domingo, 3 de febrero de 2013

Una realidad incómoda

Hace un tiempo entendí que hay cosas que no vemos porque realmente no las queremos ver. Porque nos incomodan, nos revuelven o nos podrían hacer cuestionar decisiones que hemos tomado en algún momento de nuestra vida u opiniones que hemos defendido a capa y espada. Y eso es algo que no nos podemos permitir si no estamos preparados para gestionar esas dudas. Pero a veces esas verdades que queremos meter debajo de la alfombra nos hacen tropezar porque son tan enormes que no caben en los escondites que hemos buscado para ellas.

Tras la pérdida
Semanas atrás, en una reunión, alguien me preguntó: “¿por qué todas esas mujeres que pierden embarazos no son reconocidas ni atendidas por nadie? ¿qué pasa con ellas?”. Y mi respuesta fue breve y sencilla: “no interesa”.
Reconocer que todas esas mujeres que han perdido embarazos tempranos han sido madres significa cuestionarnos muchas cosas. Cuestionarnos una ley del aborto que levanta ampollas socialmente y que ha sido bandera de lo que en su momento se entendión como revolución femenina, cuestionarnos qué hemos hecho al no atender a esas mujeres y familias y reconocer su dolor, cuestionarnos nuestras propias pérdidas no reconocidas y cuestionarnos por qué no hemos podido reconocerlas y vivirlas, qué ocurriría si lo hiciéramos. Todo eso y muchísimo más nos tendríamos que cuestionar.
 
Los números
Las cifras de legrados en la sanidad pública de nuestro país y las estimadas de pérdidas prenatales hablan de un problema que afecta a cerca de ¼ parte de los embarazos y a un porcentaje cercano al 15% de las mujeres en edad fértil. Y esto es una realidad muy grande para esconderla bajo la alfombra y mirar para otro lado. Nos acabaremos tropezando con ella y dándonos de bruces con el duro suelo si lo seguimos intentando.
Todas esas mujeres, esas madres y padres invisibles, esas familias llenas de esperanzas truncadas, van saliendo a la luz. Van mostrándose en público y defendiendo su derecho a vivir la pena a su modo, poco a poco. Van pidiendo su derecho a guardar los recuerdos que les sea posible de sus bebés. A vivir la pérdida del modo que elijan y con una atención que les permita no acentuar el dolor con recuerdos negativos sobre la asistencia (o la falta de ella) que recibieron en ese momento.
 
No pasar de largo
esto implica compromiso. Compromiso del entorno de las mujeres y familias; compromiso del entorno sanitario para que la asistencia a estas mujeres y familias vaya más allá de las intervenciones farmacológicas y médicas, para que conozcan y entiendan las necesidades de las mujeres y familias en ese momento, para que puedan reconocer y anteponer los derechos de cada una de las mujeres y familias a los protocolos; compromiso de las entidades y autoridades sanitarias o no para desarrollar políticas y protocolos que faciliten apoyo en estos duros momentos, programas de formación para el personal asistencial en el área sanitaria y social. Y compromiso de la sociedad para respetar las vivencias de esas mujeres y familias sin juzgar si encajan con lo socialmente correcto o no.
 
Vivir el duelo
Sólo así las mujeres y familias podrán vivir sus duelos de un modo honesto y sano. Sólo así podrán decidir cómo vivir sus duelos y pedir ayuda si la necesitan. Sólo así las pérdidas de todos esos bebés dejarán de ser una verdad incómoda para ser simplemente una cara más de la vida. Dura, difícil y dolorosa, pero una cara más de la vida.
 
Reconocer y atender: un paso adelante
Como ya hemos dicho en otras ocasiones, actualmente hay asociaciones, particulares y profesionales que estamos trabajando cada día para que esta realidad incómoda se convierta en una realidad reconocida y atendida. Nos empeñamos en mostrarla, en que salga a la luz y que se conozca no desde el punto de vista de la lástima, sino desde el de la comprensión de lo que sucede. Grupos de madres y padres, matronas, psicólogos/as y doulas que sacamos adelante charlas, talleres y formaciones con el objetivo de hacer que se vea a estos bebés algo real, a estas mujeres y hombres como madres y padres, y a esta situación algo que vivir sin sentirse aislado, atacado o cuestionado.
Intentamos que estas charlas y formaciones y las vivencias de estas mujeres y familias lleguen a la sociedad en general y a los profesionales sanitarios y de atención social en particular. Porque solo de este modo las cosas irán cambiando, que es lo que cada vez piden más mujeres y familias que han pasado por esta vivencia y que no se han sentido acompañados o comprendidos durante ese camino.
Porque es una realidad. Una realidad que forma parte de la vida y que no se puede ni se debe esconder. Acerquémonos a ella para entenderla y no permitamos que más bebés, madres y padres deban esconderse para vivirla.
Beatriz Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad, especializada en duelo.
A Coruña y Madrid.
Correo electrónico: serdoula@gmail.com
Telf: 600218964

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