domingo, 3 de febrero de 2013

Buscando la guarida

 

Es algo innegable que somos seres mamíferos racionales. Y es la segunda parte de esta sencilla definición la que nos ha llevado donde estamos ahora mismo. La que ha hecho que el ser humano conquistara el planeta por encima de otros mamíferos. Pero también la que quizás haya provocado que nos olvidemos de la primera parte de esa misma definición inicial.

Si observamos al resto de las criaturas mamíferas del planeta, podemos comprobar enormes diferencias con ellas. Son evidentes en todo lo que se refiere a actos tecnológicos o mecánicos, ya que nosotros hemos evolucionado de otro modo y creado medios para facilitar la mayor parte de las cuestiones prácticas diarias.

Sin embargo, lo que resulta curioso es que se produce una gran ruptura en cuestiones que nada tienen que ver con lo que podríamos decir que hemos ido aprendiendo o adaptando. Que nada tienen que ver con cuestiones mecánicas o tecnológicas, sino con la supervivencia como especie y con el instinto que nos lleva a maternar a nuestras crías.

Nacimiento de un mamífero

Cuando una hembra mamífera va a dar a luz en la naturaleza, en general suele buscar por sí misma un lugar donde se sienta segura. Habitualmente sin la presencia de otros seres, con poca luz, cierto calor, sin ruidos ni posibles sobresaltos y, es más, cuando algo la sobresalta es muy común que automáticamente su cuerpo pare el parto y busque un lugar más adecuado para recibir a su cría. Pero no ocurre eso en la mayor parte de los nacimientos humanos actualmente en nuestra sociedad.

El ejemplo de los delfines es otra posibilidad (realmente hermosa, por cierto) que ha buscado esa especie para dar a luz. Las hembras de delfín dan a luz rodeadas del resto de las hembras de su grupo. Que permanecen a cierta distancia para proteger a la parturienta sin interferir en la llegada del nuevo miembro de la familia. Y tampoco esto es algo que suceda en los humanos.

Naciemiento de un bebé

 
Pero las mujeres en cierto modo sí hacemos algo similar cuando sabemos que podemos hacerlo. En los últimos 40 años, cuando el parto se ha trasladado en más de un 90% a centros hospitalarios, parecía que la mujer había dejado de buscar ese espacio especial para dar a luz. Ese espacio en el que quería recibir a su bebé porque se sentía cómoda y segura allí.

Parecía que no había más elección que el hospital de referencia o la clínica privada a la que se decidiera acudir. Pero algo ha cambiado… algo está cambiando en la forma de ver las cosas de la mujer.
Los criterios de calidad en la asistencia al parto antes se veían copados por un resultado de mamá y bebé vivos y sanos, pues el porcentaje de mortalidad en el parto era muy alto. Pero, habiendo bajado la mortalidad y la morbilidad materna e infantil gracias a diversos avances (mejores condiciones higiénicas, mayor información para una mayor prevención y mejores técnicas de intervención cuando ésta es necesaria, fundamentalmente), esta evolución de la maternidad está dando un paso más.

Las mujeres ya no piden sólo que ellas y sus bebés lleguen vivos a casa. Sino que son conscientes de que hay mucho más que pedir. Mucho que avanzar.

Respeto por el propio parto

Así que ahora valoran el respeto a las decisiones que toman, el respeto al proceso de su propio parto, la información que se les aporta en cada momento de su parto para que puedan decidir, el modo en el que se trata a su bebé nada más nacer y la libertad y el espacio que se les da a ambos y a la familia para encontrarse y vincularse, los motivos por los que se les propone una intervención del tipo que sea, etcétera. Ya no se trata de hacer partos protocolizados y con un mismo ritmo, mismas intervenciones y mismas frases a la madre, sino de dar espacio y medios a cada madre y cada bebé para que se encuentren como les corresponda y se sientan seguros.

Buscar la guarida

La atención sanitaria ha de percibir esta evolución necesaria para poder atenderla. Y muchos centros hospitalarios de nuestro país ya lo han hecho, así como muchos profesionales sanitarios que trabajan de modo independiente. De este modo, con pasos cortos pero firmes, las mujeres de nuestro país ya pueden buscar su propia guarida. Ese lugar donde quieren dar a luz, donde quieren recibir a su bebé.

Y ese lugar puede ser su propia casa, acompañadas por una matrona o un/a ginecólogo/a que se desplace para atender el parto asegurándose de que tanto mamá como bebé se encuentran bien en todo el proceso. Existen además casas de partos, en las cuales profesionales sanitarios acompañan y atienden el proceso de parto de cada mujer y la llegada de su bebé. También puede ser en un hospital de baja intervención de los que hay repartidos por nuestro país, en los cuales tanto el protocolo del centro como el personal están volcados en que cada mujer tenga el parto que le corresponde y cada bebé el nacimiento que necesita, preservando el bienestar de ambos con el uso de los medios humanos y tecnológicos necesarios. Pero también puede ser en el hospital de referencia, con o sin un plan de parto en el que la mujer explique cómo desea que sea su parto y la atención a su bebé, con o sin los protocolos estandarizados del propio centro hospitalario en función de los derechos de esa madre y ese bebé y cómo se deseen ejercer. Cada mujer encontrará su guarida. Quizás no en el primer parto, tal vez en el segundo o el tercero… Pero la encontrará.

Atender el parto

Y todo el sistema de atención al parto en nuestro país seguirá evolucionando, seguirá buscando opciones y soluciones; adaptándose a lo que las mujeres y sus bebés necesitan. Todo el sistema acabará entendiendo y atendiendo la necesidad y el derecho de las mujeres de tener opciones. Acabará entendiendo que se trata de un derecho de ellas y de los niños que vienen de camino. Y que trabajando con la confianza de las mujeres en este sistema, confianza en que se las escuchará, se las atenderá y se les permitirá decidir, será como más gratificante llegue a ser el trabajo en la maternidad y mejores experiencias lleguen a vivirse para todos: mujeres, bebés, familias y profesionales.

Por ahora los centros y profesionales que ven esta necesaria evolución son minoría en nuestro país, pero cada día somos más. De la mano de las mujeres y sus bebés, alimentados por esa fuerza de la vida, ese número crece día a día para que cada vez las mujeres hayan de invertir menos tiempo y esfuerzo en buscar opciones para poder dedicarlo a lo más importante en ese momento para ella y su pequeño: vivir la maternidad.


Beatriz Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad, especializada en duelo.
A Coruña y Madrid.
Correo electrónico: serdoula@gmail.com
Telf: 600218964

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