Muchas son las formas de llegar a la maternidad. Algunas madres han tenido el privilegio de sentir la vida en ellas y otras no han podido disfrutar la vida en su interior, pero sí han tenido el privilegio de recibir esa vida en los brazos con el mayor de los amores. Algunas madres han disfrutado de sus hijos unas pocas semanas, silenciosos, casi invisibles para el resto del mundo, escondidos en la cueva protectora del vientre materno. Y otras los han tenido con ellas físicamente durante días, meses o años en los que han disfrutado, sufrido, reído, llorado, aprendido y desmontado todo lo que sabían y lo que eran para crear un yo nuevo, un sistema vital diferente… Todo un universo nuevo para ella, junto con el resto de su familia, para crear esa nueva constelación que es de su familia.
Valientes
Son valientes porque han mirado dentro de ellas para buscar quienes son como madres, como madres-mujeres. Y mirar dentro, cuestionar la propia infancia, la propia crianza, las bases de la vida misma da mucho miedo. Y es de valientes.
Sufridoras y orgullosas de los suyos
Y disfrutan con los logros de sus hijos. Desde que hayan ganado un día más de vida dentro de ellas, hasta que haya comenzado a latir su pequeño corazoncito o que hayan conseguido el mayor de los honores públicos. Porque todos los logros son nuevos pasos de esa vida, de la más importante de las vidas: la de sus hijos.
Cautas y llenas de amor
Y siguen amando incluso cuando saben que esos hijos no llegarán a sus brazos, convirtiendo ese amor de brazos llenos en amor hacia el infinito, hacia quien no llegará. Aceptándole como alguien que no estará en sus brazos y amándole a pesar de no ser lo que ella esperaba.
Sabias
Merecen respeto
Porque las madres perfectas no existen. Porque las madres que nunca dudan, que nunca temen, que nunca sienten dolor, que nunca lloran o se quejan, que nunca se sienten perdidas o inseguras, que nunca se sienten paralizadas… son madres que no existen. Son una ficción creada que alimentamos cada día cuando nos preguntan qué tal estamos y, llorando, sufriendo, temiendo o con dolor por dentro, respondemos “muy bien”.
Porque las madres necesitamos llorar cuando sufrimos, necesitamos temblar cuando tememos, necesitamos escondernos cuando no sabemos qué hacer y nos sentimos inseguras, necesitamos quejarnos cuando nos duele pero, sobre todo, necesitamos que nos comprendan en esos momentos. Necesitamos que nos apoyen en esos momentos. Que nos muestren que confían en nosotras. Que nos respetan como personas, como madres y como mujeres. En nuestras capacidades y en nuestro cuerpo.
Feliz día, mamás.
Beatriz Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad, especializada en duelo.
A Coruña y Madrid.
Correo electrónico: serdoula@gmail.com
Telf: 600218964
http://serdoulas.blogspot.com/
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