miércoles, 5 de febrero de 2014

DE DOULAS Y MATERNIDADES FAMOSAS…

Cada día muchos bebés nacen. Cada minuto nuevas grandes personitas llegan a este mundo y nuevos brazos amorosos las toman para iniciar una vida de descubrimiento  juntos. Es algo cotidiano, algo natural… Un proceso fisiológico, un ritual vital que se repite con facilidad pasmosa en ocasiones pese a las muchas trabas que a veces parecemos querer ver en él.

La llegada de un bebé siempre es motivo de celebración. Un nuevo ser humano que llegará para cambiar muchas cosas en este mundo con su influencia, con su única existencia, que llega sin prejuicios, sin ambiciones o convenciones sociales… Y así las Doulas acompañamos esta llegada, esa vivencia anterior al parto y nacimiento, o esas igualmente emocionantes vivencias posteriores. Sin juzgar lo que es bueno o malo, sin valorar si lo que la mamá o el bebé sienten, desean o necesitan es positivo o negativo, sólo validándolo. Dándoles espacio para ser y estar sin tener que rendirnos cuentas a nosotras ni a nadie. Para que se sientan escuchados, contenidos y acompañados puramente y facilitar que así puedan desarrollarse de un modo libre como madre e hijo. Que se sientan libres para ser ellos y no otros o lo que los demás esperan.

Pero a veces este nacimiento no es de un niño desconocido, en ocasiones ese bebé es fruto de una madre o un padre famosos, cuya popularidad hace que el pequeño sea noticia y portada mucho antes de nacer y durante una parte más o menos larga de su vida. Entonces cualquier decisión sobre su nacimiento es examinada ya no con la lupa del entorno familiar como le sucede a cualquier madre embarazada, sino también con la implacable de la sociedad en general… Esa que parece darnos permiso para introducir la maternidad y las decisiones más íntimas sobre esa maternidad en el cajón de “elementos a juzgar”. Y en ese momento parece que todos nos convertimos en fiscales, jueces y ejecutores de la sentencia que leemos a esa mujer, a esa familia. Parece que olvidamos nuestro objetivo general de facilitar un entorno libre de pecado y culpa a esa madre para que ella y su bebé puedan ser libres.

Cargamos sobre esa madre, sobre esa familia y esa mujer la responsabilidad de cumplir con “la buena maternidad”, sea cual sea la que entendemos como tal. Bien sea que tenga su parto en el hospital con todas las máquinas del mundo y todos los profesionales que quepan en un paritorio para poder controlar ese momento y que decidan por ella lo mejor para su parto y el nacimiento de su bebé o que tenga su parto en casa, metida en su cueva con su matrona y aquellas personas que desee que estén en ese momento, de una forma íntima, con poca luz y mucha tranquilidad. La cuestión es que esa madre tiene más difícil que una madre anónima el no ser juzgada, el ser apoyada y el ser contenida y comprendida porque parece que desde los dos espacios (maternidad como proceso fisiológico o maternidad como proceso sanitario) se espera que cumpla, que represente esa imagen y “sea responsable” para con el resto de las mujeres que verán su vivencia en las revistas o la prensa de cualquier tipo.

Pero… ¿No es importante preguntarse quizás qué es lo que desea de verdad esa mujer?¿Es justo cargar sobre las espaldas de una mujer, por muy famosa que sea, el cumplimiento de este u otro patrón de maternidad?¿No hacemos entonces en el caso de las Doulas justo lo contrario a lo que realmente es nuestra esencia?¿Corresponde a estas mujeres y sus bebés cumplir las expectativas de otras personas que ellos ni conocen sólo por ser famosas?


Cada día nacen muchos bebés anónimos y otros que no lo son… Cada tienen su parto muchas mujeres anónimas y otras que no lo son… Pero todos ellos, famosos o no, inician su propio camino de amor ¿Les acompañamos a todos?

Bea Fdez
Presidenta de SerDoulas