Y realmente algo así ocurre con las vivencias maternales, incluidas las cesáreas. Cada año se realizan en
nuestro país miles de ellas para traer al mundo a otros tantos niños. En muchos casos la necesidad impera debido a motivos médicos incontestables. Pero en otros, los motivos que propician que un bebé llegue a los brazos de su madre a través de una intervención de cirugía mayor en lugar de hacerlo a través de un parto vaginal poco o nada tienen que ver con la preservación de la integridad física de mamá y/o bebé o con pruebas médicas diagnósticas que así lo aconsejen.
Sean cuales sean los motivos y justificaciones que se dan en cada caso, lo más habitual es que la cesárea sea algo traumático para mamá y bebé y que suponga una “condena” a una nueva cesárea en los siguientes partos que esa mujer pueda tener.
Portada del trabajo "Cesárea, más allá de la herida". De la artista Ana Alvarez-Errecalde. |
¿Y para el bebé? ¿Es realmente, como se suele decir, menos traumático para los bebés llegar sin pasar por el canal de parto? Nadie en su sano juicio puede negar que el paso por el canal de parto sea una experiencia estresante. Pero la naturaleza no hace nada al azar. Nuestros bebés nacen tan inmaduros para poder pasar precisamente por el canal de parto. En él, conectados aún a sus madres, se benefician del torrente hormonal que reciben de ellas para iniciar su vida en el exterior. Continúan recibiendo oxígeno a través del cordón umbilical hasta estar preparados para respirar con sus propios pulmones, que van vaciando gracias a los “empujones” que sufren en su salida por vía vaginal, además de ir siendo estimulados enérgicamente gracias a ellos también. Con todo ello, la experiencia del parto les ayuda a salir al mundo de un modo más natural, más armonioso... Y ser recibido por los brazos de su madre es el culmen.
Cuando pasamos por un momento traumático, cada uno tenemos nuestros mecanismos de defensa, nuestras herramientas para recomponer aquello que cambia o se rompe en nuestro interior. Y estas herramientas dependen de muchos factores, por ello lo que a unos destroza, a otros enseña y ayuda a crecer. No es nada extraño que, ante situaciones similares, dos personas reaccionen de modo muy distinto.
En el tema que nos ocupa (las cesáreas) aquellas mujeres que se sienten traumatizadas por la experiencia (que no son todas ni mucho menos) también reaccionan de modo distinto. Así encontramos mujeres que aceptan la condena de recibir al resto de sus hijos del mismo modo y tratan de asumir que esto será así para permitirse tener más hijos. Y también encontramos mujeres que deciden que las cosas no han de ser así, que quizás haya otras opciones e investigan. Buscan respuestas a sus preguntas, se revelan ante lo que ellas consideran un castigo. Y en muchas ocasiones lo consiguen, consiguen el nacimiento que deseaban para su siguiente bebé, el parto que deseaban para ellas.
Efectivamente, se trata de una condena injusta. Hoy en día se conoce de sobra el hecho de que un parto vaginal después de una e incluso dos cesáreas tiene menos riesgos para mamá y bebé que una nueva cesárea. Entonces, ¿por qué se sigue dando la sentencia condenatoria a las mujeres tras su primera cesárea? ¿Se trata quizás de miedo ante lo que pueda ocurrir en el parto?¿Se trata de continuar estandarizando a las personas y sus nacimientos?¿Se trata de querer controlar y definir las rutinas aplicables en cada caso para comodidad de nuestro sistema sanitario? ¿Quizás es esa obsesión por mantener el poder de la información y considerar que las mujeres son seres que ignoran la misma por defecto y hemos de "protegerlas" de su ignorancia? ¿Es tal vez el afán de no perder protagonismo frente a una función fisiológica que la mujer puede llevar a cabo sin intervenciones si todo transcurre de modo normal?¿A qué le tenemos miedo?¿Qué nos impide asumir que el papel protagonista es sólo de las mujeres en sus partos y en toda su maternidad?¿Qué nos impide entregarles las decisiones sobre su cuerpo?
Todas las mujeres que han sentido su cesárea como un trauma físico y/o psicológico deben buscar su propio camino. Tal vez les lleve a una nueva cesárea, a no repetir experiencia en la maternidad y decidir no tener más hijos o a un parto vaginal como el que deseaban inicialmente o han descubierto después que deseaban. Pero cada una buscará respuestas a sus propias preguntas, herramientas que les ayuden a curar sus heridas y personas que estén a su lado en ese proceso de curación. ¿Estará nuestra sociedad y estaremos los profesionales a la altura?
Beatriz Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad.
Especializada en Duelo y Nuevos Caminos Maternales.
serdoulasmadrid@gmail.com
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