Querida Samanta,
Me dirijo a ti no sólo como una de las responsables de tu propio programa, sino también como madre que eres, papel del cual espero que disfrutes enormemente y que te aporte tanto al menos como sentimos muchas mujeres que nos ha aportado nuestra llegada a la maternidad.
Mi nombre es Bea Fernández. Soy Madre de 5 bebés estrella, de una niña arcoíris y de otro bebé que está en camino y que, pese a sus problemas de salud actuales, esperamos que sea otro arcoíris más que nos ilumine cada día con su presencia.
Además, soy Doula especializada en duelo, infertilidad, adopción, bebés con problemas de salud y gestación subrogada. Así que, como ves, algo de los procesos maternales puedo conocer tanto de modo personal como profesional. Y por ello me atrevo a escribirte, como sé que muchas madres más lo han hecho.
Mi historia comenzó en 2007, cuando perdí a mi primer bebé en primer trimestre de embarazo y, de repente, me encontré de bruces con una dura realidad: ni mucho menos todos los bebés llegan a crecer sanos y felices en brazos de su familia. De repente, todo lo que creía cierto y todo lo que pensé que aseguraba que mi bebé creciera sano se convirtió en algo que favorecía este hecho, pero que ni de lejos lo garantizaba. Podía cuidarme, tener precaución, reposos, los mejores profesionales del mundo o lo que quisiera. Pero si mi bebé no debía llegar, no lo haría independientemente de todo ello. Aprendí que sólo podía cuidarle y esperar que lo demás fluyera de modo sano. Pero que una gran parte de la maternidad no estaba en mis manos realmente, sino en las de la vida.
Desde ahí, he tenido a mi hija, que pronto hará 8 años y varias pérdidas prenatales más. Y ahora estoy embarazada de un bebé con Hernia Diafragmática Congénita, una malformación fetal mortal en un 50% de los casos según los estudios.
En este camino desde el 2007 he aprendido mucho, muchísimo. Y sé que me queda mucho por aprender. Y siento que gran parte de lo que he aprendido con mis duelos, mi información y formación y el acompañamiento que he dado a quienes así me lo han pedido se remueve al ver cómo ha sido tratado el tema del duelo prenatal en tu programa.
Para empezar, creo que es importante ser muy conscientes de que el porcentaje estimado de embarazos que no llegan a término con un bebé vivo es de un 25%. Es decir, que los casos de madres y familias que han de asimilar la despedida temprana de sus bebés, que es tan antinatural y tan dolorosa, son muy abundantes. Una de cada cuatro mujeres ha tenido un aborto involuntario en algún momento de su vida, y eso requiere mirar más hacia esa situación, pues afecta a muchas personas, a muchas familias, a una parte importante de la sociedad. Y en este punto agradezco que lo hayáis reflejado en tu programa.
La gran cuestión es… cómo se refleja. Se nos presenta a una mujer que, evidentemente, no ha procesado el duelo por la muerte de su bebé. Que utiliza un mecanismo de apoyo o incluso de huida para sostenerse y continuar en su día a día. Y, perdóname, yo entiendo que pertenecéis a un medio de comunicación, sé que o seguís por la expectativa de audiencia que pueda dar cada historia a la hora de elegir, y que de eso vivís… Pero ¿de verdad crees que este es el modo más adecuado de reflejar con normalidad el duelo por pérdidas perinatales o neonatales? Sacando un caso de una mujer que, evidentemente, lo vive de un modo no natural, sino patológico, lo que conseguimos es que la visión de las mujeres y familias que deciden sentirse libres para vivir su duelo sea el de personas que se regodean en su dolor. Y esa no es la realidad.
El proceso de duelo está definido como la reacción natural a la pérdida de un ser querido o una abstracción equivalente. Un proceso que afecta a nivel físico, mental, emocional y social a quienes lo viven. Pero un proceso natural al fin. Que requiere su aceptación, su integración y normalización. Que es ignorado y patologizado por una parte de la sociedad que no quiere o no puede mirar al duelo de otros por diversos motivos. Y que, por tanto, en un porcentaje alto de vivencias no es comprendido ni apoyado y se ve condenado a la ocultación en lugar de permitir una normalización y socialización sana y natural.
No dudo de que antes de ser madre pudieras imaginar el torrente de emociones de una pérdida de un bebé, pero ahora que lo eres quizás tengas aún más herramientas para ello. Y por eso me sorprende el tratamiento que ofreces a este tema.
Me pregunto por qué no acudisteis a alguno de los profesionales que trabajamos con duelo a diario. Hay una asociación de Psicología Perinatal en nuestro país, por qué no preguntar a ellos por el duelo. Hay Matronas y otros profesionales sanitarios que cada día viven con las mujeres y familias los procesos de duelo en los centros hospitalarios, por qué no consultarles las vivencias que comparten. Hay Doulas especializadas en duelo en España, por qué no llamarnos y preguntarnos cómo lo viven las familias a nivel emocional.
Por qué acudir a una historia que claramente busca el morbo por mucho que lo tiñáis de ternura y comprensión. Es una forma más de vivirlo, una realidad innegable. La de esta mujer y otras. Pero no es la habitual. Y mostrarla de modo aislado la hace parecer normal cuando no lo es. Y hablo a nivel estadístico, no opino sobre la normalidad o no de utilizar un reborn para tapar un espacio emocional, social y psicológico que no podemos rellenar de otro modo.
La mayor parte de las mujeres y familias viven su duelo procesando su realidad y sus emociones, aceptando su pérdida por dura que sea, buscando los apoyos que pueden a nivel profesional y personal y sanando sus heridas más que comprensibles poco a poco, desde la aceptación y el permiso que obligatoriamente han de darse para poder avanzar en su propio camino.
Querida Samanta, comprendo vuestra necesidad de espectáculo y audiencia. Y comprendería que mostrárais esta realidad minoritaria si lo hubierais hecho en el marco de las diferentes realidades del duelo. Pero desde este prisma aislado nos hacéis un flaco favor a las madres y familias que tratamos de vivir nuestro duelo desde la salud mental, física y emocional que el proceso representa.
Por ello, Samanta, personal y profesionalmente me dirijo a ti. Porque la necesidad de estas familias es la normalización y no este tipo de trato. Porque como medio de comunicación tenéis una responsabilidad social que no deberíais eludir. Y porque no es justo ni adecuado que se juegue a conseguir audiencia con este tipo de temas.
Lo siento, Samanta. Esperaba sentir emociones con tu programa, con tu camino a la maternidad. Pero no esperaba que las emociones fueran tan negativas.
Bea Fernández, Madre y Doula.