jueves, 30 de julio de 2015

MI PARTO... MI BEBÉ ESTRELLA

Pocos post personales, íntimos de verdad, he escrito realmente. Pocos en los que exprese mi sentir y mi vivir. Y no es porque no quiera compartirlo, sino porque no sé si es de interés para alguien que lo haga o realmente al resto del universo (salvo a mis íntimos) les da igual mi vida. Quizás sea así, pero hoy voy a romper mi norma de no escribir sobre mi como madre, como mujer... Porque hoy os contaré uno de mis partos.

Mi primer embarazo llegó en el año 2007, de modo inesperado. Para sorprenderme, desmontarme y ponerme patas arriba, como muchas cosas importantes de la vida llegan. Y de modo inesperado terminó; rodeada de sueros, calmantes, antibióticos, y entrando en un quirófano en el que me jugaba mantener la posibilidad de ser madre gestante de mis futuros bebés o no: me jugaba mi útero.
A ese pequeño bebé, de 10 semanas, lo despedí en mis manos, tras serme suministrado Zytotec por ausencia de latido fetal y sospecha de que el embarazo se había parado. De pie, en el baño del hospital, con esa pequeña cosita en mis manos, lloré, ahogué mis gritos y entregué a mi bebé para que se hiciera un análisis que jamás llegó a convertirse en realidad.
Días más tarde entraba en ese quirófano que recuerdo como si estuviera allí ahora mismo. Entraba por segunda vez en 24 horas; por segunda vez en 24 horas lloraba y temblaba como una hoja, esta vez no sólo de miedo sino también por los efectos de una infección muy extendida debido a un primer legrado que no había salido como debía y que me mantenía en 42 grados de temperatura y con poca consciencia de la realidad. Rodeada de personas que corrían, gritaban y me preguntaban cosas que yo no llegaba ni a escuchar.

Así fue mi primer parto y mi primer posparto, que continuó con un mes más de antibióticos y tratando de digerir todo lo sucedido en los 15 días que permanecí en el hospital.
Me sentí vacía, rota, desconectada de esa experiencia de madre que la vida me había arrancado tan pronto. Sentí que todo había sido una especie de película, una de esas películas de sobremesa que ves casi dormida tumbada en el sofá... de esas de las que apenas te acuerdas. Sentí que no me había pasado a mi, que yo no había sido la protagonista de todo lo sucedido, que simplemente lo había visto suceder... Traté de recordar cuando había expresado lo que quería en ese tiempo, cuando había tomado alguna decisión consciente, cuando había vivido de verdad lo sucedido... Y resultó que todo ello tenía una única respuesta: nunca.
Sólo había sentido que estaba allí en el momento de ver ese pequeño saquito en mis manos... nada más...

Pasaron los años, viví otras experiencias, viví un parto en el que sí recibí a mi bebé sano en brazos, conocí otras formas de hacer, sentir... Y viví de nuevo la despedida... Viví varias, de hecho, pues despedí a 5 de mis bebés en etapas tempranas de mis embarazos, de sus crecimientos...

Así llegó Jorge. Años después de mi primera despedida de uno de mis bebés. Como el primero de mis
hijos, llegó sin ser esperado, y del mismo inesperado modo partió de mi vida.
Conociendo lo que suponía y con la ayuda absolutamente respetuosa de mi Ginecólogo para cualquier duda e imprevisto, decidí que, como algunos de sus hermanos, este bebé llegaría a mi en la intimidad de mi casa, en la intimidad de mi vida. Era su despedida, pero también su llegada. Y para mi era importante darle una llegada amorosa, sintiendo que le daba la bienvenida mejor sentía que podía darle dadas las circunstancias.

Durante días fui teniendo pequeños sangrados, pequeñas punzadas que parecían ir avisando de su llegada. Y así viví los días... dejándome llevar por esa montaña rusa de emociones en la que me encontraba y que hacía que mi alma se moviera entre la más profunda tristeza y las lágrimas de emoción que me provocaba el permitirme ese espacio, transitando por el agradecimiento que ese pequeño me hacía sentir por el amor tan inmenso que me despertaba, caminando desde el desgarro absoluto a la tristeza serena, a la aceptación. Así pasaba los días. Y así llegó él.

En una noche con más pinchazos de los que había tenido hasta entonces, con la plena convicción de que iba a llegar ya... Con el corazón dividido entre el amor y la tristeza de la despedida. Entre el sentimiento de que siempre estaría conmigo y el rechazo a que se fuera físicamente...
Así parí a Jorge. Y así sentí haber sido dueña de esa vivencia, haber estado plena en ella, haber sentido cada momento, haber decidido cada detalle... dentro de lo que la vida me presentaba, que no era deseado en absoluto por mi, me había adueñado de mi vivencia.
Ahora que parece estar tan de moda el empoderarse, yo lo había hecho. Así me sentía: triste, claro, pero fuerte, madre, conectada, entregada, viva...

Y es justo este sentir el que me empuja a escribir hoy... porque hace poco leía que no se podía comparar un aborto con un parto. Pero es que un aborto es un nacimiento de un bebé que no crecerá en los brazos de quienes le aman, pero sí en sus almas. Un aborto es el nacimiento de tu bebé, es tu parto. Y tú puedes elegir en tu parto, en todos tus partos. Con información clara, definida, verídica y libre.
Yo me sentí dueña de mi parto. De todos mis partos salvo del primero. Y nadie puede decir que no he parido a mis bebés, que mis bebés no han nacido. Porque negar mis partos es negar a mis bebés, y son reales, han estado en mi y son parte de mi vida y de mi familia aunque para el mundo no hayan estado.

A día de hoy doy gracias a cada uno de estos bebés, tanto a la que crece a mi lado cada día como a los hermanos que sabe que tiene en algún lugar, por haber llegado a mi vida y haberme regalado su existir y mi vivencia con ellos, les agradezco todo lo que soy, todo el amor que me inspiraron e inspiran cada día, y darme la energía para decir con amor infinito y claridad que mis bebés que nacieron muertos son también mis hijos, sus llegadas fueron mis partos. Que sentí cada etapa del parto; que sentí cómo cada uno de ellos salía al mundo, que decidí lo que creí mejor en cada momento y que nadie tiene derecho a juzgarlo porque no es eso acaso lo que hacen las madres? No deciden lo que creen mejor cada día?

A vuestra estrella, con amor, mamá.
A cada estrella de cada madre, de cada familia, con cariño y dulce recuerdo.
A cada madre, padre y familia que tienen su estrella, con comprensión y apoyo...


Bea Fernández
Madre y Doula



miércoles, 29 de julio de 2015

LLEGA UN NUEVO PORTAL PARA LAS MADRES: HIPERMOTHERS

En los últimos años, la maternidad ha aprovechado los espacios que aportan las nuevas tecnologías para volver a convertirse a una etapa más social, casi tribal, que poder compartir con personas que coinciden en ese momento vital tan especial.

Hace poco que un nuevo proyecto de portal dedicado a la maternidad ha visto la luz. HiperMothers es un espacio en el que poder conectarse tanto con otras madres como con profesionales de la maternidad. Por ello hemos querido saber un poco más de este proyecto, de la mano de Isabel Vilches, Diplomada en Ciencias Empresariales y colaboradora en la fundación de HiperMothers.

- ¿Qué es hiperMothers y qué la hace diferente de otros portales de maternidad?
Hipermothers es una red social para ayudar a las madres y embarazadas en su día a día en cualquier asunto que les preocupe o inquiete en su camino como madres.
Lo que le hace diferente del resto de portales es que en nuestra red, las mamás van a poder hablar entre ellas y también queremos conseguir registros de pediatras, psicólogos, nutricionistas, ginecólogos y resto de especialistas para que todas las mamás puedan tener un grupo de charla con estos especialistas y puedan resolver sus dudas. Esto será posible ya que la red social soporta multimedia, grupos, eventos, relaciones de amistad y el resto de funciones que presenta una red social. También nos gustaría que los grupos y eventos se puedan aprovechar para el seguimiento pre y post charlas para mamás y embarazadas. Además se ha habilitado una sección de artículos de interés.

- ¿De donde surge la idea de crear este espacio abierto a todas las madres? ¿Quién está tras
hiperMothers?
Surgió la idea tras montar una tienda online de puericultura que se llama hiperbaby. Tras crear esta tienda online, decidimos hacer tangible esta idea con el fin de ayudar a todas las mamás con sus dudas además de habilitar un espacio compartido para todas las madres, embarazadas y especialistas.
HiperMothers ha sido fundada por Juan Carlos Toral con la colaboración de Isabel Vilches.

- ¿Cómo visualizáis HiperMothers en un futuro quienes aportáis al proyecto vuestra energía?
La visualizamos como una red social con un número elevado de usuarias y especialistas, y un espacio en el que toda madre y embarazada pueda encontrar y solucionar cualquier duda relacionada con el embarazo, parto, lactancia, etc.

- ¿Qué encontrará una madre que se registre y qué os gustaría que encontrara en un futuro?
Encontrará un espacio donde va a poder hablar con otras madres, donde va a poder asistir a charlas online con profesionales, va a poder consultar con un especialista cualquier problema que tenga con su hijo.
Creemos también que las mamás van a poder pedir cita online con sus especialistas, ya que han tenido un primer paso con ellos.
Y que las revistas, asociaciones, Escuelas Infantiles, etc van a colaborar con las mamás para poder realizar charlas online con ellas. Además podrá inscribirse a grupos y eventos de interés.

- ¿Y los papás? ¿Habrá un espacio para ellos en HiperMothers?
¡No los olvidamos! Para los papás también estamos pensando, ya que, los realizan una función muy importante en la vida del bebé y de la mamá. Ahora mismo estamos comenzando con las mamás pero si todo va como creemos que va a salir, también habrá un espacio para ellos.


Para SerDoulas, Bea Fernández

viernes, 17 de julio de 2015

LA MATERNIDAD SUBROGADA AL DESCUBIERTO

En las últimas semanas un nuevo tema ha salido a debate en las redes y en la sociedad. No porque sea algo realmente nuevo, sino porque su visibilidad ha aumentado y, con ella, también el número de personas que "oyen campanas" sobre ello y deciden que tienen conocimiento suficiente como para opinar (algo absolutamente respetable si se aclara que se trata de opinión y no se utiliza una opinión para juzgar y sentenciar)
Se trata de la maternidad subrogada.

Lo llamativo de este caso es que incluso, en medio de la marabunta de visiones sobre esta realidad, ha surgido un activo movimiento que promueve la prohibición de este tipo de procesos por considerarlos esclavitud sobre las mujeres que participan en ellos. Claro, se nos olvida que para que haya esclavitud o abuso ha de existir la ausencia de consentimiento por parte de quien se supone es la víctima, o bien el desconocimiento de lo que supone aquello a lo que se ofrece y que, teóricamente, la convierte en víctima.
Pero no escribo este post para desmontar teorías de nadie, ni siquiera para exponer teorías. Escribo este post para exponer realidades. Sin menospreciar otras que puedan existir, pero dando voz a las que yo he vivido. Dando voz a la verdad que yo he presenciado. Sí, a mi verdad y la de muchas personas que viven una maternidad subrogada.

Conocí la maternidad subrogada hace años, viéndola simplemente en una serie de TV que no tenía mayor importancia en mi vida. Una de esas cosas "para no pensar" que vemos en la llamada caja tonta. Pero resultó que ni era tan tonto eso que salió como un hilo argumental más de una serie de ficción, ni tampoco me dejó precisamente sin pensar pues, como curiosa que soy, comencé a investigar un poco sobre el tema.
¿Era posible que mujeres voluntariamente se ofrecieran a gestar uno o más bebés de otras personas? ¿Se hacía ese tipo de acuerdos en base a una igualdad entre las partes y al consenso entre todos los adultos implicados en ello? ¿Cómo podía sentirse una mujer que llevaba en su vientre el bebé de otra persona y que era su nido para luego entregarlo a quienes serían su familia? ¿Sería capaz yo de hacer algo así?

Hay preguntas de las que en esas semanas me hice que todavía no han encontrado respuesta. Y son las más personales, las referidas a mis elecciones, mis límites y los motivos por los que son límites para mi.
Pero para otras sí encontré respuestas y, para mi sorpresa, no pocas. Pues no eran pocas las mujeres que habían alcanzado esos acuerdos de subrogación con otras personas, y muchas contaban orgullosas su experiencia. Así conocí la diferencia de visiones y vivencias de esta realidad en diferentes países, supe que en nuestro país no era legal pero sí legalizable el bebé que nacía y era traído por sus padres (entiéndase padres no sólo como pareja, sino como madre, o padre, o madres o padres) También supe de las situaciones mejores o peores tanto de quienes ofrecían su vientre como de quienes buscaban una mujer que gestara a su bebé en los diferentes países en los que esta técnica de reproducción asistida está contemplada como legal... Pero ahí quedó la cuestión, no indagué más.

Durante ese tiempo estaba formándome como Doula, comenzando a caminar en este mundo de la maternidad ya no como madre, sino como profesional. Y me rodeaba de otras compañeras con quienes ni me atrevía a hablar del tema porque sabía que produciría rechazo en ellas por lo controvertido que lo encontraban. Fue un tiempo más tarde cuando mi experiencia profesional me llevó a bucear con mayor profundidad en la maternidad subrogada, pues una de las mujeres a quien acompañaba comenzó a planteársela...
Así volví a informarme, volví a investigar... esta vez más desde el prisma emocional, desde los procesos de apego o desapego, desde la vivencia del bebé, desde la vivencia de quien gesta y de quien recibe a su bebé de los brazos de otra mujer... Y descubrí un mundo de ilusiones, generosidad, amor y entrega tanto por parte de unos como de otros.

http://www.naciendojuntos.com/
Encontré a mujeres y hombres que llegaban a la maternidad subrogada tras caminos de renuncias,
aceptación, ilusión y búsqueda de caminos que les llevaran a lo que más deseaban: a su bebé.
Encontré a mujeres que ya habían vivido la maternidad, que ya habían tenido embarazos y tenían a sus pequeños en muchos casos y que, pese a que ni de lejos un año de su tiempo, energía e intensa vivencia emocional sería compensado económicamente por nada en el mundo, decidían ayudar a otras personas a tener lo que deseaban con todo el alma.
Encontré agencias y profesionales que mediaban, que trataban de ayudar al entendimiento entre las personas implicadas en esta elección, mediando y tratando de paliar en muchos casos barrera del idioma para que la comunicación permitiera un proceso lo más cercano posible.
Encontré familias que vivían junto a los suyos estos caminos, desde el silencio, a veces incluso desde el miedo a los juicios y prejuicios sociales que podían dañarles en un momento en el que si algo necesitaban era apoyo.
Encontré una sociedad que desconoce pero critica, que se agarra a cada noticia negativa sobre aquello que es novedad como a un clavo ardiendo y va tejiendo opinión desde la distancia, sin implicarse, sin sentarse a escuchar con la mente vacía de juicios y teorías y el corazón abierto...

Tanto encontré eso que me apasioné por esta vivencia, por este mundo, por este camino maternal, este camino de maternaje. Tanto encontré luz en estas vivencias reales y claras que a día de hoy no puedo callar cuando se intenta imponer un criterio parcialista a esta decisión que libremente viví como tomaban todos los protagonistas adultos, conscientes de lo que suponía para cada uno y también de las implicaciones para el bebé o bebés que llegarían a este mundo para tener una mujer maravillosa que los acunó en su vientre nueve meses y una familia que los acunará el resto de sus vidas.
Tanto encontré eso que viví cosas como informaciones ofrecidas a las mujeres que iban a parir, apoyo emocional a ellas por parte de los padres del bebé, regalos y cuidados a esa mujer gestante o expresiones de agradecimiento posteriores tanto por parte de la familia que recibía al fin ese amado bebé como por parte de su entorno cercano.
Tanto encontré en esas vivencias que a día de hoy sigo admirando y agradeciendo a alguna de esas mujeres que tuvieron la enorme generosidad de gestar a alguno de esos bebés toda la felicidad que regalaron a la familia y todo el aprendizaje que me regalaron a mi sin saberlo.

Sí, todo eso encontré. Y también encontré historias menos claras, menos limpias, más cercanas al oscurantismo al que muchas personas quieren vincular la maternidad subrogada. Historias a las que he de decir que ni yo ni las personas que conocía que vivían maternidad subrogada nos acercamos de forma directa, pues no nos parecían ni aceptables ni adecuadas ni tolerables. Y es justo en estas historias, en esos países que no tienen una regulación clara y permiten realmente una explotación donde se ha de actuar para proteger a las mujeres, para evitar que la maternidad subrogada sea la única salida que les queda y por ello la tomen, o que sean obligadas a ello por sus parejas o familias o entorno en general.
Es ahí donde debemos mirar con crítica. Pero no teñir el resto de las realidades con el oscuro de estas vivencias...

Por una maternidad (gestación) subrogada legal y regulada.
Por los derechos de las mujeres gestantes y de las familias con quienes acuerdan ese camino.



Bea Fernández
Doula
Telf: 600218964






lunes, 13 de julio de 2015

EL VIOLENSELFIE: NUEVA MODA EN LOS PARITORIOS

Que en una sociedad aparezcan diferentes tipos de violencia es algo que parece que tenemos asumido. Pero que estos individuos llamen la atención solo de una parte de la sociedad porque el resto no vea en los actos de estos violentos nada negativo es lo que debería ponernos los pelos de punta realmente, o al menos a mi me produce ese efecto.

Las redes sociales, tan positivas para estrechar lazos y ayudar en la comunicación entre personas de diferentes lugares del mundo, han creado un espacio donde la violencia se expone con vergonzosa frecuencia e impunidad. Violencia en todas sus vertientes campa a sus anchas y, expuesta, se normaliza y banaliza: física, psicológica, atentados contra la intimidad, contra el honor, violencia pasivo-agresiva, verbal, disfrazada de idealismo o cuidados hacia otros... Violencia en definitiva, con consecuencias siempre negativas aunque con matices distintos. Violencia que encuentra nuevos caminos para mostrarse y retratarse en público en el ámbito de las nuevas tecnologías y que las aprovecha para normalizarse, e incluso para hacerse "graciosa" ante el público que la observa impasible, incluso sonriente y, en algunos casos, simplemente en estado de shock.

Parece que cada vez estamos más anestesiados como sociedad... Nos recortan libertades quienes deberían velar por ellas, nos roban quienes nos deberían llevar al progreso, nos insultan y dominan quienes deberían estar a nuestro servicio, nos agreden quienes deberían acompañarnos en nuestro desarrollo... Y así hasta el infinito. Siempre aprovechando esta sociedad en la que el poder parece ser el que marca las normas (económico, político, físico, psicológico o del tipo que sea ese poder)
Siempre tratando de utilizar algún tipo de poder sobre los demás y, a ser posible, de mostrar que así lo hacemos porque podemos hacerlo, duplicando así el maltrato sobre aquel ser al que dominamos en ese acto de sometimiento.
Leído, nos puede parecer que nadie hace ese tipo de cosas entre las personas que nos rodean pero yo pregunto... Cuantas veces hemos impuesto nuestro criterio al de nuestros hijos respecto a cosas que no son tan importantes y lo hemos contado como un logro a otros?
"Se quería poner la camiseta de rayas con el pantalón de flores. Es que estos niños son la leche! Encima, berrinche de media hora cuando no le dejé y le dije que hoy no elegía él la ropa porque iba a ir hecho un payaso y todos se reirían de él".
Cuantas veces hemos ridiculizado a nuestros mayores por no saber utilizar algo?
"Es que mi madre no se entera con el móvil nuevo! Es que ya cuando están muy mayores no se aclaran y se ponen patosos".
Cuantas veces hemos recibido invalidaciones a nuestras decisiones como madres por parte de quienes nos debían ayudar y apoyar?
"Es que tú no sabes lo que duele el parto, verás luego cuando llores por la epidural. Mira, te la ponemos ya y así te lo ahorras, porque creeis que esto es un paseo y luego os quejáis y veis cómo teníamos razón".

El poder nos ubica en un espacio superior al de la persona sobre quien lo ejercemos, nos hace parecer mejores de lo que realmente somos (y digo parecer porque en realidad, por dentro, nos hace menos sabios, menos capaces...) Y siempre lo ejercemos sobre quienes creemos que son inferiores a nosotros de modo cotidiano o en momentos concretos.

Y esa es la gran cuestión... por qué creemos a otros menos importantes o capaces que nosotros? Por qué tenemos la necesidad de sentirnos superiores a otros? Qué sucede para que sintamos ese impulso de dominar, incluso de modo inconsciente? No tengo respuestas únicas a estas preguntas, pero sí me choca, dentro de esas mismas preguntas, el por qué personas que están a nuestro servicio deciden ejercer poder sobre nosotros en momentos en los que lo que deberían hacer es cuidarnos y trabajar por y para nosotros?
Esta es una de las claves de uno de los tipos de violencia que más debate ha generado en los últimos tiempos: la violencia obstétrica.

La violencia obstétrica convierte a cuidadores en verdugos, en peligro para quienes deberían ser atendidos por ellos. Afecta a todas las esferas presentes y futuras de quien la sufre, vive oculta, camuflada en la normalidad de la invalidación de las mujeres y sus decisiones, en la anulación de la capacidad de las mujeres para ser valiosas por sí mismas, de decidir por sí mismas... o en su intento al menos.

Violencia obstétrica es no escuchar y respetar las decisiones de las mujeres, no ofrecerles una información completa intencionadamente para que no puedan decidir libremente, afirmar que las mujeres no saben lo mejor para ellas en cada momento de su vida sexual o reproductiva, realizar maniobras o tratamientos que no les hayan sido informados adecuadamente, intentar convencerlas de que no son capaces de vivir su maternidad y tomar las mejores decisiones en ella sin nosotros, obligarlas más o menos directamente a tomar una decisión o realizar algo que no desean, vulnerar su derecho a la intimidad... Todo ello es violencia obstétrica y mucho más.

Por ello, cuando veo un selfie de un profesional sanitario mostrando el cuerpo de una mujer de parto y haciendo comentarios que pretenden ser graciosos sobre ella o cualquier otra mujer a quien haya atendido mi alarma se dispara, se encienden todas las defensas posibles y vuelvo a cuestionarme, una vez más, qué tipo de sociedad tenemos, qué sociedad estamos creando para que un profesional que debe velar por el bienestar de una mujer en su parto y nacimiento de su bebé decida que tiene derecho a exponerla, a comentar sobre ella o cualquier otra... qué le da derecho a vulnerar la intimidad de esa mujer o cualquier otra? Y... qué sucede con nuestra sociedad para que a alguien, el porcentaje de personas que sean, no se vea alarmado por esta situación.

Personalmente no callo, no otorgo, no normalizo y no asiento... Ni una agresión más amparada en las redes o la impunidad social... Habla ahora, muéstrate y no dejes que te digan que no sabes, no puedes, no vales, no llegas... Son ellos los que no saben, pueden o valen, los que necesitan agredir para sentir que son algo. Son ellos los que no tienen poder, tú eres poderosa.


Bea Fernández
Persona, Mujer, Madre, Doula...
Telf: 600218964



miércoles, 1 de julio de 2015

LO QUE LA SEXTA NO CONTÓ EN EL PROGRAMA DOULAS: LAS FUNCIONES DE LA PLACENTA

En el reciente reportaje de Equipo de Investigación sobre las Doulas se mezclaron muchas cuestiones que nada tenían que ver realmente con esta profesión, pero sí con diversos aspectos de la maternidad como puede ser la lactancia en niños de más de 3 años, la vivencia de las parejas de las mujeres que dan a luz o la placenta. 
Pese a haber tenido a su disposición diversas informaciones fiables y testimonios completos por parte de personas que aportaban informaciones, el montaje del reportaje acabó dando una visión tremendamente alejada de la realidad. Por ello algunas de las personas que participaron se han manifestado respecto a lo sucedido.
Hace unas semanas compartimos el escrito de la Doula Bea Fernández respecto a la visión global del reportaje, y hoy compartimos la realidad que nos traslada Helena Fernández tras haber visto cómo su contribución de tres horas al programa era alterada.

Lo que La Sexta no contó en el programa Doulas y las funciones de la placenta

Por unos días yo también sentí que me equivoqué al abrir las puertas de mi casa a los periodistas de “Equipo de investigación” de la Sexta. Cuando accedía a ser entrevistada sentí que podía aportar mucha información para clarificar el asunto de las doulas y la placentofagia, información que sería valiosa para hacer visible que las madres pueden decidir qué tipo de parto quieren, qué quieren hacer con su placenta, y también qué tipo de crianza seguir. Sentí que mi colaboración podía ayudar a poner a cada un@ y cada tema donde corresponde, de forma objetiva, con datos. Aporte mucha información científica y valiosa, pero los periodistas “de investigación” decidieron dejar a un lado la parte de investigación y quedarse con el morbo de la placentofagia en sí aderezado con los efectos de la música de intriga y los mensajes ocultos a través de los enfoques de cámara. No voy a entrar mucho en el significado de la palabra “investigación”, cuya definición y práctica conozco en profundidad, habiendo sido yo investigadora en la universidad durante años y siendo mi actitud vital investigar y el autodidactismo. Y sí voy a pasar directamente a contar lo que yo conté a La Sexta, lo que La Sexta cortó y no contó.

Les expliqué que, desde un punto de vista holístico, el parto no es un acto médico, sino un momento central en la vida psicosexual de las mujeres y que como tal hay que tratarlo. Les conté la diferencia entre mi primer embarazo y parto, hospitalario e intervenido, y el segundo, consciente, en casa y como yo había decidido. Les conté que yo contraté una comadrona y una doula y la función de cada una en mi pre-parto, parto y postparto. Les conté que mis deseos fueron respetados, que mi marido estuvo conmigo en todo momento y que la que decidió en todo momento cómo sería el parto fui yo. Sin obligaciones, sin coacciones.

Pero esto fue lo más personal. La información científica también estuvo presente ya que considero, y así lo expresé, que no se puede hablar de la placentofagia aisladamente y alegremente sin tener en cuenta la vida completa de una placenta en sí, que no se puede opinar acerca que la placenta sin conocerla de forma holística.

Así que les expliqué despacito, y de forma sencillita para que lo comprendiesen ellos y la audiencia media en general, que la placenta es una gran desconocida, y que de este desconocimiento viene toda esta polémica en torno a la placentofagia. Les hablé en detalle de las funciones placentarias, de todas, de la función placentaria 1) durante la gestación, 2) cuando el bebé nace y 3) en el post-alumbramiento. Les expliqué que durante la gestación la placenta es un órgano compartido y efímero, que solo aparece mientras se gesta, que está adosada al útero de la madre y al cordón umbilical y relaciona estrechamente al bebé con su madre, satisfaciendo las necesidades de respiración, nutrición y excreción del feto durante su desarrollo. Les detallé que la placenta también tiene una función inmunológica, que es el punto de conexión física de la mamá y el bebé y que no solo pasan los nutrientes a través de la placenta, también el cortisol en momentos de estrés y las endorfinas en momentos de alegría, placer….

Pasé luego a contarles en detalle que la función placentaria durante la gestación es la gran conocida, pero que cuando el bebé nace la placenta tiene otras funciones, entre ellas 1) bombea sangre, aportando una importante reserva de nutrientes y hierro y 2) aporta oxígeno facilitando al bebé el tránsito a la respiración extrauterina. Minuciosamente conté que durante unos minutos el cordón umbilical continúa latiendo y esa sangre es bombeada de la placenta al bebé, lo cual aporta una reserva de nutrientes y hierro que mantienen en el bebé unos niveles elevados hasta 6 meses después del nacimiento. Les comenté que también aporta oxígeno facilitando que el bebé pase de forma tranquila de la circulación placentaria a la circulación normal, es decir, que permite al bebé iniciar la función respiratoria con su fuente de oxigeno intacta y así el bebé tiene tiempo de comenzar a respirar poco a poco, de una forma suave y relajada , sin angustias por no tener oxígeno. Les expliqué que en la mayoría de los hospitales se suele pinzar y seccionar el cordón umbilical en el momento en el que el niño sale del vientre materno de manera que el recién nacido se ve privado de oxigeno.

Y luego pasé a la tercera función placentaria, la que ocurre en en el post-alumbramiento, momento en que la placenta tiene una finalidad fisiológica que se concreta en la polémica placentofagia. Les hablé de que existe literatura científica recopilada de fuentes antropológicas, estudios del genoma humano y estudios bioquímicos que dan evidencia acerca de la función de la placenta en el post-alumbramiento, es decir, que la placenta tiene una función extrauterina esencial, y que esta función es la placentofagia, ya que restaura la energía tras el parto gracias a la progesterona, estrógenos, vitaminas y minerales que contiene. Lo del genoma humano no lo entendieron muy bien, pobres, y me pidieron que lo repitiese, y lo repetí pero me dijeron que no importaba, que mejor información más clara. Así que me dejé sin explicar que la placentofagia es un comportambiento genéticamente codificado, que esta “sabiduría natural” proviene de la actividad de un gen (PEG3) que se activa en la madre durante el parto. Y me dejé sin decir, a petición suya por falta de su propia comprensión, que este gen nos “informa” de que comernos nuestra placenta facilita la integración de los procesos vitales del recién nacido en sus nuevas condiciones de vida, permite a la madre recuperarse de forma óptima tras el esfuerzo de parir, reponerse psicoemocionalmente e iniciar la producción láctea.

También les hablé del análisis bioquímico de la composición de la placenta, que revela su alto contenido vitamínico, en proteinas-aminoacidos, minerales, lípidos y hormonas, que inducen a considerar que la ingestión de la placenta facilita el inicio de la lactancia en concordancia con toda la información almacenada durante el embarazo.

Les expliqué que con la placentofagia se termina el ciclo de la placenta, que la placentofagia es su función extrauterina esencial según muchas investigaciones y que como este órgano contiene gran cantidad de nutrientes, hormonas, vitaminas, minerales y otra serie de factores fundamentales para la recuperación de la madre después del parto, realmente está diseñada por la naturaleza para mantener el equilibrio materno y del bebé a través de la lactancia por su composición hormonal e inmunológica.

Hablé también de que es una fuente rica en hierro, por lo que su ingesta repondría la cantidad perdida durante el parto y es también una recarga férrica para el bebé. Y les comenté que gracias a su aporte de lactógeno placentario, ayuda a la producción de leche y a iniciar la lactancia materna. Ah, y no me olvidé de decir que equilibra los niveles hormonales ayudando a prevenir la depresión postparto, que es bueno ingerirla dentro de las 24h siguientes a su alumbramiento porque, repone hormonas reduciendo la depresión y tristeza.

Y les conté que tiene vitamina K, antihemorrágica, lo cual disminuye el riesgo de hemorragia tanto en la madre como en el bebé. Esto sí lo mostraron en su programa, este dato únicamente, lo cual les venía muy bien para enlazarlo con el corte del compañero investigador que va a la frutería a preguntar qué alimentos contienen vitamina K. El resto de información que les dí y que ahora he compartido (lo del ADN y la genética, las hormonas, el hierro… etc ), esto no lo pusieron, porque el rigor científico no parece ser la cualidad esencial del periodismo de investigación. ¡Qué pereza investigar pudiendo quedarse con el lado morboso!

Así que se centraron mucho en emitir que ingerí un trocito de placenta batida en zumo de frutos rojos, que mi marido también bebió zumo y que tod@s las personas presentes en el parto que quisieron hacerlo también bebieron. A modo gracioso dije “hicimos una fiesta” y esto sí lo emitieron. Entiendo que emitir esto, aislado del resto de información científica que fue intencionadamente omitida, pues claro, no se entiende. Como dije antes, sin entender de forma holística todas las funciones placentarias, la placentofagia no se comprende. Será que no quieren comprender ni quieren que se comprenda. El caso es que yo disfruté mucho de parir en mi casa de la manera que quise y de celebrar el nacimiento de mi hija. Y lo lamento mucho por aquellas mujeres y familias que no celebran sus partos y que se pierden la experiencia psicosexual de su vida.

Por otro lado, también cortaron una serie de reivindicaciones claras y concretas que expresé antes sus cámaras, como la falta de información acerca de la función placentaria incluso por el personal sanitario, o la mala praxis profesional de aquellos sanitarios que conocen las funciones de la placenta pero las obvian. Reivindiqué que cada persona se informe, que dedique su tiempo a leer, a investigar toda la literatura científica y antropológica de la placenta, lo cual haría reflexionar acerca de la demonización o atribución de cualidades perversas, esotéricas o “canibalistas” alrededor de la placentofagia… Y esto llevaría a tomar decisiones propias. Uy, releo este párrafo y aparecen las palabras “reivindicar”, “falta de información”, “reflexión”, “decidir”… Claro, ahora entiendo que esto lo cortasen los de “Equipo de Investigación” porque, en vista de lo que emitieron, debe ir justo en contra de sus principios éticos y de su concepto particular del vocablo “investigación”.

Ahora entiendo también que cortasen la parte en la que explico que hay una medicalización sistemática de todos los procesos psicosexuales de la mujer. De que estos procesos psicosexuales, que en realidad son inherentes a la vida fisiológica y psicosexual femenina, (es decir, que nos corresponden por naturaleza por ser hembras, sin más) se consideran enfermedades a tratar mediante fármacos: las menstruaciones, los embarazos, los partos, las menopausias... Les expliqué que las mujeres estamos sometidas a una medicalización sistemática. ¿No habrá alguna otra intención detrás de esta sistematización? Así que apelé a que las mujeres se tomen la molestia y la libertad de informarse y decidir, y que tomen decisiones conscientes e informadas. Les hablé, y también lo omitieron, de que había habido un congreso sobre Neurobiología del Nacimiento, recientemente celebrado, en el que estuvo el neurólogo Nils Bergman y en el que se aportó amplísima literatura científica muy útil para el personal sanitario que atiende partos (yo misma asistí). Y terminé diciendo que esta pelea entre las enfermeras y doulas no tiene cabida ya que el enemigo, mujeres, está en otra parte. Y que hay una serie de intereses ocultos e invisibilizados en torno a esta polémica. Qué ingenua fui, claro, al decir esto sin ser consciente de que justamente las personas me hacían la entrevista y me grababan son cómplices de y útiles para mantener estos intereses. Ay, ay, ay…



He meditado semanas si escribir este artículo o dejar el tema morir por inanición. Sin embargo, he decidido conscientemente escribirlo para dar luz a la información que La Sexta soterró. He querido compartir la información que pensé que iban a transmitir y que me llevó a colaborar con La Sexta: informar y poner cada cosa en su sitio. He sentido que callándome contribuía justamente a mantener el silencio entre las mujeres y a mantener el desconocimiento de que podemos decidir y de que tenemos un papel protagonista en nuestros partos. Y he escrito porque, aunque al principio me molesté por haber dedicado tres horas a explicar toda esta información, esta experiencia me ha servido mucho para saber que a mí una chapuza de programa como este (y chapuza aquí no es un insulto sino una definición) no me impide seguir investigando, no me impide decidir, no me frena a informarme y a animar a las mujeres a que se informen y por supuesto no disuade en absoluto mi ánimo acompañar a otras mujeres en sus decisiones y a compartir toda la información que yo he investigado sobre la placenta y la placentofagia.