Pese a haber tenido a su disposición diversas informaciones fiables y testimonios completos por parte de personas que aportaban informaciones, el montaje del reportaje acabó dando una visión tremendamente alejada de la realidad. Por ello algunas de las personas que participaron se han manifestado respecto a lo sucedido.
Hace unas semanas compartimos el escrito de la Doula Bea Fernández respecto a la visión global del reportaje, y hoy compartimos la realidad que nos traslada Helena Fernández tras haber visto cómo su contribución de tres horas al programa era alterada.
Lo que La Sexta no contó en el programa Doulas y las funciones de la placenta
Por unos días yo también sentí que me equivoqué al abrir las puertas de mi casa a los periodistas de “Equipo de investigación” de la Sexta. Cuando accedía a ser entrevistada sentí que podía aportar mucha información para clarificar el asunto de las doulas y la placentofagia, información que sería valiosa para hacer visible que las madres pueden decidir qué tipo de parto quieren, qué quieren hacer con su placenta, y también qué tipo de crianza seguir. Sentí que mi colaboración podía ayudar a poner a cada un@ y cada tema donde corresponde, de forma objetiva, con datos. Aporte mucha información científica y valiosa, pero los periodistas “de investigación” decidieron dejar a un lado la parte de investigación y quedarse con el morbo de la placentofagia en sí aderezado con los efectos de la música de intriga y los mensajes ocultos a través de los enfoques de cámara. No voy a entrar mucho en el significado de la palabra “investigación”, cuya definición y práctica conozco en profundidad, habiendo sido yo investigadora en la universidad durante años y siendo mi actitud vital investigar y el autodidactismo. Y sí voy a pasar directamente a contar lo que yo conté a La Sexta, lo que La Sexta cortó y no contó.
Les expliqué que, desde un punto de vista holístico, el parto no es un acto médico, sino un momento central en la vida psicosexual de las mujeres y que como tal hay que tratarlo. Les conté la diferencia entre mi primer embarazo y parto, hospitalario e intervenido, y el segundo, consciente, en casa y como yo había decidido. Les conté que yo contraté una comadrona y una doula y la función de cada una en mi pre-parto, parto y postparto. Les conté que mis deseos fueron respetados, que mi marido estuvo conmigo en todo momento y que la que decidió en todo momento cómo sería el parto fui yo. Sin obligaciones, sin coacciones.
Pero esto fue lo más personal. La información científica también estuvo presente ya que considero, y así lo expresé, que no se puede hablar de la placentofagia aisladamente y alegremente sin tener en cuenta la vida completa de una placenta en sí, que no se puede opinar acerca que la placenta sin conocerla de forma holística.
Así que les expliqué despacito, y de forma sencillita para que lo comprendiesen ellos y la audiencia media en general, que la placenta es una gran desconocida, y que de este desconocimiento viene toda esta polémica en torno a la placentofagia. Les hablé en detalle de las funciones placentarias, de todas, de la función placentaria 1) durante la gestación, 2) cuando el bebé nace y 3) en el post-alumbramiento. Les expliqué que durante la gestación la placenta es un órgano compartido y efímero, que solo aparece mientras se gesta, que está adosada al útero de la madre y al cordón umbilical y relaciona estrechamente al bebé con su madre, satisfaciendo las necesidades de respiración, nutrición y excreción del feto durante su desarrollo. Les detallé que la placenta también tiene una función inmunológica, que es el punto de conexión física de la mamá y el bebé y que no solo pasan los nutrientes a través de la placenta, también el cortisol en momentos de estrés y las endorfinas en momentos de alegría, placer….
Pasé luego a contarles en detalle que la función placentaria durante la gestación es la gran conocida, pero que cuando el bebé nace la placenta tiene otras funciones, entre ellas 1) bombea sangre, aportando una importante reserva de nutrientes y hierro y 2) aporta oxígeno facilitando al bebé el tránsito a la respiración extrauterina. Minuciosamente conté que durante unos minutos el cordón umbilical continúa latiendo y esa sangre es bombeada de la placenta al bebé, lo cual aporta una reserva de nutrientes y hierro que mantienen en el bebé unos niveles elevados hasta 6 meses después del nacimiento. Les comenté que también aporta oxígeno facilitando que el bebé pase de forma tranquila de la circulación placentaria a la circulación normal, es decir, que permite al bebé iniciar la función respiratoria con su fuente de oxigeno intacta y así el bebé tiene tiempo de comenzar a respirar poco a poco, de una forma suave y relajada , sin angustias por no tener oxígeno. Les expliqué que en la mayoría de los hospitales se suele pinzar y seccionar el cordón umbilical en el momento en el que el niño sale del vientre materno de manera que el recién nacido se ve privado de oxigeno.
Y luego pasé a la tercera función placentaria, la que ocurre en en el post-alumbramiento, momento en que la placenta tiene una finalidad fisiológica que se concreta en la polémica placentofagia. Les hablé de que existe literatura científica recopilada de fuentes antropológicas, estudios del genoma humano y estudios bioquímicos que dan evidencia acerca de la función de la placenta en el post-alumbramiento, es decir, que la placenta tiene una función extrauterina esencial, y que esta función es la placentofagia, ya que restaura la energía tras el parto gracias a la progesterona, estrógenos, vitaminas y minerales que contiene. Lo del genoma humano no lo entendieron muy bien, pobres, y me pidieron que lo repitiese, y lo repetí pero me dijeron que no importaba, que mejor información más clara. Así que me dejé sin explicar que la placentofagia es un comportambiento genéticamente codificado, que esta “sabiduría natural” proviene de la actividad de un gen (PEG3) que se activa en la madre durante el parto. Y me dejé sin decir, a petición suya por falta de su propia comprensión, que este gen nos “informa” de que comernos nuestra placenta facilita la integración de los procesos vitales del recién nacido en sus nuevas condiciones de vida, permite a la madre recuperarse de forma óptima tras el esfuerzo de parir, reponerse psicoemocionalmente e iniciar la producción láctea.
También les hablé del análisis bioquímico de la composición de la placenta, que revela su alto contenido vitamínico, en proteinas-aminoacidos, minerales, lípidos y hormonas, que inducen a considerar que la ingestión de la placenta facilita el inicio de la lactancia en concordancia con toda la información almacenada durante el embarazo.
Les expliqué que con la placentofagia se termina el ciclo de la placenta, que la placentofagia es su función extrauterina esencial según muchas investigaciones y que como este órgano contiene gran cantidad de nutrientes, hormonas, vitaminas, minerales y otra serie de factores fundamentales para la recuperación de la madre después del parto, realmente está diseñada por la naturaleza para mantener el equilibrio materno y del bebé a través de la lactancia por su composición hormonal e inmunológica.
Hablé también de que es una fuente rica en hierro, por lo que su ingesta repondría la cantidad perdida durante el parto y es también una recarga férrica para el bebé. Y les comenté que gracias a su aporte de lactógeno placentario, ayuda a la producción de leche y a iniciar la lactancia materna. Ah, y no me olvidé de decir que equilibra los niveles hormonales ayudando a prevenir la depresión postparto, que es bueno ingerirla dentro de las 24h siguientes a su alumbramiento porque, repone hormonas reduciendo la depresión y tristeza.
Y les conté que tiene vitamina K, antihemorrágica, lo cual disminuye el riesgo de hemorragia tanto en la madre como en el bebé. Esto sí lo mostraron en su programa, este dato únicamente, lo cual les venía muy bien para enlazarlo con el corte del compañero investigador que va a la frutería a preguntar qué alimentos contienen vitamina K. El resto de información que les dí y que ahora he compartido (lo del ADN y la genética, las hormonas, el hierro… etc ), esto no lo pusieron, porque el rigor científico no parece ser la cualidad esencial del periodismo de investigación. ¡Qué pereza investigar pudiendo quedarse con el lado morboso!
Así que se centraron mucho en emitir que ingerí un trocito de placenta batida en zumo de frutos rojos, que mi marido también bebió zumo y que tod@s las personas presentes en el parto que quisieron hacerlo también bebieron. A modo gracioso dije “hicimos una fiesta” y esto sí lo emitieron. Entiendo que emitir esto, aislado del resto de información científica que fue intencionadamente omitida, pues claro, no se entiende. Como dije antes, sin entender de forma holística todas las funciones placentarias, la placentofagia no se comprende. Será que no quieren comprender ni quieren que se comprenda. El caso es que yo disfruté mucho de parir en mi casa de la manera que quise y de celebrar el nacimiento de mi hija. Y lo lamento mucho por aquellas mujeres y familias que no celebran sus partos y que se pierden la experiencia psicosexual de su vida.
Por otro lado, también cortaron una serie de reivindicaciones claras y concretas que expresé antes sus cámaras, como la falta de información acerca de la función placentaria incluso por el personal sanitario, o la mala praxis profesional de aquellos sanitarios que conocen las funciones de la placenta pero las obvian. Reivindiqué que cada persona se informe, que dedique su tiempo a leer, a investigar toda la literatura científica y antropológica de la placenta, lo cual haría reflexionar acerca de la demonización o atribución de cualidades perversas, esotéricas o “canibalistas” alrededor de la placentofagia… Y esto llevaría a tomar decisiones propias. Uy, releo este párrafo y aparecen las palabras “reivindicar”, “falta de información”, “reflexión”, “decidir”… Claro, ahora entiendo que esto lo cortasen los de “Equipo de Investigación” porque, en vista de lo que emitieron, debe ir justo en contra de sus principios éticos y de su concepto particular del vocablo “investigación”.
Ahora entiendo también que cortasen la parte en la que explico que hay una medicalización sistemática de todos los procesos psicosexuales de la mujer. De que estos procesos psicosexuales, que en realidad son inherentes a la vida fisiológica y psicosexual femenina, (es decir, que nos corresponden por naturaleza por ser hembras, sin más) se consideran enfermedades a tratar mediante fármacos: las menstruaciones, los embarazos, los partos, las menopausias... Les expliqué que las mujeres estamos sometidas a una medicalización sistemática. ¿No habrá alguna otra intención detrás de esta sistematización? Así que apelé a que las mujeres se tomen la molestia y la libertad de informarse y decidir, y que tomen decisiones conscientes e informadas. Les hablé, y también lo omitieron, de que había habido un congreso sobre Neurobiología del Nacimiento, recientemente celebrado, en el que estuvo el neurólogo Nils Bergman y en el que se aportó amplísima literatura científica muy útil para el personal sanitario que atiende partos (yo misma asistí). Y terminé diciendo que esta pelea entre las enfermeras y doulas no tiene cabida ya que el enemigo, mujeres, está en otra parte. Y que hay una serie de intereses ocultos e invisibilizados en torno a esta polémica. Qué ingenua fui, claro, al decir esto sin ser consciente de que justamente las personas me hacían la entrevista y me grababan son cómplices de y útiles para mantener estos intereses. Ay, ay, ay…
He meditado semanas si escribir este artículo o dejar el tema morir por inanición. Sin embargo, he decidido conscientemente escribirlo para dar luz a la información que La Sexta soterró. He querido compartir la información que pensé que iban a transmitir y que me llevó a colaborar con La Sexta: informar y poner cada cosa en su sitio. He sentido que callándome contribuía justamente a mantener el silencio entre las mujeres y a mantener el desconocimiento de que podemos decidir y de que tenemos un papel protagonista en nuestros partos. Y he escrito porque, aunque al principio me molesté por haber dedicado tres horas a explicar toda esta información, esta experiencia me ha servido mucho para saber que a mí una chapuza de programa como este (y chapuza aquí no es un insulto sino una definición) no me impide seguir investigando, no me impide decidir, no me frena a informarme y a animar a las mujeres a que se informen y por supuesto no disuade en absoluto mi ánimo acompañar a otras mujeres en sus decisiones y a compartir toda la información que yo he investigado sobre la placenta y la placentofagia.
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