viernes, 22 de agosto de 2014

UN ESLABÓN MUY PERDIDO...

Como muchas mujeres y profesionales de la maternidad, en estos días me he sentido absolutamente retratada en las palabras de un hombre que definía a quienes decidíamos sobre nuestra maternidad y el nacimiento de nuestros hijos como “personas vencidas por el mal” y “mentes podridas de desinformación y mentira”. Y, qué queréis que os diga. Si soy todo eso, que viva la victoria del mal y la mente podrida. Viva!

Aunque sería muy, muy fácil atacar este escrito (ni lo considero artículo porque no aporta nada, simplemente escupe palabras) atacando la base de su autor, su recorrido con tropiezos con la legalidad y su calado ético más que cuestionable, no me pararé en ello porque lo que me preocupa es el poso de desinformación y neandertalismo que transmite y que parece ser compartido por algunas partes de nuestra sociedad.
Tampoco me meteré en la extraña e incoherente relación que establece entre quienes desean decidir sobre SU parto y el nacimiento de SU hijo con la izquierda o con el derecho al aborto y que está absolutamente introducida a calzador en sus palabras porque se desmonta por sí misma y nadie con dos dedos de frente hace una relación entre ambas cuestiones. El parto lo decide cada mujer independientemente de sus creencias políticas, señor mío. No por ser de izquierdas una mujer decide parir en su casa.

Lo primero que hace este escrito absurdo y carente de base informativa es obviar los derechos humanos y la
Ley de Autonomía del paciente, entre otras cosas. Ya de entrada me parece suficiente metedura de pata que se afirme que cuando entramos en la consulta de un profesional sanitario (el que sea) pasamos a ser de su propiedad. Esto es, como punto de partida, ilegal por completo. Este profesional diagnostica y propone posibles soluciones a la situación que nos lleva a su consulta. En ningún caso esto supone que seamos de su propiedad. Y, evidentemente, cuando no acudimos por un problema de salud, sino por un proceso fisiológico el objetivo en la consulta del profesional sanitario es el mismo. Porque el parto, señor mío, es un proceso fisiológico y no una enfermedad.

Otra cuestión que nos deja ver la ignorancia reinante en esta obra maestra del “hablo de lo que sea sin saber sólo para que se hable de mi” es el afirmar que el profesional sanitario asignado a la tarea de atender un parto sea el Ginecólogo y obviar la existencia de otros profesionales, ya que en el BOE podemos encontrar fácilmente las atribuciones de la Enfermería Obstétrico-Ginecológica (Matrona) y entre ellas está precisamente esta que copio textualmente: “Prestar atención al binomio madre-hijo en el diagnóstico, control y asistencia durante el parto, auxiliándose de los medios clínicos y tecnológicos adecuados.”
Es decir, que, como indica el BOE, el profesional sanitario que tiene como competencia la atención al parto es la Matrona y no el Ginecólogo, aunque éste también puede atender partos, evidentemente, pues debe tener la formación y capacidades para ello. Y muchos son grandes profesionales que cada día atienden partos de mujeres en Hospital o domicilio. Pero entiendo que la ignorancia y la misoginia reinante en el texto publicado no permitan al autor ser consciente de este hecho o siquiera valorar que esto sea así. Para que se sienta mejor el autor y no se eche las manos a la cabeza por ser una mujer la que controla el proceso de nacimiento y parto, he de decir que también existen excelentes Matrones o Matronas hombres.

Y aquí pasamos a algo mucho más complejo para las personas que no se molestan en informarse antes de escribir: la evidencia científica. Porque si ni se ha revisado los derechos del usuario en el sistema sanitario, los derechos humanos o las competencias de cada profesional en el área de la atención al parto, no podemos pedir que se informe sobre las estadísticas de seguridad e intervenciones en el momento de nacimiento y parto.
Bueno, el caso es que las recomendaciones de la OMS y la Estrategia de Atención al Parto del Ministerio de Sanidad incluyen, entre otras cosas, rebajar el número de intervenciones médicas al mínimo o facilitar la decisión de las mujeres sobre su parto y el nacimiento de su bebé, eso de base. Y, por otra parte, los estudios avalan la seguridad del parto domiciliario, equiparándola con la del parto hospitalario. Hasta tal punto que en países como Holanda o Reino Unido el parto en casa, lejos de ser una novedad o aún un tema de debate, es algo absolutamente cotidiano. Pero, claro, es que para conocer datos hay que buscarlos e informarse sobre lo que uno escribe.

Decir que las mujeres que deciden sobre lo mejor para ellas y sus bebés en el momento del parto y nacimiento están “vencidas por el mal” o nubladas por su izquierdismo, feminismo o locura es no saber ni conocer a estas mujeres, sus familias y la base de sus decisiones. Con esto, volvemos a la ignorancia… una vez más.
Opiniones puede haberlas para todos los gustos porque, le pese a quien le pese (lo lamento por el autor de semejante escrito sin sentido porque parece molesto con el concepto de libertad) hombres y mujeres somos teóricamente libres en este país para poder opinar y actuar en consecuencia. Libertad que ampara incluso a quienes hablan sin saber. Eso sí, dicha libertad choca con el límite del respeto básico al resto de la sociedad, límite que hay quienes traspasan una y otra vez sin ningún tipo de cortapisa ni consecuencia, e incluso en ocasiones rodeados de aplausos y siendo pagados por ello. Vergonzoso.

Decálogo de los derechos del Nacimiento
Plataforma Pro Derechos del Nacimiento
Pero la realidad, por mucho que choque a personas que ni conocen ni quieren conocer sobre el tema, es que las mujeres y familias que viven un parto en su casa son, en su inmensa mayoría, personas que han buscado información, han reflexionado sobre ella, han valorado y han decidido en base a lo que creen que es mejor con esa información en la mano. Y son personas que no deciden en base exclusivamente a sus deseos, sino que lo hacen como madres y padres, en nombre de sus bebés y en base a lo que encuentran mejor también para estos pequeños, haciéndose responsables de su maternidad y paternidad. Sólo por ese proceso de buscar opciones, valorar, decidir y reflexionar, decidan traer a su bebé al mundo en el Hospital o en casa y hagan o no un plan de parto, ya merecen muchísimo más respeto que quienes hablan sin conocer y con la más absoluta carencia de respeto en sus palabras.

Encantada, yo pongo en manos de quien lo desee la información para documentarse acerca de lo que es un parto (repito: proceso fisiológico, no enfermedad) y las recomendaciones basadas en evidencia científica que se manejan a día de hoy. Pese a que, con poco esfuerzo, estas son documentaciones que se encuentran en la red.
Pero, pese a ello, afirmo con firmeza y claridad que una persona que escribe en un medio ofreciendo información incorrecta, faltando al respeto a una persona o colectivo y confundiendo términos es un mal profesional a todas luces, pues lo mínimo es documentarse para escribir sobre algo antes de hacerlo, se sea periodista o no. Y que, evidentemente, el medio que lo publica es absolutamente responsable de lo que se difunde en él.
Por ello no me paro a pedir responsabilidades al autor de semejante muestra de ignorancia y carencia de respeto, responsabilidad o profesionalidad, sino que pido al medio en el que ha sido difundido la inmediata retirada de un artículo que jamás debió publicarse si se hubiera seguido un criterio de coherencia, servicio público y profesionalidad.


En ocasiones creo, honestamente, haber encontrado el eslabón perdido… Pero uno muy, muy perdido... 


Bea Fdez.
Doula, Madre y Educadora Infantil
serdoulasmadrid@gmail.com 

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