jueves, 28 de febrero de 2013

PREGUNTAS... Y SÓLO PREGUNTAS

Estas primeras líneas están sacadas de hechos reales que pueden resultar ofensivos a quienes vean la infancia de un modo diferente al que parece tener la mayoría de la sociedad.
Mujer 1: - Los niños pegan y muerden.
Mujer 2: - Sí, es muy normal. Todos pasan esta etapa. Más los niños que las niñas.
Mujer 1: - No! Las niñas también. Mi sobrina me mordió una pierna con 4 años. Pero es normal.
Mujer 3: - Sí, el mío pega y muerde desde siempre y tiene 6 años. Pero es normal. Lo hacen todos.

Esto no es más que la reproducción de una conversación casual entre varias amigas en un desayuno de oficina. Pero algo así podemos escucharlo en la puerta de un colegio, en la cola de la panadería, en el autobus o en una cafetería cualquiera.
Por más que, al menos yo. escucho cosas así, al revés de lo que parece suceder con las contertulias de este tipo de conversaciones, sigo sin encontrar la normalidad. Es una de esas cosas que no normalizo pese a haberlas escuchado mil veces ya.
De hecho, cuanto más lo escucho, más me preocupa que a los adultos les parezca normal del modo que sea que nuestros pequeños se comuniquen y relacionen con su entorno de modo habitual a través de patadas, manotazos o mordiscos. Porque yo me pregunto: ¿qué tipo de relación con el entorno están tomando nuestros hijos para que esto suceda? ¿Qué lleva a un niño de apenas 2 años a empujar o morder a otros niños o adultos de modo cotidiano?

Si bien es cierto que morder o empujar pueden ser reacciones "normales" en algunos casos, ¿qué hace que esto se convierta en diario? ¿Se ve reforzado por la normalización que parecen hacer los adultos de ello? ¿Qué podemos hacer como padres si nos encontramos con un comportamiento así por parte de nuestros hijos?
Si esperamos una respuesta única y concreta y una serie de "normas a seguir", aquí no lo encontraremos. Sin embargo, sí tenemos muchas preguntas que nos ayudan a reflexionar...

¿Cómo nos relacionamos nosotros con nuestro entorno? Evidentemente, no a patadas y mordiscos pero, ¿cómo nos expresamos? ¿Llegamos a hacernos entender o nos sentimos frustrados por no conseguirlo? Cuando nos sentimos frustrados, ¿cómo reaccionamos? ¿Nos "cerramos"? ¿Nos enfadamos? Qué frustrante es no conseguir que nos escuchen o nos entiendam, ¿verdad?

Y... ¿qué sucede cuando queremos, necesitamos, que una persona nos atienda? ¿Qué ocurre si no sentimos que recibimos esa atención que necesitamos? ¿Nos sentimos tristes? ¿Solos? ¿Frustrados de nuevo quizás?
¿Y si no nos resignamos a no ser atendidos? ¿Qué pasa si nos rebelamos contra ello? ¿Reaccionamos con enfado? ¿Con llamadas de atención airadas? Molestas incluso... ¡Qué difícil es gestionar esa sensación de no ser atendidos!¡Qué inseguridad sentirse así!

¿Llegan estas reacciones nuestras de forma espontánea o casual o podemos pensar que hay algún motivo y tal vez algo que pueda ayudar? ¿Y en el caso de nuestros hijos? ¿Podemos pensar que sólo es imitación o bien podemos creer que que hay algún posible motivo y algo que podemos hacer?

Ya lo veis... Sólo tenemos preguntas, muchas preguntas. Quizás entre todos encontremos alguna pequeña respuesta...

No hay comentarios:

Publicar un comentario