Todo mi pensamiento respecto al padre de mi hija se centraba en la obligación que yo sentía que debía tener de estar a mi lado en ese momento. Y recuerdo su resistencia... yo le necesitaba allí, pero él no se sentía capaz de estar, de vivir ese momento. Por sus propias resistencias, miedos o experiencias vitales, creía que no aportaría más que nervios, tensión, torpeza y ser un estorbo para mi y para quienes me asistirían. Claro, a día de hoy, reflexionando y pensando con perspectiva me pregunto cómo no iba a sentir eso si es una imagen muy generalizada de la presencia de los hombres en los paritorios: el padre nervioso, al borde de la histeria, que no sabe qué hacer y no termina de encontrar su sitio, esperando siempre a que le dirijan. No es esa una imagen que todos hemos visto en películas, series y otros espacios? Y acaso no nos influyen?
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Personalmente yo me pregunto qué hay de malo, qué puede resultarnos negativo, de recibir las historias de la vivencia del parto que hay en las parejas, hombres o mujeres, de las mujeres que han parido. Me pregunto qué nos empuja a considerarlas secundarias en muchos casos cuando son una vivencia más de ese parto, tan válida como la de la mujer de parto y que, además, será muy importante para la formación de ese sistema familiar ya que va a influir claramente en el posparto de la mujer y en la crianza del bebé.
Cuando nace un bebé y una mujer da a luz a su bebé, con ellos nace mucho más. Una sociedad entera que les rodea comienza a cambiar, a recolocarse en sus nuevas identidades, espacios, armonizar expectativas propias con ajenas y equilibrarlas con lo que sienten... Porque cuando un bebé nace, se hace tangible y visible toda la familia que nace a su alrededor. Y esa familia comienza por la más próxima: por la pareja con la que se ha creado ese proyecto de vida en el que se escribe la maternidad.
Las mujeres que tienen una pareja a su lado con la que vivir su maternidad tienen habitualmente en esa persona con quien comparten su existir un pilar básico de su día a día y de su vida presente y futura, con lo que dar espacio a que esa pareja cuente su experiencia, su sentir, sus expectativas y su realidad en definitiva, lejos de ser negativo y de tratar de robar el papel de la mujer, es necesario para que ese sistema familiar que se está creando pueda crecer en armonía, con una comunicación positiva y con respeto y equilibrio de las necesidades de cada uno de los miembros del mismo.
Esta parte, este reconocer el derecho a la propia vivencia del parto de la pareja, es lo que me ha gustado del post que os aporto a continuación: Dads and Birth Trauma, de Maureen Campion
Abre la puerta a escuchar, validar y respetar las vivencias de esas parejas en los partos de las mujeres...
Yo propongo abrir esas puertas y los corazones, dejarnos espacio para escuchar sin prejuicios... Dar espacio para que la parte que no vive físicamente el proceso de parto, sino a través de nosotras, pero que sí vive su parte psicológica, emocional y logística propia y personal pueda darnos su visión, podamos aprender de esta visión. Qué os parece? Sabéis cual es el parto que ha vivido vuestra pareja?
Doula en Madrid y A Coruña
serdoulasmadrid@gmail.com