la futura madre o la ya madre se siente cómoda. Con quien se puede comunicar de modo libre y sabiendo que será atendida, acogida y respondida en caso necesario.
Los lazos que se crean en estos grupos son tremendamente fuertes con el tiempo, sobre todo en el caso de grupos “especiales” (grupos de fertilidad, de adopción, de pérdidas, de alguna corriente concreta de crianza…)
También en este sentido los blogs nos aportan un ancla, un soporte ebn el cuel encontrar tanto información científica como opiniones, noticias o vivencias (estas últimas con o sin nombre) Las personas que escriben en los blogs (a veces a título personal y en ocasiones en nombre de alguna asociación o colectivo) hacen una importante labor de difusión de su pensamiento, sus teorías, sus vivencias o de los conocimientos que han adquirido para que todas las mujeres y familias, así como los profesionales, podamos nutrirnos de sus aportaciones. Para que podamos analizarlas, integrarlas en las partes que creamos convenientes y ampliar nuestra visión. Para que podamos conocer otras formas de ver y de saber.
Esta es también una función social muy importante que se ve soportada en la libertad y que refleja la realidad de nuestra sociedad y de la maternidad en el momento actual para que todos podamos reflexionar sobre ella.
Precisamente porque nos parece tan importante esta labor es por lo que queremos destacar algunos blogs que para nosotras son fundamentales y merecedores de ser premiados por sus aportaciones y su trabajo constante:
- Blog de El Parto es Nuestro http://blogelpartoesnuestro.com/
- Blog de Ileana: Tenemos Tetas http://www.tenemostetas.com/
- Blog de Nohemi: Mimos y Teta http://mimosytta.wordpress.com/
- Blog de Mireia: Por un Parto Respetado http://porunpartorespetado.espacioblog.com/
Esperamos que sigáis disfrutando de todos estos recursos que la red pone a nuestro alcance y que los blogs a los que hacemos referencia nos sigan aportando tanto como hasta ahora durante mucho tiempo más.
Gracias!
jueves, 13 de enero de 2011
Hospitalización durante la pérdida de nuestro bebé. Aspectos emocionales.
Por Nuria Otero y Beatriz Fernández.
Ponencia presentada dentro del marco de las Jornadas: Las distintas caras de la Vivencia Maternal.
Todos conocemos el ciclo vital de los seres vivos: nacen, crecen se reproducen y mueren. Todos conocemos más o menos cómo se inicia un embarazo, cual es su desarrollo y cómo se puede dar el momento del parto. A todas nos han contado que nos quedamos embarazadas y, nueve meses más tarde, nos llevamos de premio un precioso bebé a nuestra casa. Pero en muchas ocasiones este ciclo vital no se cumple o lo hace con dificultades, incluso es posible que ese “premio” no llegue y hemos de afrontar esa ruptura.
Como ya sabemos, una de las causas de hospitalización en el embarazo es la amenaza de aborto. Muchas veces todo queda en un susto, reposo y control posterior durante un tiempo o durante todo el embarazo. Pero, tristemente, otros finales no son felices.
Más mujeres de las que imaginamos han tenido que pasar por la pérdida de un bebé tanto en las primeras semanas de embarazo como, con menos frecuencia, en etapas más avanzadas de su gestación.
La noticia de la pérdida de un bebé genera en la mujer y en su pareja no solo tristeza, sino múltiples sentimientos que a veces no sabemos gestionar y van desde la culpabilidad:
- Nos decimos a menudo: “Si no hubiera cogido ese peso…”; “Si no hubiera dudado si tener al bebé o no…”; “Si hubiera cuidado mejor de mi mujer…”
Podemos pasar también por la negación a que esto sea real, que nos hace desconfiar de la tecnología que lo ha diagnosticado y de los profesionales que la manejaban por mucho que nos aseguren que el diagnóstico es correcto.
Y, al aceptarlo, podemos perder la confianza en nuestra capacidad física para ser madres, lo que puede marcar nuestras siguiente maternidades o incluso hacer que nos replanteemos la decisión de ser madres.
Todo esto nos puede ocurrir. Y realmente ni nos estamos planteando el demoledor efecto emocional de abortos repetidos.
Así podemos pasar por estados de:
- Culpabilidad.
- Dolor.
- Incomprensión.
- Baja autoestima.
Estas son algunas de las emociones que podemos experimentar y que en el hospital, ese lugar donde tenemos por toda ocupación dar vueltas a nuestras ideas y sentimientos, donde quien se suele dirigir a nosotras está acostumbrado seguramente a casos como el nuestro a diario, pueden hundirnos mientras, por otro lado, recibimos de modo rápido y rutinario informaciones y tratamientos que muchas veces no entendemos.
Nuestro proceso interior hace que necesitemos otros tiempos, otros ritmos para asimilar esas informaciones y tomar decisiones plenamente conscientes. Pero el sistema sanitario suele carecer de ese tiempo. El personal actúa del modo que marcan los protocolos y estos protocolos no suelen atender a las emociones de esa mujer y/o su familia.
Para el sistema se trata de ir preparando a las mujeres que van a pasar por un legrado de un modo eficiente, como si se tratara de una cadena de montaje que, por operatividad, es el sistema más efectivo y aconsejable. Pero humanamente destroza a la mujer, le hace sentir que es una “cosa” que se ha roto y han de arreglar. Y no se puede pedir a la mujer que entienda el por qué de ese modo de actuar del sistema. Bastante tiene con sobrellevarlo junto a su marea de emociones.
La atención a esas emociones es la que precisamente marca la diferencia. La que no elimina el dolor, pero ayuda a encauzarlo.
Nos ayuda a entender nuestra falta de culpa, a verbalizar lo que pensamos y sentimos para que podamos trabajar con ello; a ser más conscientes del procedimiento médico; a confiar en que nuestro cuerpo puede darnos el regalo de la vida.
¿Si en un accidente en el que perdemos a alguien querido podemos necesitar apoyo psicológico y/o emocional, en la pérdida de nuestro bebé realmente no es necesario? No, no es necesario: es fundamental.
Para el sistema sanitario, siguiendo el lenguaje médico y legal que han de utilizar, es un feto, un embarazo incipiente, una gestante primípara, un hematoma placentario…
Pero para nosotras es nuestro bebé, nuestra ilusión y esperanza de ser madres, nuestro primer y emocionante embarazo, el riesgo de que nuestro bebé no llegue a estar en nuestros brazos…
Evidentemente, el punto de vista hospitalario es absolutamente distinto al punto de vista emocional. Y lo es tanto en el embarazo, como en una pérdida y, por supuesto, en el parto.
Ponencia presentada dentro del marco de las Jornadas: Las distintas caras de la Vivencia Maternal.
Todos conocemos el ciclo vital de los seres vivos: nacen, crecen se reproducen y mueren. Todos conocemos más o menos cómo se inicia un embarazo, cual es su desarrollo y cómo se puede dar el momento del parto. A todas nos han contado que nos quedamos embarazadas y, nueve meses más tarde, nos llevamos de premio un precioso bebé a nuestra casa. Pero en muchas ocasiones este ciclo vital no se cumple o lo hace con dificultades, incluso es posible que ese “premio” no llegue y hemos de afrontar esa ruptura.
Como ya sabemos, una de las causas de hospitalización en el embarazo es la amenaza de aborto. Muchas veces todo queda en un susto, reposo y control posterior durante un tiempo o durante todo el embarazo. Pero, tristemente, otros finales no son felices.
Más mujeres de las que imaginamos han tenido que pasar por la pérdida de un bebé tanto en las primeras semanas de embarazo como, con menos frecuencia, en etapas más avanzadas de su gestación.
La noticia de la pérdida de un bebé genera en la mujer y en su pareja no solo tristeza, sino múltiples sentimientos que a veces no sabemos gestionar y van desde la culpabilidad:
- Nos decimos a menudo: “Si no hubiera cogido ese peso…”; “Si no hubiera dudado si tener al bebé o no…”; “Si hubiera cuidado mejor de mi mujer…”
Podemos pasar también por la negación a que esto sea real, que nos hace desconfiar de la tecnología que lo ha diagnosticado y de los profesionales que la manejaban por mucho que nos aseguren que el diagnóstico es correcto.
Y, al aceptarlo, podemos perder la confianza en nuestra capacidad física para ser madres, lo que puede marcar nuestras siguiente maternidades o incluso hacer que nos replanteemos la decisión de ser madres.
Todo esto nos puede ocurrir. Y realmente ni nos estamos planteando el demoledor efecto emocional de abortos repetidos.
Así podemos pasar por estados de:
- Culpabilidad.
- Dolor.
- Incomprensión.
- Baja autoestima.
Estas son algunas de las emociones que podemos experimentar y que en el hospital, ese lugar donde tenemos por toda ocupación dar vueltas a nuestras ideas y sentimientos, donde quien se suele dirigir a nosotras está acostumbrado seguramente a casos como el nuestro a diario, pueden hundirnos mientras, por otro lado, recibimos de modo rápido y rutinario informaciones y tratamientos que muchas veces no entendemos.
Nuestro proceso interior hace que necesitemos otros tiempos, otros ritmos para asimilar esas informaciones y tomar decisiones plenamente conscientes. Pero el sistema sanitario suele carecer de ese tiempo. El personal actúa del modo que marcan los protocolos y estos protocolos no suelen atender a las emociones de esa mujer y/o su familia.
Para el sistema se trata de ir preparando a las mujeres que van a pasar por un legrado de un modo eficiente, como si se tratara de una cadena de montaje que, por operatividad, es el sistema más efectivo y aconsejable. Pero humanamente destroza a la mujer, le hace sentir que es una “cosa” que se ha roto y han de arreglar. Y no se puede pedir a la mujer que entienda el por qué de ese modo de actuar del sistema. Bastante tiene con sobrellevarlo junto a su marea de emociones.
La atención a esas emociones es la que precisamente marca la diferencia. La que no elimina el dolor, pero ayuda a encauzarlo.
Nos ayuda a entender nuestra falta de culpa, a verbalizar lo que pensamos y sentimos para que podamos trabajar con ello; a ser más conscientes del procedimiento médico; a confiar en que nuestro cuerpo puede darnos el regalo de la vida.
¿Si en un accidente en el que perdemos a alguien querido podemos necesitar apoyo psicológico y/o emocional, en la pérdida de nuestro bebé realmente no es necesario? No, no es necesario: es fundamental.
Para el sistema sanitario, siguiendo el lenguaje médico y legal que han de utilizar, es un feto, un embarazo incipiente, una gestante primípara, un hematoma placentario…
Pero para nosotras es nuestro bebé, nuestra ilusión y esperanza de ser madres, nuestro primer y emocionante embarazo, el riesgo de que nuestro bebé no llegue a estar en nuestros brazos…
Evidentemente, el punto de vista hospitalario es absolutamente distinto al punto de vista emocional. Y lo es tanto en el embarazo, como en una pérdida y, por supuesto, en el parto.
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