miércoles, 5 de noviembre de 2014

LA VIOLENCIA QUE NO PODEMOS SEGUIR SIN VER...

Imagen de http://carlaraiter.com/1em4/galeria/ 
En 2013 el Instituto Nacional de Salud Pública de México publicó un estudio sobre el abuso en las salas de partos, determinando en él, entre otras cosas que “La proporción de mujeres que reportan algún tipo de abuso durante la atención del parto fue de 29%”.


El gran problema del abuso en el parto es no sólo que se produzca, sino la impunidad con la que
sucede, así como (tal y como ocurre en otro tipo de abusos) la culpabilización sistemática de las mujeres que se sienten abusadas, a quienes se pretende obligar a agradecer a sus abusadores la atención recibida y a mantener plenitud de felicidad por el simple hecho de estar vivas tras su parto y el nacimiento de sus bebés.

La violencia obstétrica es una parte más de la violencia de género que, además, conlleva una serie de características muy claras que la determinan en cuanto a la vivencia que de ella se tienen.
- Siempre menospreciada por la parte de la sociedad que conserva ese machismo brutal que anula a la mujer y sus emociones y vivencias.
- También es menospreciada por esa otra parte de la sociedad que entiende como “ejemplo” femenino la imagen de la mujer fuerte que no se sienta dañada por nada y que, si el inevitable daño llega en algún momento, no muestra sus emociones y no se deja llevar por ellas.
- Además, lleva añadida esa visión de la maternidad como una experiencia de sacrificio y abnegación en la que la libertad de elección y el disfrute son cuestiones absolutamente secundarias que, si se esperan, son muestra de un carácter egoísta y caprichoso.
- Se ve influida la vivencia de la violencia obstétrica también por esa visión que aún se conserva en muchas culturas y sociedades de los profesionales sanitarios como personas superiores social e intelectualmente. Como personas a las que obedecer sin preguntar y sin cuestionarnos métodos ni opciones de tratamiento.
- Se da la circunstancia, además, de que estos mismos profesionales por los que la mujer se siente abusada (en algunos casos abusada físicamente, en otros psicológicamente e incluso en todas las formas, incluida la vivencia de haber sido penetrada contra su voluntad. Es decir, violada) son los que estaban designados para proteger la salud de la mujer y su bebé, y la salud implica mucho más que el hecho de que una madre y un bebé salgan vivos de un parto. Así que se produce una paradoja y una sensación de indefensión que en muchos casos bloquea a la mujer.
- Claro está, incluye también la violencia obstétrica la vivencia de la propia sexualidad y cómo se produce esta, lo cual viene condicionado no sólo por las vivencias de la mujer en este aspecto sino también por la herencia educacional y cultural que cada mujer recibe, y que la condiciona en gran medida. Lo cual puede hacer que pese a que se haya sentido u abuso sexual durante la atención al parto, prenatal o en el posparto, se llegue a sentir vergüenza incluso a expresarlo, que se llegue a sentir lo sucedido como algo normal (merecido) ya que ninguna otra mujer parece sentirlo así, o al menos no lo muestra.

Todos ellos, entre otros muchos, son factores que influyen en la vivencia de la violencia obstétrica, ya que marcan desde el derecho a sentir que hemos sido maltratadas o abusadas (como si alguien pudiera marcarnos si podemos o no sentirnos de un modo u otro) hasta la vivencia de este abuso como un precio que hemos de pagar dentro de nuestra maternidad y que, por tanto, es normal que nosotras o cualquier otra mujer (incluidas nuestras hijas) pueden tener que pagarlo para llegar a la maternidad.

Con esta realidad social, que sólo hemos expuesto en parte porque es mucho más intrincado y complejo y con matices propios en cada cultura, las mujeres que se sienten víctimas en su parto son instadas a ser felices, a vivir una maternidad plena y segura y volver a ser miembros productivos de la sociedad, dando por hecho cosas como que tendrán depresión posparto, y sin recibir espacios de escucha, comprensión y apoyo en los que puedan manifestar libremente lo que han vivido y, sobre todo, cómo lo han vivido y lo que ello les hace sentir.

Porque la violencia obstétrica es casi invisible, en muchos casos es incluso difícil de demostrar en un proceso judicial porque no es comprendida ni reconocida por una gran parte de la sociedad. Pero existe, y afecta no sólo a la mujer que la recibe, sino a su bebé/s, a su familia y a toda la sociedad porque cuando una persona se siente abusada y maltratada por una parte del sistema creado para cuidarla, significa que ese sistema no funciona adecuadamente y, por tanto, no es positivo tal y como está para la sociedad y se ha de trabajar para cambiarlo.

Iniciativas como la llevada a cabo por el Gobierno de México (a la cual tenéis AQUÍ enlace) con la realización y publicación de este estudio al que hacía referencia al principio de este texto son primeros pasos necesarios para ver el problema y buscar soluciones. Son esperanza para todas esas mujeres que sienten que se les ha robado su dignidad, su confianza en ellas mismas y en el sistema, su seguridad emocional y sexual, parte importante de su maternidad... y mucho más que sienten robado, porque en cada mujer la violencia obstétrica tiene unas consecuencias.

Es fundamental visibilizar, crear espacios de expresión libre y encuentro, de comprensión por parte del sistema y los individuos que lo forman de las emociones y vivencias de las mujeres que se sienten abusadas.
Es fundamental la concienciación de la sociedad, la escucha real de las necesidades de las mujeres abusadas, que el sistema judicial escuche la realidad psicosocial de este problema que se ha convertido durante años en plaga silenciosa y ha marcado a tantas mujeres y familias.
Es fundamental la unión de los profesionales para conseguir una realidad diferente. Obstetras, Matronas, Psicólogos y otros profesionales sanitarios, Parteras, Doulas y cada profesional implicado en la atención en cualquiera de los aspectos de la maternidad, así como los profesionales del área jurídica y los agentes sociales.


Porque sólo a través de la comprensión y la actuación integral conjunta sobre el problema podremos resolverlo.


Bea Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad,
especializada en Duelo y Nuevos Caminos Maternales.
serdoulasmadrid@gmail.com




No hay comentarios:

Publicar un comentario