jueves, 14 de agosto de 2014

DOULAS EN EL PARTO: DOLOR Y DOULA

Cada día miles de mujeres se ponen de parto y miles de familias reciben a sus nuevos bebés, en su mayor parte en hospitales. Y cada día, las mujeres llegan al parto preguntándose cómo podrán afrontar las contracciones y el dolor.
Analizar el dolor en el parto es algo que muchos expertos han intentado y que ha hecho correr auténticos ríos de tinta. La autora Verena Schmid, por ejemplo, hace un fantástico análisis en su libro El dolor del parto, creando una visión más que completa, concreta y accesible de este aviso de llegada que nuestro cuerpo nos ofrece. Como ella refleja, el dolor en el parto está siempre influenciado por más factores de los que se suelen mencionar. Cuestiones físicas, psicológicas y emocionales se unen a las influencias ambientales referidas tanto al espacio como a las personas que nos rodean en el momento del parto para hacer que la percepción del dolor sea una u otra, dependiendo de cómo cada factor actúe en su momento y de cómo cada mujer sienta en cada instante y de su estado físico, psicológico y emocioal. Por tanto, cada mujer en su parto tendrá percepciones distintas, incluso la misma mujer en distintos partos. Y, en muchas ocasiones, estas sensaciones y percepciones nada tendrán que ver con lo que esperaba. 

Mucho se ha dicho también sobre el papel que las Doulas tenemos en el parto. Se nos ha confundido con otras profesiones, se nos han atribuido funciones que no nos corresponden, se nos ha intentado mostrar como "ayudantes" de otros profesionales e incluso como sustitutas de dichos profesionales. Pero nada más alejado de la realidad, pues el papel de la Doula en el parto es otro y ha de estar bien definido desde el primer momento entre la Doula, la mujer y quienes atienden el parto. Se trata de facilitar, ofrecer espacio emocional, permanecer en atención constante de las necesidades y las situaciones que rodean a la madre, de estar sin que nuestra presencia sea sentida apenas por el resto del mundo, de mantener abierto el canal de comunicación que con la madre hemos creado antes del parto para que sienta libertad para utilizarlo, para expresarse con nosotras y el mundo, para parir en libertad se encuentre donde se encuentre.

Es evidente que las Doulas no somos la solución definitiva para evitar el dolor del parto, no somos el milagro para tener partos sin dolor. Pero, las Doulas sí somos quienes nos sentamos con la mujer durante el embarazo y en ocasiones en el parto, ofreciendo comprensión, escucha, respeto y apoyo que se traducen en seguridad y paz. Dos cosas que en el momento del parto son fundamentales. Quizás sea esa la clave, el motivo, uno de los que provocan que diversos estudios y metaanálisis hayan documentado menor necesidad de la ya famosa epidural, partos más cortos y mejor recuerdo del parto en aquellos nacimientos que han sido acompañados por Doulas. Se trata de que la mujer pueda sentir espacio emocional y físico para sacar miedos, inseguridades, nervios y tensiones para sembrar en su maternidad tranquilidad, seguridad, paz y confianza. Eso es lo que ofrecemos acompañando el camino de las mujeres que así lo deciden a su parto, al nacimiento de sus bebés: que cada mujer viva las olas de su mar del modo que desee, pero desde la tranquilidad y el apoyo que necesitan. 

Pero no todo es tan sencillo como la teoría puede aparentar, las Doulas no somos la herramienta mágica. Acompañamos madres, personas que tienen una vida tras ellas, repleta de experiencias, vivencias y aprendizajes. Y todas las personas tenemos muchas emociones y relaciones entre palabras y sensaciones integradas de modo inconsciente incluso. Un claro ejemplo lo tenemos en esa palabra que tanto asusta a veces a las mamás y a los papás: contracción. Cuando alguien la nombra muchas caras cambian en una sala llena de mamás y papás en espera de su bebé. Las propias caras se contraen en un gesto de tensión y esto es un ejemplo de lo que hace en nosotras la contracción. Evidentemente la palabra es absolutamente correcta, pues se trata de un espasmo de las fibras musculares que forman el útero, que en el momento del parto están en un intenso trabajo de contracción para que el parto sea posible. Pero, ¿qué ocurre con ese término al nombrarlo? ¿Qué nos hace sentir? En general, nos hace sentir tensión. Si nos hace sentir tensión, luchamos contra lo que significa. Nos ponemos más tensas cuando lo que necesitamos es precisamente lo contrario: dilatar. Y para que nuestro cuerpo pueda dilatar, una de las mayores ayudas es intentar relajar.
Este es uno de los motivos por los que muchos profesionales han comenzado a cambiar el lenguaje, a ofrecer al parto y al nacimiento palabras más acordes con lo que realmente debería ser si todo discurre de forma fisiológica y sana: una celebración de vida, un encuentro de amor. Así, algunas técnicas de preparación al parto nos ofrecen palabras como "olas" o "abrazos" para referirnos a las contracciones. Porque cambiar el lenguaje ayuda a modificar nuestro pensamiento respecto a aquello de lo que hablamos.

Otra de las grandes cuestiones es el dolor... El tan temido dolor del parto.
Es importante desterrar la asociación entre dolor y enfermedad. Una asociación que tenemos absolutamente integrada y que en el caso del parto no es cierta. El parto no es una enfermedad, sino un proceso absolutamente natural y fisiológico que culmina con la celebración de una nueva vida, si todo sucede como esperamos. 
De este modo, con nuestra asociación entre la enfermedad y el dolor y de éste con el parto, conectamos directamente el parto con la enfermedad, haciendo que la inseguridad y el miedo aparezcan y apliquen una presión extra como factor psicológico y emocional durante el parto a la mujer. Al margen de la existencia demostrada de partos naturales sin dolor e incluso placenteros, el dolor no es sino un síntoma de que algo ocurre en nuestro cuerpo o de que algo va a ocurrir. Pero no es una enfermedad en sí, ni nos confirma siempre que aparece que una enfermedad nos llega o ya está instalada en nosotros. Si asumimos e integramos esto, romperemos la asociación dolor igual a enfermedad y nuestra presión disminuirá, y con ella nuestra percepción del dolor.

Las Doulas no somos la varita mágica que elimina todo dolor, pesar o genera felicidad inmediata ni en el parto ni en ninguna otra etapa, pero sí somos facilitadoras de espacio emocional. Y con ese espacio cada madre hace lo que siente: relajar, soltar, expresar... O simplemente dejarse sentir junto a su Doula en su maternidad...


Bea Fernández
Doula especializada en Duelo y nuevos caminos maternales
serdoulasmadrid@gmail.com
Telf: 600218964

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