Cada vez encontramos más publicaciones relacionadas con la
maternidad que nos muestran una visión que sale de la habitual que la sociedad
nos viene presentando en los últimos 50 años. Una maternidad que mira más el
instinto y la naturaleza que los manuales, que escucha más las necesidades
individuales que la estandarización que parece ofrecerse como normal en
general.
Quizás esto responda a un despertar a la responsabilidad
sobre nuestra maternidad y paternidad, a la mirada hacia el conocimiento y
reconocimiento de la importancia de la maternidad no solo en cada familia, sino
en la sociedad. Pero la realidad es que va también de la mano de una
comprensión de la femineidad y de los ciclos y la sexualidad femeninos
diferente. Más integral, con menos exclusividad del plano físico y más amplitud
de visión.
En esta línea encontramos en el año 2007 ya una publicación
interesante y fresca: el Manual Introductorio a la Ginecología Natural.
Hoy, su autora prepara una revisión de ese primer texto, con actualización de
contenidos y conocimientos. Y hablamos con ella para que nos acerque más sobre
el concepto de “Ginecología Natural” y el proyecto que desarrolla.
- Pabla, antes que nada queremos preguntarte por el
término “Ginecología Natural”. ¿A qué nos referimos exactamente con él? ¿Cuáles
son los principios de esta visión de la ginecología y la femineidad?
Creo que el concepto por sí solo dice muchas cosas. A mí me
gustaría aclararlo desde mi trabajo, porque tiende a creerse por un lado que el
movimiento de la “Ginecología Natural” es una promoción de salud que trae
“soluciones verdes” dentro de las mismas prácticas de la “ginecología
convencional”. Parece que viniera a ofrecer soluciones “ecológicas”, como si se
tratara de una especialidad médica, en la que las mujeres seguirían con el cómodo
habito de entregar la responsabilidad de su salud a especialistas por
desconocer sus procesos de salud/enfermedad a gran escala.
Al mismo tiempo, se cree que el movimiento de la GN impone
la práctica del autodiagnóstico y la automedicación, al proponer prescindir del
amparo de especialistas, incluso para casos delicados. Sin embargo, la
motivación base del proyecto es que las mujeres se conozcan a sí mismas o, por
lo menos, que comprendan sus propios procesos, que reconozcan el cambio que
generan sus hormonas periódicamente, que sepan fluir con sus “malestares”
menstruales, que sepan resolver un tratamiento de cándida o un herpes. En
definitiva, que sepan resolver asuntos esenciales sin atormentarse la
existencia colmándose de medicamentos.
La GN pretende ser un movimiento de salud, en el que las
mujeres mismas sean las especialistas de su propia salud sexual. No obstante,
sabemos que este empoderamiento conlleva un periodo de tiempo más o menos largo
en que se desarrollarán transformaciones intensas a partir de la
experimentación con sus cuerpos y en el que deberán estar acompañadas por
especialistas de salud. Cuando de tratamientos delicados se trata, incluso
cambiarse de anticoncepción hormonal a anticoncepción natural, habrá que
informarse y asesorarse para no sufrir riesgos. Lo mismo cuando se desee
realizarse una eliminación de quistes, por ejemplo, a partir de tratamientos
naturales. Se deberán realizar estudios al comenzar para tener un diagnóstico
certero y, al finalizar el tratamiento, nuevamente deberán realizarse exámenes
para saber si este dio resultados positivos. Lo mismo con muchas dolencias,
incluidas todas las ETS: es necesario tener un diagnóstico y conocer tanto las
soluciones de la medicina convencional, como de las alternativas naturales. Una
vez que se tenga la información suficiente, cada mujer podrá elegir el
tratamiento que más le acomode. La diferencia está en que nos estaremos
informando no solo sobre las alternativas disponibles para sanar, si no que
efectivamente estaremos reconociendo nuestro cuerpo y salud, para así, en algún
momento del proceso, llegar a entender el origen de nuestra dolencia.
La GN pretende ser un movimiento de salud comunitaria en el
que las mujeres sean un puente para aconsejar y acompañar los procesos de otras
mujeres en base a sus propias experiencias, como antiguamente, cuando las
mujeres compartían mucho más tiempo y se transmitían saberes de generación en
generación.
Desde la GN se intenta promover que haya un cambio en la
visión de mundo para con nuestra sexualidad y con la de las otras personas.
Invita a conocer, valorar, cuidar y sobre todo darnos placer a nosotras mismas
con el poder que posee el autoconocimiento (tanto físico como espiritual) y la
valoración de nuestras peculiaridades. Este es un formato contrario al que nos
ofrece el sistema, que estandariza nuestra sexualidad y nos presiona a cumplir
un molde de “mujer” que debe pasarse todo su ciclo vital de una manera fija:
siempre alegre, siempre joven, siempre sexy, cuando sabemos que somos tan
cíclicas como todos los procesos de la naturaleza y de la vida misma.
En cuanto al concepto de “femineidad”, no lo tengo muy claro
y por eso no lo desarrollo en mi trabajo. Es un tema que da para mucho, es un
concepto demasiado manoseado y desvalorizado; no me siento capaz de promoverlo
como parte del movimiento de la GN.
Solo sé que tengo un útero en común con muchas otras mujeres
que habitan este planeta… puedo comprender o más bien sentir (sin racionalizar)
muchas situaciones que se me presentan en la vida con mis hormonas y mi sangre,
y sé que con otras úteras puedo desarrollar un lenguaje en común. Ese útero
puede vibrar de placer o endurecerse hasta ponerse rígido. Sé que al activar su
energía, emitirá vibraciones conmigo y con otros seres que me acompañan, sé que
con percibir su existencia como fuente de poder y amor puedo transformar y
revolucionar muchos aspectos de mundo.
- En los temas tratados en la revisión de esa primera
edición del Manual Introductorio a la Ginecología Natural encontramos
desde sexualidad a alimentación o preparación de remedios naturales. ¿Cuál es
el objetivo último de esta publicación? ¿Qué pueden sentir las mujeres que lean
tu libro sobre ellas mismas y su femineidad y sexualidad?
La motivación de esta edición definitiva sigue siendo la
misma: que las mujeres tomen este trabajo como un punto de partida para el
autonocimiento y para la autogestión de su salud. El libro solo intenta ser una
base de conocimiento para exponer que existen otras formas más amorosas de
conllevar los procesos de salud/enfermedad.
Desde que se editó la primera versión del manual han pasado
varios años y muchas transformaciones que han reforzado la necesidad de que se
modifique. Parí a mi hijo, hice una investigación de campo durante 10 meses con
las mujeres de mi zona, trabajé con muchas mujeres, me inicié como partera
tradicional, etcétera. La suma de experiencias y el habitar otras regiones del
mundo con otras culturas me hicieron entender que el trabajo debía ser
modificado. Yo misma había cambiado.
El concepto de “Mi cuerpo como territorio de lucha” era
la base de mi ideología y de mi panfleto como parte de mi militancia en
movimientos de feminismo libertario y eco-feminismo.
Sin embargo, esos conceptos, que aún siento como parte de mi
lucha, se fueron soltando y abriendo cuando liberé el comando de mi vida en
base a la intelectualidad masculina y a la comprensión racional/cartesiana del
mundo. Cuando a mi vida llegaron en cuerpo, alma y emociones muchos de los
procesos sobre los cuales yo solo teorizaba, mi vida dio un giro enorme.
Comprendí que la base positivista, que adquirí desde pequeña y más aun en mi
paso por la universidad como estudiante de Sociología, era en definitiva la
enfermedad del mundo.
Vivimos tan desligados de nuestro entorno y de nuestra
propia integridad que solo damos poder al síntoma, solo valoramos la
interpretación del mundo a partir de la mente y de una mente absolutamente
patriarcal.
He aprendido en la praxis con mujeres humildes, no teóricas
ni académicas, mujeres incluso analfabetas, que la vida es un puñado de
misterios, que no podemos controlarla y que cuando luchamos para mantenerla
bajo control, la vida se vuelve una enfermedad. Esto sucede con todos los
procesos de la naturaleza y de nuestra sexualidad específicamente.
La medicina tuvo que llegar a abrir nuestros cuerpos,
incluso partir úteros en dos, para tener acceso a toda esa sabiduría indomable
y salvaje propia de la vida. Siguen los avances y las intervenciones para
prevenir… y aun así no consiguen desentrañarnos.
El libro ya no solo podía ser una solución a los síntomas,
con alternativas naturales sacadas de contexto. Aunque es tan solo un manual,
debía incluir estas comprensiones y vivencias que me han ayudado a sanar y
ayudar a otras mujeres en sus procesos. Como dice Dahlke, “un cuerpo no está
enfermo ni sano. En él solo se reflejan, en cada caso, estados de la
conciencia”.
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