martes, 24 de mayo de 2016

QUERIDA SAMANTA VILLAR...



Querida Samanta,

Me dirijo a ti no sólo como una de las responsables de tu propio programa, sino también como madre que eres, papel del cual espero que disfrutes enormemente y que te aporte tanto al menos como sentimos muchas mujeres que nos ha aportado nuestra llegada a la maternidad.

Mi nombre es Bea Fernández. Soy Madre de 5 bebés estrella, de una niña arcoíris y de otro bebé que está en camino y que, pese a sus problemas de salud actuales, esperamos que sea otro arcoíris más que nos ilumine cada día con su presencia.

Además, soy Doula especializada en duelo, infertilidad, adopción, bebés con problemas de salud y gestación subrogada. Así que, como ves, algo de los procesos maternales puedo conocer tanto de modo personal como profesional. Y por ello me atrevo a escribirte, como sé que muchas madres más lo han hecho.

Mi historia comenzó en 2007, cuando perdí a mi primer bebé en primer trimestre de embarazo y, de repente, me encontré de bruces con una dura realidad: ni mucho menos todos los bebés llegan a crecer sanos y felices en brazos de su familia. De repente, todo lo que creía cierto y todo lo que pensé que aseguraba que mi bebé creciera sano se convirtió en algo que favorecía este hecho, pero que ni de lejos lo garantizaba. Podía cuidarme, tener precaución, reposos, los mejores profesionales del mundo o lo que quisiera. Pero si mi bebé no debía llegar, no lo haría independientemente de todo ello. Aprendí que sólo podía cuidarle y esperar que lo demás fluyera de modo sano. Pero que una gran parte de la maternidad no estaba en mis manos realmente, sino en las de la vida.

Desde ahí, he tenido a mi hija, que pronto hará 8 años y varias pérdidas prenatales más. Y ahora estoy embarazada de un bebé con Hernia Diafragmática Congénita, una malformación fetal mortal en un 50% de los casos según los estudios.

En este camino desde el 2007 he aprendido mucho, muchísimo. Y sé que me queda mucho por aprender. Y siento que gran parte de lo que he aprendido con mis duelos, mi información y formación y el acompañamiento que he dado a quienes así me lo han pedido se remueve al ver cómo ha sido tratado el tema del duelo prenatal en tu programa.

Para empezar, creo que es importante ser muy conscientes de que el porcentaje estimado de embarazos que no llegan a término con un bebé vivo es de un 25%. Es decir, que los casos de madres y familias que han de asimilar la despedida temprana de sus bebés, que es tan antinatural y tan dolorosa, son muy abundantes. Una de cada cuatro mujeres ha tenido un aborto involuntario en algún momento de su vida, y eso requiere mirar más hacia esa situación, pues afecta a muchas personas, a muchas familias, a una parte importante de la sociedad. Y en este punto agradezco que lo hayáis reflejado en tu programa.

La gran cuestión es… cómo se refleja. Se nos presenta a una mujer que, evidentemente, no ha procesado el duelo por la muerte de su bebé. Que utiliza un mecanismo de apoyo o incluso de huida para sostenerse y continuar en su día a día. Y, perdóname, yo entiendo que pertenecéis a un medio de comunicación, sé que o seguís por la expectativa de audiencia que pueda dar cada historia a la hora de elegir, y que de eso vivís… Pero ¿de verdad crees que este es el modo más adecuado de reflejar con normalidad el duelo por pérdidas perinatales o neonatales? Sacando un caso de una mujer que, evidentemente, lo vive de un modo no natural, sino patológico, lo que conseguimos es que la visión de las mujeres y familias que deciden sentirse libres para vivir su duelo sea el de personas que se regodean en su dolor. Y esa no es la realidad.

El proceso de duelo está definido como la reacción natural a la pérdida de un ser querido o una abstracción equivalente. Un proceso que afecta a nivel físico, mental, emocional y social a quienes lo viven. Pero un proceso natural al fin. Que requiere su aceptación, su integración y normalización. Que es ignorado y patologizado por una parte de la sociedad que no quiere o no puede mirar al duelo de otros por diversos motivos. Y que, por tanto, en un porcentaje alto de vivencias no es comprendido ni apoyado y se ve condenado a la ocultación en lugar de permitir una normalización y socialización sana y natural.

No dudo de que antes de ser madre pudieras imaginar el torrente de emociones de una pérdida de un bebé, pero ahora que lo eres quizás tengas aún más herramientas para ello. Y por eso me sorprende el tratamiento que ofreces a este tema.

Me pregunto por qué no acudisteis a alguno de los profesionales que trabajamos con duelo a diario. Hay una asociación de Psicología Perinatal en nuestro país, por qué no preguntar a ellos por el duelo. Hay Matronas y otros profesionales sanitarios que cada día viven con las mujeres y familias los procesos de duelo en los centros hospitalarios, por qué no consultarles las vivencias que comparten. Hay Doulas especializadas en duelo en España, por qué no llamarnos y preguntarnos cómo lo viven las familias a nivel emocional.

Por qué acudir a una historia que claramente busca el morbo por mucho que lo tiñáis de ternura y comprensión. Es una forma más de vivirlo, una realidad innegable. La de esta mujer y otras. Pero no es la habitual. Y mostrarla de modo aislado la hace parecer normal cuando no lo es. Y hablo a nivel estadístico, no opino sobre la normalidad o no de utilizar un reborn para tapar un espacio emocional, social y psicológico que no podemos rellenar de otro modo.

La mayor parte de las mujeres y familias viven su duelo procesando su realidad y sus emociones, aceptando su pérdida por dura que sea, buscando los apoyos que pueden a nivel profesional y personal y sanando sus heridas más que comprensibles poco a poco, desde la aceptación y el permiso que obligatoriamente han de darse para poder avanzar en su propio camino.

Querida Samanta, comprendo vuestra necesidad de espectáculo y audiencia. Y comprendería que mostrárais esta realidad minoritaria si lo hubierais hecho en el marco de las diferentes realidades del duelo. Pero desde este prisma aislado nos hacéis un flaco favor a las madres y familias que tratamos de vivir nuestro duelo desde la salud mental, física y emocional que el proceso representa.

Por ello, Samanta, personal y profesionalmente me dirijo a ti. Porque la necesidad de estas familias es la normalización y no este tipo de trato. Porque como medio de comunicación tenéis una responsabilidad social que no deberíais eludir. Y porque no es justo ni adecuado que se juegue a conseguir audiencia con este tipo de temas.

Lo siento, Samanta. Esperaba sentir emociones con tu programa, con tu camino a la maternidad. Pero no esperaba que las emociones fueran tan negativas.


Bea Fernández, Madre y Doula.

viernes, 6 de mayo de 2016

¿VIOLENCIA OBSTÉTRICA? ¿DE QUÉ ME HABLAS?

Escribo hoy desde la incomprensión, desde la desesperación de quien observa la realidad y no es escuchado aunque avise de ella, desde la sensación de que el mundo se ha vuelto loco o simplemente parece que vemos solo lo que queremos ver. De que no vemos más allá de nuestra nariz, de nuestra experiencia... y, encima, lo hacemos con obcecación y negación de la mínima posibilidad de que haya algo más allá de nuestro apéndice nasal... ¿Cómo lo va a haber? No lo hemos visto. Y si no lo veo es porque no existe.
¡Cuanta soberbia nos invade cuando sentimos que tenemos en nuestras manos la "única y gran verdad universal"!

Como much@s sabéis, la semana del 16 al 22 de Mayo es la Semana Mundial del Parto Respetado. y esto, que para muchas personas es absolutamente desconocido, tiene un sentido, tiene un objetivo que viene avalado por una triste realidad cotidiana en muchos centros hospitalarios a día de hoy, en esos centros a los que mujeres y familias confían la experiencia que posiblemente más marcará sus vidas: el nacimiento de sus bebés.

La cuestión es que, inmersa en ver qué podemos hacer para visibilizar la necesidad de que esos partos y nacimientos sean respetados, de que la vivencia de las familias sea positiva en el trato recibido por quienes asisten ese parto, me he dado de bruces con la realidad social que nos rodea: la negación de la máxima.
Se niega la existencia de intervenciones "por rutina" no justificadas, se niega la no aplicación de protocolos más respetuosos con la fisiología y el respeto a bebé y familia, se niega que se haga caso omiso de las recomendaciones de la OMS y del propio Ministerio de Sanidad respecto a parto, puerperio y primera crianza... Se niega todo lo que no encaje con la versión oficial de lo que sucede en el parto y en la atención a la maternidad.
Pero, señoras y señores, la violencia obstétrica es una realidad, la violencia contra los bebés en el momento de su nacimiento es una oscura y disimulada violencia que se trata de negar amparándose en prácticas injustificables con los conocimientos actuales de la fisiología del parto y del nacimiento.
Y esa violencia empieza normalmente mucho antes... cuando negamos que exista estamos ejerciendo violencia contra las mujeres y bebés que han sufrido este tipo de maltrato en los partos y nacimientos. Cuando la justificamos sin base científica alguna estamos ejerciendo violencia extra sobre la víctima que la ha sufrido. Cuando negamos su realidad, estamos ejerciendo una violencia sistemática sobre cada persona que ha vivido y ha sentido en sus carnes este tipo de prácticas.

Podemos decir que no la hemos vivido o no la hemos visto o no la hemos ejercido. Pero ¿quienes somos para negar la realidad de tantas mujeres y bebés? ¿quienes somos para tratar de borrar la vivencia de todas esas personas y las consecuencias psicológicas, emocionales, físicas, sociales, sexuales y de todo tipo que puede conllevar el sufrir violencia obstétrica?

Pues sí, con eso me encontré preparando la Semana Mundial del Parto Respetado. Y con ello me encuentro cada día no sólo yo, sino muchos profesionales y, lo que es peor, muchas víctimas de esta violencia.

Se ejerce violencia obstétrica y en la atención a la maternidad en tantas circunstancias, y es tan poco valorado que esta semana no debería ser una semana, sino todos los días del año.
- Te han llamado "gorda" o te han dicho que te estás poniendo "como una foca" en tus controles prenatales por coger más kilos de los que se espera.
- Te han dicho que "con tanta grasa la ecografía no se ve bien".
- Te han dicho que si no te pones la epidural en ese momento "ya llorarás después".
- Te han suministrado oxitocina o cualquier otro fármaco sin tu consentimiento.
- Te han amenazado con la posible muerte de tu bebé si no accedes a la intervención que te proponen sin presentarte prueba alguna de que eso pueda suceder.
- Te han obligado a estar tumbada sin motivo médico mientras querías moverte en tu dilatación.
- Te han practicado una episiotomía sin avisarte.
- Te han obligado a vivir sola tu parto impidiendo el acceso de tu acompañante elegid@.
- Se han llevado a tu bebé cuando habías pedido expresamente que no fuera así sin mediar motivo médico justificado.
- Te han quitado el cuerpo de tu bebé que ha nacido muerto pese a que has pedido despedirte de él.
- Han aplicado protocolos o realizado pruebas que no has autorizado a tu bebé.
- Te han atado los brazos y/o quitado las gafas durante tu cesárea.
- Te han informado parcialmente o no te han informado de alguna circunstancia de tu parto o de las intervenciones que realicen.
- Te han ridiculizado o faltado al respeto de modo alguno durante la atención a tu parto.
- Te han ridiculizado o faltado al respeto cuando has entregado tu plan de parto o lo han utilizado para burlarse con otros profesionales o personas.
- Te han ridiculizado o infantilizado por expresar tu dolor ante la pérdida de un bebé en cualquier etapa de la maternidad.
- Han dificultado tu acceso a tu bebé para facilitarle lactancia materna o han suministrado algún tipo de fórmula o suero glucosado a tu bebé en contra de tu voluntad.
- Te han ridiculizado con frases como "las primerizas es que sois unas histéricas" o "es que no sabéis ni ponerlos a la teta".
- Han vulnerado tu derecho a conocer el personal que te atiende a ti y a tu bebé y saber y autorizar la presencia de personal en formación.
Y podemos continuar, porque hay muchísimo más que se hace cada día en los hospitales de nuestro país y de muchos otros. Violencia contra las mujeres embarazadas, de parto o contra sus bebés, a quienes se niegan derechos tan fundamentales como estar acompañados de su madre, padre o tutor y que reciba la información médica correspondiente en su nombre... Y es una realidad.

Así que, como realidad tangible, denunciable y denunciada en un porcentaje de casos (todavía bajo por las enormes dificultades que se suelen poner a este tipo de denuncias), me atrevo a pedir, a exigir en nombre de las víctimas de este tipo de actos que no se niegue la evidencia, que no se mire a otro lado. Que escuchemos a las víctimas y las reconozcamos. Que los profesionales que trabajan para una buena atención a la maternidad no se desanimen, que sigan esforzándose cada día porque lo apreciamos, lo reconocemos. Que den un paso adelante víctimas y testigos para denunciar y que esta lacra se pueda erradicar. Que este ejercicio de poder intolerable e injusto desaparezca de los lugares que deberían trabajar por y para la maternidad, su respeto y el reconocimiento del poder de cada mujer, cada bebé y cada familia.

No tenéis derecho a negar la evidencia. Es una forma más de violencia contra quienes ya son víctimas.
No tenéis derecho a ejercer violencia sobre quienes debéis cuidar y atender.
No tenéis derecho a violentar a l@s compañer@s de profesión que tratan de trabajar con respeto.

Levantémonos y demos un paso adelante. No sigamos en silencio.
POR UN PARTO REALMENTE RESPETADO: MI CUERPO, MI BEBÉ, MI DECISIÓN.

Bea Fernández
Doula, Educadora Infantil y Madre.