Hay teorías y pruebas científicas lo suficientemente abundantes como para afirmar que el hecho de que ese vínculo emocional se mantenga fuerte y sano ayuda a nuestros hijos durante la infancia pero también en la etapa adulta. De hecho, John Bowlby publicó un estudio completo en tres volúmenes Apego,Separación y Pérdida hace más de 30 años en el que desarrollaba de modo pormenorizado el apego. Y todas esas teorías, estudios, artículos, libros y profesionales que nos explican sus conclusiones sobre el tema son de sobra conocidos en el mundo de la maternidad consciente, y aludidos constantemente como pilares de la crianza con apego. Porque no hemos inventado nada nuevo, nuestras abuelas lo tenían muy claro: escuchar el instinto y cubrir las necesidades reales de los bebés y de la maternidad.
Sin embargo, la experiencia propia y ajena nos muestra que si alguna regla tiene la crianza es que no existen reglas. Que tal y como entre las madres y familias que apoyan este tipo de crianza se recitan los argumentos para continuarla, entre las familias que crían a sus hijos de otro modo se recitan otros argumentos que también avalan sus decisiones y también están respaldados por libros, teorías y profesionales pero, sobre todo, por un alto porcentaje de la sociedad.
Sin embargo, la experiencia propia y ajena nos muestra que si alguna regla tiene la crianza es que no existen reglas. Que tal y como entre las madres y familias que apoyan este tipo de crianza se recitan los argumentos para continuarla, entre las familias que crían a sus hijos de otro modo se recitan otros argumentos que también avalan sus decisiones y también están respaldados por libros, teorías y profesionales pero, sobre todo, por un alto porcentaje de la sociedad.
Una vez alguien me dijo que por cada estudio que concluyera cualquier cosa, seguro saldría uno que diría lo contrario. Y que cada individuo elegiría quedarse con aquel que le aportara más seguridad o viniera a reforzar lo que ya creía previamente. Así que, según esta afirmación (que he de decir que bajo mi punto de vista se cumple) nadie puede encontrar la verdad absoluta, única y sin excepciones en muchísimos temas que se relacionan con nuestra cotidianidad. Nadie puede desarrollar una teoría que satisfaga al 100% y se cumpla al 100%. Desde la alimentación hasta el uso de medicamentos y, por supuesto, la crianza todo está cuestionado y “dividido”.
Así las cosas, seguramente no deberíamos afirmar que hay una forma “buena” de criar y otra que no lo es. Primero porque cada niño es distinto, incluso dentro de una misma familia y con la misma crianza cada niño tiene sus necesidades, su forma de ser, su "espacio" en la estructura familiar que le condiciona también. Después porque cada niño (incluso en caso de hermanos) llega a una familia absolutamente distinta a la que recibe a otro pequeño. Con circunstancias diferentes, rutinas distintas, vivencias y aprendizajes que les han hecho cambiar desde la llegada del hijo anterior… Todo ha cambiado de algún modo, los primeros que hemos cambiado entre la llegada de un hijo y de otro somos nosotros: los padres. Así que ¿cómo podemos asegurar que lo que nos “funcionó” en la crianza de un niño nos ayudará en la de otro o ayudará a otra familia en la crianza de los suyos? Y, si no podemos asegurar que para nosotros mismos lo haga, ¿cómo podemos recriminar a otros que no utilicen nuestros métodos sin conocer sus necesidades, sus emociones y limitaciones?
No. No podemos asegurarlo. Podemos informarnos, podemos escuchar, observar, aprender y tratar de disfrutar de la crianza de cada uno de nuestros hijos tal y como nuestro instinto nos vaya mostrando. Sin perder de vista lo que sabemos, pero cuestionándonoslo constantemente y adaptándolo a las necesidades de nuestro hijo y nuestra familia en cada momento. Porque eso es ser realmente conscientes de la crianza.
No. No podemos asegurarlo. Podemos informarnos, podemos escuchar, observar, aprender y tratar de disfrutar de la crianza de cada uno de nuestros hijos tal y como nuestro instinto nos vaya mostrando. Sin perder de vista lo que sabemos, pero cuestionándonoslo constantemente y adaptándolo a las necesidades de nuestro hijo y nuestra familia en cada momento. Porque eso es ser realmente conscientes de la crianza.
Por eso, cuando se cuestiona a una madre o familia
(críe o no con apego) por el modo de criar a sus
hijos nos estamos cuestionando todas. Estamos evidenciando lo poco que nos damos cuenta de que cada individuo es diferente y cada núcleo familiar también. Dejamos al descubierto nuestra ignorancia real sobre el proceso de maternaje y crianza y sobre las estructuras familiares. Mostramos el poco respeto que realmente tenemos por el resto de las personas, de las familias, y les estamos mostrando a nuestros hijos un ejemplo carente de respeto y empatía; transmitiéndoles que lo que no encaje con su “esquema” vital mental no es válido y, es más, está mal hecho, transmitiéndoles intolerancia en lugar de respeto por los demás.
Con ese ejemplo de intolerancia, conseguiremos hacer a su vez cuestionable ese mismo esquema vital que nuestros hijos tienen por único aceptable (si no respetamos no podemos esperar respeto, y si cuestionamos seguramente eso recibiremos o percibiremos de los demás) y les empujamos a defenderlo, incluso aunque de un modo racional no esté siendo cuestionado. Simplemente porque se sentirán atacados.
Nuestra misión como madres y padres es mostrar a nuestros hijos los distintos caminos que pueden tomar en la vida. Mostrarles las opciones y ayudarles a reflexionar sobre las consecuencias que tendrán cada una de sus elecciones, mostrarles la importancia del respeto, la empatía y la armonía en la convivencia. Y no enseñándoles que lo que ellos viven es lo único positivo, no enseñarles a luchar contra lo que sea diferente a lo que viven en sus familias. Si deseamos trabajar por una sociedad mejor, no podemos hacerlo utilizando a nuestros hijos, sino siendo nosotros respetuosos, comprensivos y empáticos.
Porque este modo de criar es el nuestro, quizás el de nuestros hijos sea diferente pese a tener toda la información de la que nosotros disponemos y mucha más tal vez... Porque nosotros somos unos y nuestros hijos son otras personas diferentes... Personas a las que mostrar todas las realidades para que puedan sentirse libres para elegir...
A los que darles la libertad a través del amor, con el ejemplo del día a día.
(críe o no con apego) por el modo de criar a sus
hijos nos estamos cuestionando todas. Estamos evidenciando lo poco que nos damos cuenta de que cada individuo es diferente y cada núcleo familiar también. Dejamos al descubierto nuestra ignorancia real sobre el proceso de maternaje y crianza y sobre las estructuras familiares. Mostramos el poco respeto que realmente tenemos por el resto de las personas, de las familias, y les estamos mostrando a nuestros hijos un ejemplo carente de respeto y empatía; transmitiéndoles que lo que no encaje con su “esquema” vital mental no es válido y, es más, está mal hecho, transmitiéndoles intolerancia en lugar de respeto por los demás.
Con ese ejemplo de intolerancia, conseguiremos hacer a su vez cuestionable ese mismo esquema vital que nuestros hijos tienen por único aceptable (si no respetamos no podemos esperar respeto, y si cuestionamos seguramente eso recibiremos o percibiremos de los demás) y les empujamos a defenderlo, incluso aunque de un modo racional no esté siendo cuestionado. Simplemente porque se sentirán atacados.
Nuestra misión como madres y padres es mostrar a nuestros hijos los distintos caminos que pueden tomar en la vida. Mostrarles las opciones y ayudarles a reflexionar sobre las consecuencias que tendrán cada una de sus elecciones, mostrarles la importancia del respeto, la empatía y la armonía en la convivencia. Y no enseñándoles que lo que ellos viven es lo único positivo, no enseñarles a luchar contra lo que sea diferente a lo que viven en sus familias. Si deseamos trabajar por una sociedad mejor, no podemos hacerlo utilizando a nuestros hijos, sino siendo nosotros respetuosos, comprensivos y empáticos.
Porque este modo de criar es el nuestro, quizás el de nuestros hijos sea diferente pese a tener toda la información de la que nosotros disponemos y mucha más tal vez... Porque nosotros somos unos y nuestros hijos son otras personas diferentes... Personas a las que mostrar todas las realidades para que puedan sentirse libres para elegir...
A los que darles la libertad a través del amor, con el ejemplo del día a día.
Beatriz Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad,
especializada en duelo y nuevos caminos maternales.
Telf: 600218964
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