lunes, 26 de enero de 2015

TRADUCIR O SENTIR?

Hace no demasiado una noticia pareció pasar desapercibida. A todos los que la leyeron les pareció estupendo que la tecnología creara y perfeccionara algo que, para la sociedad en general, es visto como útil. Pero a algunos nos hizo reflexionar: el traductor del llanto del bebé.

No es la primera vez que este tipo de artículos se anuncian o se ofrecen a las madres y padres, principalmente a aquell@s que viven su primera experiencia maternal y paternal, que parecen un público más que interesado en cualquier producto o medio que les permita saber al 100% que están "haciendo las cosas bien" con sus bebés. Ávidos de algo que les aporte seguridad. De hecho, este sistema existe en aplicación para el móvil y en varios formatos de aparato físico en el mercado comercial desde hace un tiempo y, claro está, algunos profesionales lo recomiendan dentro de las compras básicas a hacer por parte de las nuevas mamás y papás.
Y tampoco es la primera vez que a mi personal y profesionalmente me provoca reflexión profunda.

Lejos de criticar o de halagar la existencia de este tipo de aparatos y la necesidad que parece haber en la sociedad para que hayan sido desarrollados estos sistemas de "traducción" para el llanto de los bebés, mi intención es acercarme al por qué de esa necesidad. Qué ha cambiado en nuestra forma de maternar, de comunicarnos con los bebés y con nuestro ser de madres y padres para que estos equipos tecnológicos lleguen a sernos necesarios. Y qué puede pasar si, en lugar de acceder a estas herramientas, simplemente nos cuestionamos por un  momento si las necesitamos y qué nos aportan antes de decidir sobre ellas, sea cual sea el resultado final de la decisión.

De entrada, dentro de muchos círculos se habla de forma casi constante de la desconexión de la maternidad que existe en nuestra sociedad de modo habitual. En nuestro día a día ya no nos rodeamos de embarazadas, de bebés, ya no hay familias numerosas, las últimas experiencias de crianza de nuestras madres cuando las convertimos en abuelas suelen remontarse a 30 años atrás, nuestras vecinas muy habitualmente son desconocidas y sus maternidades más aún...
Podemos ir a una librería y encontrar mil manuales de crianza, de lactancia, de técnicas en el embarazo, teorías de todo tipo avaladas por unos u otros estudios. Programas de televisión con expertas y expertos que nos hablan sobre lo que debemos hacer o no con nuestros bebés, profesionales asistenciales que nos indican cómo alimentarles, bañarles, hablarles, vestirles, detectar si tienen fiebre, estimularles en su desarrollo y mil cuestiones más del día a día que a cada cual le parecen más o menos válidas o importantes a la hora de criar a sus hijos.
Podemos encontrar aparatos para escuchar a nuestros bebés dentro del útero durante el embarazo, técnicas para sentirles más cuando están dentro de nosotras creciendo, técnicas para "estimular" su inteligencia intraútero, elementos para llevarles de un sitio a otro sin llevarles en brazos, para escucharles y verles cuando no estamos en la misma habitación, para detectar su temperatura sin tocarles, métodos para comunicarnos con ellos antes de que desarrollen el lenguaje verbal, técnicas de estimulación multisensorial para que caminen o hablen antes o mejor, hamacas que les mueven solos, aparatos con música y luz que se conectan automáticamente con su llanto para calmarles, aparatos que nos avisan si parece que su corazoncito ha dejado de latir estando en la cuna y mil medios, informaciones y materiales más que nos podamos imaginar.

Evidentemente, la información es importante, los medios y recursos son herramientas útiles cuando
se las precisa. Pero si unimos todo ello: desconexión y herramientas, el retrato de la maternidad a día de hoy es muy diferente al de la maternidad de hace 30 o 40 años, por ejemplo. Quizás con más protagonismo en la "efectividad" y "eficacia" de una buena maternidad y crianza que en el vivir la experiencia en sí en general.

Es lógico que si nos encaminamos a una etapa vital sobre la que desconocemos casi todo la inseguridad es una emoción normal en ese camino. Seremos capaces de hacerlo bien?
Es en ese momento cuando, buscando soluciones y herramientas, encontramos en nuestra sociedad todo este mercado de artículos diversos (desde libros a aparatos o cursos) que trata de cubrir esa necesidad de seguridad, de tranquilidad en la maternidad. Responden a nuestra petición, y nuestra petición alimenta a su vez la aparición de más y diferentes productos.

La gran  pregunta es... Se necesita para la crianza de un bebé leer 15 libros, acudir a 10 formaciones, comprar 20 productos diferentes y pasar por 10 profesionales que nos aseguren que lo estamos haciendo bien? Y, es más, nos aporta esto de verdad seguridad o alimenta nuestra dependencia de elementos ajenos para sentir que ofrecemos una crianza adecuada a nuestros bebés?
Por qué sentimos la necesidad de que algún/a expert@ nos diga que lo estamos haciendo bien? Por qué necesitamos seguir un método u otro para sentir que lo hacemos bien?
Qué pasaría si simplemente escucháramos a nuestros bebés y nos escucháramos a nosotr@s mism@s? Qué pasaría si en lugar de dudar de nosotr@s y buscar soluciones en equipos o expert@s cuestionáramos todo ello para sentir qué partes nos pueden ser beneficiosas?
Qué pasaría si nos saliéramos del manual?

Salirnos del manual, de las normas, causa cierta inquietud. Si nos han dicho que nuestro bebé necesita esto o lo de más allá para desarrollarse adecuadamente y nos lo cuestionamos, tomamos la responsabilidad, nos hacemos conscientes de nuestras decisiones, tomamos las riendas de nuestra maternidad y paternidad. Y eso, en la sociedad en la que vivimos, guiados como estamos de forma casi constante y confiando en diversos sistemas para que sean los que tomen las decisiones sobre alimentación, salud o educación, es difícil a veces.

Pero, al final, cada cual decidimos a qué retos nos enfrentamos y asumimos nuestras decisiones.
Saber que seguimos un manual o teoría que no nos acaba de hacer sentir bien, pero ser conscientes de que lo hacemos porque es lo que podemos hacer en ese momento es igual de respetable y adecuado que decidir elegir lo que creemos mejor de ese manual descartando lo demás.

Elijamos, sintámonos libres para seguir el camino que nos marcan o para salirnos de él. Pero seamos conscientes de lo que cada una de las opciones nos supone personalmente. Reflexionemos...
Porque no pretendo con esta entrada dar una respuesta, porque cada madre y padre tiene su propia respuesta que es la mejor y más válida que nadie le pueda dar. Porque cada maternidad y paternidad son diferentes y se ven influidas por mil matices, experiencias, conocimientos, creencias, deseos y expectativas... Porque mi única intención es preguntar...
Que nos preguntemos qué necesitamos de verdad y por qué, si es que sentimos que es nuestro momento. Y, si no sentimos nuestro momento para cuestionarnos, simplemente olvidemos este escrito y sigamos adelante.


Bea Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad,
especializada en Duelo y nuevos caminos maternales.
Telf: 600218964
serdoulasmadrid@gmail.com



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