Soy Doula… Soy madre… Soy amiga… Soy hija… Soy nieta… Soy
pareja… Soy muchas cosas y en cada una soy quien soy. Sé que esto puede parecer
absurdo por lo evidente que resulta, pero es un tema que realmente las Doulas
hemos de vigilar en nosotras mismas de un modo constante: cómo estamos haciendo
las cosas.
La realidad de la profesión actual es que existen 3
asociaciones a nivel nacional que trabajan para la difusión de la figura de la
Doula y la definición de la misma, ya que a día de hoy parece estar difusa no
sólo para las mujeres, familias y otros profesionales, sino para muchas Doulas
en activo. Y esto es lo realmente importante.
Mares Doules, Red Circular de Doulas y la Asociación
Española de Doulas constantemente caminan reflexionando y revisando nuestros
límites, nuestras aportaciones, nuestra forma de estar, las necesidades de las
madres y nuestro espacio en la maternidad. Y es muy difícil en ocasiones que
esta revisión y reflexión llegue a todas las Doulas porque no todas estamos
asociadas. Pero, pese a esta labor de las asociaciones, el trabajo diario, el
constante, es de las Doulas que están acompañando a las madres y familias cada
día. Por eso como Doulas nos preguntamos cada día desde dónde estamos, desde
dónde acompañamos a esa madre, desde qué estado y qué emociones estamos junto a
ella y si estamos limpias, honestas y claras a su lado.
En verdad somos pocas las Doulas que nos dedicamos sólo a
acompañar o formar como única tarea. Mayoritariamente las Doulas ejercen otras
profesiones que a veces pueden lindar con el acompañamiento: terapeutas,
asesoras, vendedoras de diversos artículos de maternidad o relacionados con la
misma… Y es difícil separar, pero fundamental.
El acompañamiento ha de hacerse sin nuestras heridas,
nuestros miedos, nuestras preferencias, nuestras necesidades y, desde luego,
sin nuestros intereses mediando. Sólo así se realiza un acompañamiento. En caso
contrario estamos vendiendo, haciendo terapia, asesorando, aconsejando o
cualquier otra cosa que nada tiene que ver con la labor de Doula.
La Doula, en ejercicio de la honestidad que será siempre la
base de la confianza con las mujeres a quienes acompaña, se revisa y, si
encontrase conflicto alguno, será honesta y explicará a la madre lo que sucede
siempre brindándole la opción de contactar con alguna otra compañera. No es
posible acompañar embarazos, partos, pospartos, duelos, crianzas o lactancias
con las nuestras sangrando porque juzgaremos las decisiones de esa madre e
influiremos en ellas, dejando entonces de ser Doulas. Por ello el trabajo
diario personal de la Doula es tan importante. Porque sólo a través de él sus
acompañamientos serán reales, honestos… Solo de este modo las mujeres sentirán
libertad y poder para decidir sus caminos junto a su Doula.