Recientemente un programa de televisión ha llegado para
crear un auténtico y profundo impacto en muchas personas… Personas que han
nacido ya, que han parido ya, que han recibido ya a sus hijos, que lo harán más
pronto o más tarde… e incluso personas que aún no han llegado a este
mundo.
Juzgar si los protagonistas de los partos y nacimientos que
en este programa se han visto han tenido malas o buenas experiencias, si sus
partos y nacimientos han sido o no buenos, les corresponde solo a ellos. Juzgar
si se han sentido respetados, informados y arropados es sólo tarea suya. Y creo
firmemente que nadie debe ni puede meterse en tales cuestiones, pues lo que para
un ser humano puede ser una experiencia traumática, para otro puede ser algo
incluso placentero. Y lo que para unos es respeto para otros supone algo muy
distinto.
Así que aquí no voy a tratar el tema, no voy a opinar sobre
si los partos eran buenos, malos o regulares. Ni mucho menos pondré en cuestión
la labor de los profesionales que creo que actúan siempre de buena fé desde sus
conocimientos y su conciencia. Comprendiendo, además, que han debido de ser
muchas horas las que se han grabado y ha existido un proceso de edición que
seguro ha dejado muchas cosas que matizarían situaciones y decisiones fuera de
la emisión.
Aquí lo que revisaré es el modelo que nos ha llevado a
crear un programa de televisión en el que se ofrecen como normales ciertas cosas
que no hacen sino expresar el absoluto y profundo desconocimiento sobre el
proceso de maternidad y nacimiento que tenemos en nuestra sociedad en general. Y
que da lugar a grabaciones que recogen y muestran como dentro de la normalidad
ciertas cosas, con ausencia total de sentido de la responsabilidad y de la
intención de informar que se presupone en un programa que entiendo se podría
haber calificado de divulgativo y que ayudaría enormemente a que la realidad
hubiera llegado a las mujeres y familias.
El parto es un proceso fisiológico, como el respirar o el
hacer de vientre… Un proceso que se inicia por sí mismo, que tiene sus tiempos y
sus ritmos en cada uno de los seres humanos y que no se puede estandarizar, pues
convertiríamos a un porcentaje altísimo de la población en víctimas de una
patología. Yo pregunto: ¿usted hace caca las mismas veces que su vecino y a las
mismas horas? De no ser así y no entrar en el estándar, aunque no tuviera riesgo
para su salud el no hacerlo… ¿le parecería normal que le pusieran un enema para
que entrara en ese estándar e hiciera de vientre las veces que se recomiendan?
¿Acaso respira al mismo ritmo y con la misma profundidad que el resto de las
personas que conoce? Si no es así y no se ahoga ni sufre problema respiratorio
alguno, ¿no se le ha ocurrido pedir a su médico una bombona de oxígeno para
prevenir posibles faltas del mismo en su organismo? ¿Se la ha dado su médico?
Entonces… ¿cual es el motivo por el que en otro proceso fisiológico como es el
parto, pese a que no haya riesgo documentado alguno ni diagnóstico de patología,
intervengamos permanentemente?
Quizás porque no entendemos, no alcanzamos a comprender que
el parto no es una patología, no es una enfermedad que hay que controlar o
curar… Es un proceso. ¿Y qué consideramos intervención en ese
proceso?
Decir a la madre cuando empujar o cuando contener para no
hacerlo es intervenir… Es pedir a la madre que vaya contra la fisiología de su
parto. Es pedir a la madre que contraiga músculos que han de estar libres para
hacer su trabajo adecuadamente. Es quitarle a la madre el control sobre su parto
para cogerlo nosotros… Y eso no es respetar el parto.
¿Usted ha probado a hacer de vientre tumbado? Si a usted le
resulta cómodo, puede hacerlo perfectamente. Pero ¿qué ocurre si alguien le
informa de que puede hacerlo de otro modo en el que favorece el proceso de su
propio cuerpo? ¿Probaría? Pues dar a luz tumbada es, a nivel fisiológico,
parecido. Si a una mujer que llega a una maternidad se le indica que se tumbe,
por muy amables que sean las palabras que se utilicen para ello, estamos
poniendo a la mujer en la postura menos adecuada para dar a luz a su bebé. En la
que más complicaciones le puede producir y más riesgo de intervenciones
posteriores ofrece… Y esto no es respetar el parto…
Pensar que porque una mamá tiene bebés que pasan de los 3
kilos y medio esa mamá tendrá complicaciones supone una ausencia total de
confianza en esa mujer y su capacidad para parir y eso, aunque no se le diga
directamente a ella, es algo que se transmite… Y esto no es respetar el
parto…
¿Alguno tiene a su pareja o a una persona que no conoce de
nada jaleándole y animándole mientras respiran para que lo hagan mejor? Prueben,
y posiblemente descubrirán que se desconcentran y alteran la respiración,
perdiendo el ritmo que llevaban al desconcentrarse. Hacer esto durante el
proceso del parto indica no apoyo a la madre, que se puede expresar de otras
muchas formas menos invasivas, sino un absoluto desconocimiento de las
necesidades reales del proceso de parto… Y esto no es respetar el
parto…
Cuando un bebé llega al mundo, no viene de la nada, sino de
un mundo diferente en el que tenía sensaciones y condiciones distintas. De un
medio radicalmente distinto al nuestro. Un medio en el que las luces, si
llegaban, lo hacían muy tenuemente; en el que los ruidos llegaban “esponjados”;
en el que estaban arropados, calientes y acunados de modo permanente. En
contacto con su mamá las 24 horas del día… Recibir a un bebé con un foco que
apunta a su cara, con un grupo de gente gritando, frotándole enérgicamente para
limpiar la capa que protege su piel antes de entregarlo a su madre ya limpio,
con su identificación y con su pañal es tratar a ese bebé como si nunca
previamente hubiera tenido sensaciones. Es privar a ese bebé de la paz y la
tranquilidad con la que seguramente se sentiría más cómodo y seguro. Y de la
conexión temprana tan necesaria con su madre… Y esto no es respetar el
nacimiento…
Me asusto profundamente al pensar en la falta de
responsabilidad de mostrar todo esto (y es sólo un extracto de lo que se ve cada
día en algunos Hospitales de nuestro país) como normal. De mostrar este modo de
entender el parto y la maternidad como el “estándar”. Me asusto profundamente
porque significa tirar por tierra la labor de muchos profesionales, el trabajo
personal de muchas mujeres, familias y asociaciones que cada día se afanan por
informar, por llegar a las personas para contarles que hay una forma más
respetuosa de nacer, de parir… Por mostrar que el respeto no es sólo dirigirse
con buen tono a los demás, sino respetarles de verdad a ellos y a sus
capacidades, a sus tiempos, a su posibilidad de tomar decisiones libres y
conscientes cuando están informados de modo adecuado.
Así pues mi pregunta es… ¿es responsable mostrar
actuaciones que van contra el proceso fisiológico del parto como normales o
deseables? ¿Queremos de verdad nacimientos y partos respetados? ¿Entendemos lo
que son? ¿Qué debemos cambiar para que esto sea así?
Sean cuales sean las respuestas, creo de verdad que la base
es buena, que el hecho de que esto haya sido un boom real, un estallido, marcará
un antes y un después en la conciencia de la maternidad y el nacimiento. Y nos
ayudará a avanzar hacia donde debamos de hacerlo. A que muchas voces se
comiencen a escuchar, a que muchas que ya se escuchaban suenen aún más alto…
Hasta de las piedras más trabajosas puede salir una hermosa escultura.
Beatriz Fernández
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