Ahora que las Doulas comenzamos a “estar de moda”, ahora
que el movimiento de mujeres que desean recuperar el poder de sus maternidades
es cada vez mayor y busca gurús desesperadamente, es cuando creo que debemos
parar y preguntarnos como profesionales, como mujeres, como Doulas… ¿realmente
se necesitan gurús? ¿No caeremos en el mismo pozo en el que estábamos por un
agujero diferente si traducimos esta necesidad que ha creado el movimiento de
derechos de la maternidad en una necesidad de guías? De personas sabias que nos
indiquen cómo y dónde hemos de ir en nuestro camino a la maternidad aunque
desde un lenguaje y unas bases teóricas diferentes a las que nos ofrecía el
otro “sistema de guía”.
Realmente para mi es preocupante el momento que estamos
viviendo. Si eres una mamá pro parto natural y/o crianza con cercanía física
declarada corres el riesgo de entrar en esta corriente si no te sientes segura
con tu decisión o sientes que necesitas que te reafirmen. Puedes entrar en este
“servilismo”, en el endiosamiento de determinados profesionales que, pese a que
puedas pensar que tienen toda la razón del mundo, creo personalmente que
necesitan ser reflexionados, cuestionados y adaptados a nuestro ser y sentir y
el de nuestra familia antes de tomarlos como palabra única y poseedores de la
verdad universal en este mundo de la maternidad.
Sólo reflexionando sobre las informaciones, sobre las
teorías, sobre las lecturas, conferencias, talleres, encuentros, estudios y
sobre todo aquello que nos llega será como realmente la asimilemos, lo procesemos
y lo integraremos de modo seguro y coherente. Será de esta forma como realmente
podremos comprobar si esa información es para nosotras o hemos de dejarla pasar
porque no es nuestro momento quizás por muy avalada que esté por todos los
profesionales estupendos del mundo. Sólo conociéndola y reflexionando sobre
ella podremos tener nuestras propias decisiones, pero decisiones libres y
conscientes, que es de lo que se trata al final para sentirnos seguros con
nuestra maternidad y dueños reales de nuestra vivencia, reconocidos en nuestra
individualidad.
Por supuesto que hay profesionales que tienen teorías o
difunden evidencias científicas que hay que tener en cuenta y que, por
responsabilidad y para tomar una decisión realmente libre, tendríamos que intentar
conocer. Pero aprenderse de carrerilla los textos o las conferencias de estos
profesionales, sus muletillas o frases y compartirlas en las redes sociales
hasta la saciedad o recitarlas como un
mantra no nos da libertad para decidir. Nos da información con la que
hemos de trabajar personalmente, que debemos asimilar, integrar y razonar. Para
estos 3 procesos es imprescindible que nos la cuestionemos en lugar de
aprenderla de carrerilla sin más.
He encontrado muchas mujeres que conocen, por ejemplo, la
fisiología del parto, la teoría del apego, la fisiología de la lactancia o el
desarrollo natural del control de esfínteres. Mujeres que se han leído todos
los libros al respecto, que han ido a conferencias y talleres que tratan el
tema. Mujeres muy implicadas en esta “revolución”. Pero al oírlas hablar, las
palabras no son suyas, sino ajenas. Y me pregunto si esto no sucede porque lo
que han hecho es aprenderse el mensaje y no integrarlo. Porque ese mensaje
venía de un gran profesional con conocimientos y experiencia más que sobrados
para mostrarnos esa “nueva” visión del parto, la crianza, la lactancia o el
desarrollo físico y emocional de nuestro bebé. Un profesional que nos abre los
ojos a nuestra perfecta naturaleza, nuestro instinto y nos da confianza en
ellos al fin. ¿O quizás en lo que nos da confianza es en lo que él difunde, en
lo que él representa, tal vez sólo porque es diferente a lo que nos han
ofrecido hasta hace relativamente poco? Eso son los ídolos: la imagen de lo que
nos gustaría alcanzar, el reflejo de nuestra visión de la perfección y, en
muchos casos, los salvadores que nos rescatan de un sistema o una situación en
la que nos sentimos mal.
Pero ¿somos capaces de reflexionar sobre lo que nos aporta
esa persona que parece tener la panacea para resolver nuestro conflicto? ¿No
caeremos en el endiosamiento acabando siendo guiados de nuevo pero esta vez por
una persona diferente? Es fácil, muy fácil…
Poniéndome en el lugar de las mujeres que no son Doulas y
que viven todo este momento increíble que se está dando, esta revolución, lo
que pretendo es que nosotras, Doulas, reflexionemos ¿Realmente estamos aquí
para guiar a las mujeres que acompañamos? ¿De verdad tenemos que dirigirlas
hacia un tipo de parto u otro y “conseguirles” su parto soñado? ¿Estamos para
decidir por ellas si lo mejor para sus hijos y para ellas es una crianza u
otra? ¿Realmente de ese modo le reconocemos su libertad a la mujer, haciendo de
“apóstoles” de una postura concreta? Si elegimos ese papel hemos de cargar con
las consecuencias sean buenas o malas; como con cualquier elección que hagamos
en nuestra vida personal y profesional. Y la primera es que dejamos de ser
Doulas.
Personalmente yo no quiero ser un apóstol. Yo quiero
acompañar a mujeres. Mujeres con las cuales puedo coincidir en sus
planteamientos o no. Mujeres que tomarán decisiones similares a las mías o
absolutamente contrarias a lo que yo crea que es mejor para mi porque somos
personas diferentes. Pero quiero acompañar a mujeres que puedan ser libres.
Mujeres que puedan llevar las riendas de su maternidad, de su vida. Que puedan
ser conscientes de lo que ocurre a sus cuerpos, a sus emociones… Mujeres
informadas y también con la libertad para elegir no ser informadas incluso. Eso
es para mi la esencia de mi tarea de Doula: la libertad de la mujer, su
libertad para decidir, para desarrollarse en su maternidad, para ser ella.
Porque no soy ni un Ídolo ni un Apóstol, soy una Doula.
Beatriz Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad.
especializada en Duelo y nuevos caminos maternales.
serdoulasmadrid@gmail.com
www.serdoulas.blogspot.com
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