Dicen
que una madre da a sus hijos raíces de amor en el corazón para que siempre
sienta que puede volver a ella si lo necesita y que siempre está con él, y alas
para que pueda volar hacia los lugares que desee o deba ir…
Para mi
este es el amor en estado puro: te amo, pero te dejo libre para elegir,
sabiendo que siempre estaré ahí para ti… Y así muchas madres han ido haciéndolo
durante generaciones, ofreciendo este amor puro e instintivo a sus hijos, para
que crecieran seguros de que hay un lugar donde volver, un espacio físico o no
donde no les cuestionará ni presionará para ser o hacer algo diferente a lo que
son o desean hacer… simplemente les acogerán y les amarán. Tal y como son, tal
y como sean en cada momento…
Y es
que los hijos no siempre son como esperaban sus madres y padres, o no siempre
hacen lo que sus progenitores esperaban que harían… porque los hijos son
individuos diferentes a los padres, con una vida diferente, un sentir distinto
y un camino diferente, personal; son los protagonistas de su propia historia. Y
los padres son los acompañantes de ese camino…
A veces
sucede (más veces de lo que creemos) que el camino de esos hijos se hace muy
corto para lo que esperaban sus padres…
Finaliza de un modo que incluso puede no permitir que se les vea, o que
se comparta en familia alguno de esos momentos soñados por mamá y papá ¿ Y qué
pasa entonces con ese bebé? ¿Cómo aceptan e integran esos padres la ausencia de
ese pequeño que a veces ha estado muy poco en sus brazos y otras incluso ni ha
estado en sus manos?
La
despedida de esos bebés, que marchan de modo inesperado y desgarrador para sus
padres y familias, es una de las mayores muestras de lo que es el amor
maternal, el amor paternal y la capacidad que tenemos las personas para
integrar vivencias duras y que desmontan nuestros más primitivos pilares…
Los
padres cuyos bebés se van con esa prematuridad son la clara demostración de
ofrecer a quienes más amas raíces y corazón… Esos padres reconocen a sus hijos
como tales, les aman con el tiempo que les han regalado al estar juntos, les
aman con las ilusiones y los momentos en los que han imaginado cómo sería cada
día viéndoles crecer, les aman con cada sensación vivida y cada aprendizaje
durante el camino compartido y en el posterior, tras despedirse… Les aman
subiendo al cielo, las estrellas o yendo al lugar al que crean los padres que
han ido sus bebés, les aman con las pocas o muchas cosas materiales preparadas
para esos bebés y que ahora son el recuerdo de su paso por el mundo, les aman
con cada cumpleaños, aniversario, navidad, visita a la piscina o al parque que
nunca compartirán como esperaban y deseaban… Les aman hasta el último aliento
de su vida...
Y, aún
amándoles tan intensa y desinteresadamente porque nunca tendrán un abrazo, un
beso o una mirada de sus bebés, estos padres dejan ir a sus bebés. Muestran a
sus hijos las alas que tienen, en toda su hermosura, para decirles que pueden
volar donde deban hacerlo, donde sea que su viento les lleve…
¿Hay
alguna muestra de amor más pura, más intensa?
Por eso
hoy, día de las madres, queremos acordarnos no sólo de las madres que cada día
crían a sus pequeños con el mayor amor, sino también de todas esas madres que ofrecen
lo más profundo de su amor sin tener la oportunidad de criar a sus hijos… y les
dejan volar aún sabiendo que no los tendrán en brazos nunca más… Sólo porque
saben que eso… eso es ser mamá…
FELIZ
DÍA, MAMÁS…