Estas primeras líneas están sacadas de hechos reales que pueden resultar ofensivos a quienes vean la infancia de un modo diferente al que parece tener la mayoría de la sociedad.
Mujer 1: - Los niños pegan y muerden.
Mujer 2: - Sí, es muy normal. Todos pasan esta etapa. Más los niños que las niñas.
Mujer 1: - No! Las niñas también. Mi sobrina me mordió una pierna con 4 años. Pero es normal.
Mujer 3: - Sí, el mío pega y muerde desde siempre y tiene 6 años. Pero es normal. Lo hacen todos.
Esto no es más que la reproducción de una conversación casual entre varias amigas en un desayuno de oficina. Pero algo así podemos escucharlo en la puerta de un colegio, en la cola de la panadería, en el autobus o en una cafetería cualquiera.
Por más que, al menos yo. escucho cosas así, al revés de lo que parece suceder con las contertulias de este tipo de conversaciones, sigo sin encontrar la normalidad. Es una de esas cosas que no normalizo pese a haberlas escuchado mil veces ya.
De hecho, cuanto más lo escucho, más me preocupa que a los adultos les parezca normal del modo que sea que nuestros pequeños se comuniquen y relacionen con su entorno de modo habitual a través de patadas, manotazos o mordiscos. Porque yo me pregunto: ¿qué tipo de relación con el entorno están tomando nuestros hijos para que esto suceda? ¿Qué lleva a un niño de apenas 2 años a empujar o morder a otros niños o adultos de modo cotidiano?
Si bien es cierto que morder o empujar pueden ser reacciones "normales" en algunos casos, ¿qué hace que esto se convierta en diario? ¿Se ve reforzado por la normalización que parecen hacer los adultos de ello? ¿Qué podemos hacer como padres si nos encontramos con un comportamiento así por parte de nuestros hijos?
Si esperamos una respuesta única y concreta y una serie de "normas a seguir", aquí no lo encontraremos. Sin embargo, sí tenemos muchas preguntas que nos ayudan a reflexionar...
¿Cómo nos relacionamos nosotros con nuestro entorno? Evidentemente, no a patadas y mordiscos pero, ¿cómo nos expresamos? ¿Llegamos a hacernos entender o nos sentimos frustrados por no conseguirlo? Cuando nos sentimos frustrados, ¿cómo reaccionamos? ¿Nos "cerramos"? ¿Nos enfadamos? Qué frustrante es no conseguir que nos escuchen o nos entiendam, ¿verdad?
Y... ¿qué sucede cuando queremos, necesitamos, que una persona nos atienda? ¿Qué ocurre si no sentimos que recibimos esa atención que necesitamos? ¿Nos sentimos tristes? ¿Solos? ¿Frustrados de nuevo quizás?
¿Y si no nos resignamos a no ser atendidos? ¿Qué pasa si nos rebelamos contra ello? ¿Reaccionamos con enfado? ¿Con llamadas de atención airadas? Molestas incluso... ¡Qué difícil es gestionar esa sensación de no ser atendidos!¡Qué inseguridad sentirse así!
¿Llegan estas reacciones nuestras de forma espontánea o casual o podemos pensar que hay algún motivo y tal vez algo que pueda ayudar? ¿Y en el caso de nuestros hijos? ¿Podemos pensar que sólo es imitación o bien podemos creer que que hay algún posible motivo y algo que podemos hacer?
Ya lo veis... Sólo tenemos preguntas, muchas preguntas. Quizás entre todos encontremos alguna pequeña respuesta...
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jueves, 28 de febrero de 2013
domingo, 3 de febrero de 2013
Nacimiento y Biodinámica Craneosacral
El nacimiento, es
nuestra primera experiencia de vida... y casi siempre traumática.
Es nuestra "primera gran historia"...
algo tan sorprendente, arriesgado y profundo que siempre merece la pena ser
contado... ser escuchado.
Todo bebé necesita expresar de forma
libre y segura este hecho, que posiblemente marque o condicione algunos aspectos
de su posterior vida como adulto.
Pero la "buena noticia", es que sin
pretenderlo, sin saberlo conscientemente, esta "aventura", va a suponer su
primer contacto con la Biodinámica Cráneosacral, si el bebé nace por vía
vaginal: todo el sistema del bebé sufre una contracción y expansión, para
favorecer la salida por el canal del parto.
Los huesos craneales son los primeros en
adaptarse al canal vaginal, superponiéndose y "moldeándose" al estrecho, aunque
flexible paso.
Esto podemos considerarlo desde un punto
de vista osteopático... desde un punto de vista "biodinámico", el bebé querrá
después "relatar la experiencia": su angustia, su "desesperación por salir" y el
cambio de un medio suave, calentito, "balanceante", húmedo, acogedor en
definitiva, por un medio hostil, desconocido, frío... resumiendo, poco
respetuoso.
Actualmente, por fortuna, los partos
hospitalarios son más condescendientes con el "recibimiento": la luz es ténue,
la postura corporal de la mamá facilita el trabajo, se espera el tiempo
suficiente para cortar el cordón umbilical y se permite un contacto más estrecho
y natural... sí, algo tan obvio pero tan poco tenido en cuenta: el permitir al
bebé reptar por el abdomen de su mamá hasta alcanzar su pecho.
El bebé viene con una información
programada desde lo más profundo de su ser, para este momento tan especial y a
la vez tan trabajoso, de ahí la conveniencia también de que le dejemos
elegir, su momento: él "sabe".
¿Qué ocurre cuándo es necesario
practicar una cesárea?
Sencillo: toda esa "preparación" el bebé
no la desarrolla, no lleva a cabo su "gran historia vital como ser humano"... de
ahí, la importancia que damos a través de la Biodinámica Cráneosacral, para que
el bebé pueda, en un entorno relajado y amoroso, dar forma a esa primera gran
aventura.
La gran premisa de la Biodinámica, se
basa en que ser escuchado es ser sanado.
A través de mi experiencia con bebés, he
podido constatar que a la primera ocasión que se le brinde, tratará de ser
escuchado... de reproducir ese momento y de no ser así, en gran número de casos
derivará esa "energía no desarrollada", no mostrada, en acciones a veces
arriesgadas en su posterior vida como adulto... en definitiva tratará de llevar
a su vida la "carga de riesgo" que no tuvo al nacer.
La Biodinámica Cráneosacral, le
facilitará la labor, a través de un trabajo que se realiza hablando primero con
la mamá (sin estar el bebé presente), para que nos explique las circunstancias
en que se desarrolló el parto y luego "pidiendo permiso" al propio bebé para que
nos permita estar con él... los bebés no suelen pedir la cita para una sesión,
obviamente.
Durante las sesiones, es conveniente que
el bebé cuente con la presencia del papá y la mamá, así, facilitará el vínculo
de comunicación y expresión de sus sentimientos.
Es importante decirle en todo momento al
bebé cómo nos sentimos como padres y cómo vivimos el proceso; tomarnos nuestro
tiempo para hablarle mirándole a los ojos y contactando de un modo relajado y
amoroso.
El nacimiento, casi siempre es
traumático, pero no tiene que suponer un cúmulo de acciones que nos marcarán de
por vida si expresamos lo que sentimos y damos cabida a nuestros
sentimientos.
La B.C., es una técnica muy sutil y muy
respetuosa... tanto, que se puede ya tener un breve contacto con el bebé nada
más nacer.
Si el nacimiento es por vía vaginal, el
suave y ligero contacto con su cráneo proporcionará un alivio inmediato, ya que
a veces, sus huesos no van a su posición correcta debido al
cabalgamiento.
Las sesiones han de ser muy breves y en
todo momento, respetando lo que el bebé nos quiera "contar": respetando su
llanto o su negativa a que la sesión se lleve a cabo.
Siempre trato de animar a las mamás a que
contacten con su bebé a través de la Biodinámica: es algo muy sencillo y que les
reportará grandes satisfacciones.
También trato de que las doulas,
comadronas o personal sanitario se acerquen a esta terapia tan sutil pero
profunda, que aporta el mayor de los beneficios: contactar con nuestro ser más
profundo... en definitiva: lo que realmente somos.
Todos, como he dicho, tenemos nuestro
primer "toque biodinámico" al nacer... y si no es así, nunca es tarde para dar a
nuestro bebé la oportunidad de recibir algo tan connatural a nuestro ser:
biodinámica significa movimiento de la vida... y qué es la vida, sinó un
profundo movimiento?
*****
Elena Novo
Terapeuta de Biodinámica
Craneosacral
Facilitadora de Consciencia
Corporal
Un verdadero boom
Recientemente un programa de televisión ha llegado para
crear un auténtico y profundo impacto en muchas personas… Personas que han
nacido ya, que han parido ya, que han recibido ya a sus hijos, que lo harán más
pronto o más tarde… e incluso personas que aún no han llegado a este
mundo.
Juzgar si los protagonistas de los partos y nacimientos que
en este programa se han visto han tenido malas o buenas experiencias, si sus
partos y nacimientos han sido o no buenos, les corresponde solo a ellos. Juzgar
si se han sentido respetados, informados y arropados es sólo tarea suya. Y creo
firmemente que nadie debe ni puede meterse en tales cuestiones, pues lo que para
un ser humano puede ser una experiencia traumática, para otro puede ser algo
incluso placentero. Y lo que para unos es respeto para otros supone algo muy
distinto.
Así que aquí no voy a tratar el tema, no voy a opinar sobre
si los partos eran buenos, malos o regulares. Ni mucho menos pondré en cuestión
la labor de los profesionales que creo que actúan siempre de buena fé desde sus
conocimientos y su conciencia. Comprendiendo, además, que han debido de ser
muchas horas las que se han grabado y ha existido un proceso de edición que
seguro ha dejado muchas cosas que matizarían situaciones y decisiones fuera de
la emisión.
Aquí lo que revisaré es el modelo que nos ha llevado a
crear un programa de televisión en el que se ofrecen como normales ciertas cosas
que no hacen sino expresar el absoluto y profundo desconocimiento sobre el
proceso de maternidad y nacimiento que tenemos en nuestra sociedad en general. Y
que da lugar a grabaciones que recogen y muestran como dentro de la normalidad
ciertas cosas, con ausencia total de sentido de la responsabilidad y de la
intención de informar que se presupone en un programa que entiendo se podría
haber calificado de divulgativo y que ayudaría enormemente a que la realidad
hubiera llegado a las mujeres y familias.
El parto es un proceso fisiológico, como el respirar o el
hacer de vientre… Un proceso que se inicia por sí mismo, que tiene sus tiempos y
sus ritmos en cada uno de los seres humanos y que no se puede estandarizar, pues
convertiríamos a un porcentaje altísimo de la población en víctimas de una
patología. Yo pregunto: ¿usted hace caca las mismas veces que su vecino y a las
mismas horas? De no ser así y no entrar en el estándar, aunque no tuviera riesgo
para su salud el no hacerlo… ¿le parecería normal que le pusieran un enema para
que entrara en ese estándar e hiciera de vientre las veces que se recomiendan?
¿Acaso respira al mismo ritmo y con la misma profundidad que el resto de las
personas que conoce? Si no es así y no se ahoga ni sufre problema respiratorio
alguno, ¿no se le ha ocurrido pedir a su médico una bombona de oxígeno para
prevenir posibles faltas del mismo en su organismo? ¿Se la ha dado su médico?
Entonces… ¿cual es el motivo por el que en otro proceso fisiológico como es el
parto, pese a que no haya riesgo documentado alguno ni diagnóstico de patología,
intervengamos permanentemente?
Quizás porque no entendemos, no alcanzamos a comprender que
el parto no es una patología, no es una enfermedad que hay que controlar o
curar… Es un proceso. ¿Y qué consideramos intervención en ese
proceso?
Decir a la madre cuando empujar o cuando contener para no
hacerlo es intervenir… Es pedir a la madre que vaya contra la fisiología de su
parto. Es pedir a la madre que contraiga músculos que han de estar libres para
hacer su trabajo adecuadamente. Es quitarle a la madre el control sobre su parto
para cogerlo nosotros… Y eso no es respetar el parto.
¿Usted ha probado a hacer de vientre tumbado? Si a usted le
resulta cómodo, puede hacerlo perfectamente. Pero ¿qué ocurre si alguien le
informa de que puede hacerlo de otro modo en el que favorece el proceso de su
propio cuerpo? ¿Probaría? Pues dar a luz tumbada es, a nivel fisiológico,
parecido. Si a una mujer que llega a una maternidad se le indica que se tumbe,
por muy amables que sean las palabras que se utilicen para ello, estamos
poniendo a la mujer en la postura menos adecuada para dar a luz a su bebé. En la
que más complicaciones le puede producir y más riesgo de intervenciones
posteriores ofrece… Y esto no es respetar el parto…
Pensar que porque una mamá tiene bebés que pasan de los 3
kilos y medio esa mamá tendrá complicaciones supone una ausencia total de
confianza en esa mujer y su capacidad para parir y eso, aunque no se le diga
directamente a ella, es algo que se transmite… Y esto no es respetar el
parto…
¿Alguno tiene a su pareja o a una persona que no conoce de
nada jaleándole y animándole mientras respiran para que lo hagan mejor? Prueben,
y posiblemente descubrirán que se desconcentran y alteran la respiración,
perdiendo el ritmo que llevaban al desconcentrarse. Hacer esto durante el
proceso del parto indica no apoyo a la madre, que se puede expresar de otras
muchas formas menos invasivas, sino un absoluto desconocimiento de las
necesidades reales del proceso de parto… Y esto no es respetar el
parto…
Cuando un bebé llega al mundo, no viene de la nada, sino de
un mundo diferente en el que tenía sensaciones y condiciones distintas. De un
medio radicalmente distinto al nuestro. Un medio en el que las luces, si
llegaban, lo hacían muy tenuemente; en el que los ruidos llegaban “esponjados”;
en el que estaban arropados, calientes y acunados de modo permanente. En
contacto con su mamá las 24 horas del día… Recibir a un bebé con un foco que
apunta a su cara, con un grupo de gente gritando, frotándole enérgicamente para
limpiar la capa que protege su piel antes de entregarlo a su madre ya limpio,
con su identificación y con su pañal es tratar a ese bebé como si nunca
previamente hubiera tenido sensaciones. Es privar a ese bebé de la paz y la
tranquilidad con la que seguramente se sentiría más cómodo y seguro. Y de la
conexión temprana tan necesaria con su madre… Y esto no es respetar el
nacimiento…
Me asusto profundamente al pensar en la falta de
responsabilidad de mostrar todo esto (y es sólo un extracto de lo que se ve cada
día en algunos Hospitales de nuestro país) como normal. De mostrar este modo de
entender el parto y la maternidad como el “estándar”. Me asusto profundamente
porque significa tirar por tierra la labor de muchos profesionales, el trabajo
personal de muchas mujeres, familias y asociaciones que cada día se afanan por
informar, por llegar a las personas para contarles que hay una forma más
respetuosa de nacer, de parir… Por mostrar que el respeto no es sólo dirigirse
con buen tono a los demás, sino respetarles de verdad a ellos y a sus
capacidades, a sus tiempos, a su posibilidad de tomar decisiones libres y
conscientes cuando están informados de modo adecuado.
Así pues mi pregunta es… ¿es responsable mostrar
actuaciones que van contra el proceso fisiológico del parto como normales o
deseables? ¿Queremos de verdad nacimientos y partos respetados? ¿Entendemos lo
que son? ¿Qué debemos cambiar para que esto sea así?
Sean cuales sean las respuestas, creo de verdad que la base
es buena, que el hecho de que esto haya sido un boom real, un estallido, marcará
un antes y un después en la conciencia de la maternidad y el nacimiento. Y nos
ayudará a avanzar hacia donde debamos de hacerlo. A que muchas voces se
comiencen a escuchar, a que muchas que ya se escuchaban suenen aún más alto…
Hasta de las piedras más trabajosas puede salir una hermosa escultura.
Beatriz Fernández
Consciencia del nacimiento a través de la Biodinámica Cráneosacral
Si de algo somos plenamente conscientes, es de que si
estamos aquí, es porque hemos nacido... si hemos nacido, es porque nos han
engendrado... y para que se den estos dos hechos: hemos tenido que implantarnos
en el útero de nuestra madre.
¡Movimiento en estado puro!... la premisa de la
Biodinámica: movimiento de la vida...
Reflexionad un rato sobre esto
último...
¿Puede haber algo más que nos conecte tan
estrechamente con la Biodinámica, que nuestro propio
nacimiento?
De hecho, nuestro nacimiento si es por vía
vaginal, es una "primera sesión de Biodinámica" en toda regla... una compresión
y descompresión, que nos dirige directamente a la vida... una "modelación ósea",
para adaptarnos al canal de parto y poder salir al exterior...
En las sesiones de Biodinámica Cráneosacral, se
producen en ocasiones "regresiones pre y perinatales", sin que resulten
extrañas, o retraumatizantes, es decir, de forma "inconsciente" y sin esfuerzo
alguno por llegar a sentir esos momentos tan "de nuestro ser"... tan
clarificadores de lo que somos... la propia esencia de nuestra "historia de
vida".
¿Y en qué consiste... qué es... nuestra historia
de vida?
Nuestra historia de vida, es la historia de
nuestra vida intrauterina y el momento de nuestro nacimiento.
Si reflexionamos de nuevo... respirando
lentamente... cerrando los ojos... sumergiéndonos en el momento de nuestra
concepción e implantación en el útero... dejándonos llevar por la respiración
lenta... sin esperar nada... simplemente, vivenciando ese extraordinario momento
en que estábamos formados por un conjunto de células, que necesitan "pegarse" a
un útero suave, caliente, envolvente... respirar cada instante... respirar
nuestra formación... sentir muy dentro de nosotros nuestra evolución ... feto,
embrión...
¿No os parece que esta ya es la primera gran
historia de nuestra vida?... la "más auténtica?... ¿la más
real?...
Luego, cuando nacemos
sentimos, que esta "historia" cobra vida... por muy traumático que haya sido el
nacimiento, es "nuestra
historia".
Y aquí enlazamos con la segunda premisa de la
Biodinámica Cráneosacral: SER ESCUCHADO ES SER SANADO.
La "escucha Biodinámica", no es oir... es estar
presente... sentir con todo el cuerpo... estar ahí... sí, ahí... contigo... en
tí... sin juicios... sin prejuicios... sin dobles sentidos... sin críticas...
sin diagnósticos...
La "sanación elemental de la Biodinámica", es
poder escuchar... por éso, cuando un bebé quiere "contarnos su historia", su
nacimiento, sus miedos, sus preocupaciones, cómo se desarrolló su persona,
simplemente hemos de escucharle atentamente...
Los bebés, en cuanto se les da la oportunidad,
tratan de desarrollar, "contar", su historia... que es compleja, difícil y a
veces dolorosa.
En las sesiones a bebés, hemos de tener en cuenta
que no es el quien nos pide la cita; de ahí la importancia de tener una
conversación previa con la madre... que nos cuente abiertamente cómo se
desarrolló el embarazo y el parto, si fue un bebé deseado o no... en definitiva,
qué sintió durante todo el proceso. Y cómo se siente ahora.
El bebé, como decía, "va a la sesión" pero no la
solicita, por lo que resulta necesario, contactar desde el primer instante con
su mirada, comprobar si quiere agarrarnos un dedo, si está cómodo... es
primordial hablarle directamente y demostrarle que "estamos ahí, dispuestos a
escuchar su historia"... escuchar... que sentimos y comprendemos todo lo que le
ocurre...
En algún momento, puede surgir el llanto, la
incomodidad... es importante entonces, tratar también a la madre (y el padre si
está presente)... formar un "todo amoroso", capaz de escuchar sin angustias...
quizá algún huesecito del bebé, todavía esté sometido a fuerzas de compresión...
y eso duele!!... y a veces mucho!!
No... no es fácil nacer!!
Normalmente, los bebés "resuelven" las sesiones
rápidamente... saben exactamente cuándo terminan.
Es importante, no
excederse en el tiempo: con diez o quince minutos, para bebés... a partir del
año de edad, las sesiones, pueden durar veinte minutos... en esta etapa, no se
suele usar la camilla, sinó que se "comparte" el suelo con el bebé... o sus
juegos...
Por experiencia, diré que no hay nada más SABIO y
clarificador, que una sesión a un bebé... ¡ellos ya saben, por increíble que
parezca!!.... y si la mamá ya había recibido sesiones durante el embarazo, es
algo así como: "ah, vaya!!... eres tú otra vez... me alegro de
verte!!"
Y para finalizar, simplemente una reflexión: nadie
mejor que nosotros mismos, puede saber "nuestra propia historia", pero a través
de la Biodinámica Cráneosacral, podemos comprender y amar, ciertos
comportamientos que dan forma a nuestro ser.......... en definitiva a nuestro
transcurso por la vida.......
Elena Novo López
Terapeuta de Biodinámica Cráneosacral
Queridas mamás…
Muchas son las formas de llegar a la maternidad. Algunas madres han tenido el privilegio de sentir la vida en ellas y otras no han podido disfrutar la vida en su interior, pero sí han tenido el privilegio de recibir esa vida en los brazos con el mayor de los amores. Algunas madres han disfrutado de sus hijos unas pocas semanas, silenciosos, casi invisibles para el resto del mundo, escondidos en la cueva protectora del vientre materno. Y otras los han tenido con ellas físicamente durante días, meses o años en los que han disfrutado, sufrido, reído, llorado, aprendido y desmontado todo lo que sabían y lo que eran para crear un yo nuevo, un sistema vital diferente… Todo un universo nuevo para ella, junto con el resto de su familia, para crear esa nueva constelación que es de su familia.
Valientes
Son valientes porque han mirado dentro de ellas para buscar quienes son como madres, como madres-mujeres. Y mirar dentro, cuestionar la propia infancia, la propia crianza, las bases de la vida misma da mucho miedo. Y es de valientes.
Sufridoras y orgullosas de los suyos
Y disfrutan con los logros de sus hijos. Desde que hayan ganado un día más de vida dentro de ellas, hasta que haya comenzado a latir su pequeño corazoncito o que hayan conseguido el mayor de los honores públicos. Porque todos los logros son nuevos pasos de esa vida, de la más importante de las vidas: la de sus hijos.
Cautas y llenas de amor
Y siguen amando incluso cuando saben que esos hijos no llegarán a sus brazos, convirtiendo ese amor de brazos llenos en amor hacia el infinito, hacia quien no llegará. Aceptándole como alguien que no estará en sus brazos y amándole a pesar de no ser lo que ella esperaba.
Sabias
Merecen respeto
Porque las madres perfectas no existen. Porque las madres que nunca dudan, que nunca temen, que nunca sienten dolor, que nunca lloran o se quejan, que nunca se sienten perdidas o inseguras, que nunca se sienten paralizadas… son madres que no existen. Son una ficción creada que alimentamos cada día cuando nos preguntan qué tal estamos y, llorando, sufriendo, temiendo o con dolor por dentro, respondemos “muy bien”.
Porque las madres necesitamos llorar cuando sufrimos, necesitamos temblar cuando tememos, necesitamos escondernos cuando no sabemos qué hacer y nos sentimos inseguras, necesitamos quejarnos cuando nos duele pero, sobre todo, necesitamos que nos comprendan en esos momentos. Necesitamos que nos apoyen en esos momentos. Que nos muestren que confían en nosotras. Que nos respetan como personas, como madres y como mujeres. En nuestras capacidades y en nuestro cuerpo.
Feliz día, mamás.
Beatriz Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad, especializada en duelo.
A Coruña y Madrid.
Correo electrónico: serdoula@gmail.com
Telf: 600218964
http://serdoulas.blogspot.com/
El baile hormonal de la embarazada y la doula
El cuerpo humano es una máquina increíble… una máquina creada desde mucho antes de salir al mundo y que nos permite crear, comunicarnos, sentir… y dar vida. El mayor milagro de la biología humana. El mayor milagro que podemos hacer dentro de todas las capacidades del ser humano.
Cuando una mujer recibe en su vientre el regalo de la vida, muchas cosas comienzan a cambiar en ella, físicas y emocionales. Sensaciones que antes no había experimentado, emociones que de repente se adueñan de ella, partes de su cuerpo que no reconoce como propias…
El papel de la doula en el embarazo
Mujeres que antes eran más prácticas pueden convertirse en personas muy emocionales. Mujeres que previamente se sentían absolutamente seguras de su salud pueden comenzar a tener miedos. Y mujeres que nunca han aceptado o amado su cuerpo pueden comenzar a hacerlo o, muy al contrario, dejar de hacerlo si tenían esa seguridad previa en su físico. Todo forma parte de un proceso fisiológico. No se trata de ninguna enfermedad o de un síndrome que nos está afectando, sino simplemente de un proceso vital.
El gran problema de hoy en día es que, en muchas ocasiones, esto no se entiende. Se habla a las mujeres con paternalismo, se les trata como si ese baile hormonal, que está permitiendo que su bebé anide y crezca, y que el cuerpo de la mamá se prepare para recibirlo, amarlo y criarlo no fuera más que un estorbo, y no algo absolutamente necesario y natural que prepara a la madre para lo que será su vida en ese nuevo papel.
Cuando una mujer embarazada llora con una película, por ejemplo, se dice que “está sensible” o que “son las hormonas”. Se dice tan comúnmente, se repite tanto la presencia de esa modificación hormonal, que casi deja de tener otro sentido que el de modificar el estado emocional de la madre. Y esto no es cierto, aunque sí es algo muy habitual debido a la relación absolutamente directa entre las hormonas y las respuestas emocionales. Esta relación se desconoce o se banaliza, haciendo que la mujer y sus respuestas emocionales no se tengan en cuenta. Que parezca que no hay que hacer caso de ellas, no atenderlas porque responden a una alteración… “ya se le pasará”.
Pero ¿qué ocurre con una mujer que siente que la tratan con condescendencia, que no siente que sus emociones merezcan ser atendidas o que llega a sentir incluso que no son válidas? Esa será una mujer a quien estamos empujando a no escucharse, a no atenderse, a no revisar su interior y ver qué es lo que está ocurriendo… a dejar a un lado su instinto maternal… Y eso es muy grave porque será ese instinto el que la ayude, el que la guíe en su parto, en su posparto, en la crianza de su bebé… en su nueva femineidad tras ser madre.
Ser conscientes de que todos los cambios, todas las reacciones emocionales, todas las sensaciones han de ser validadas y escuchadas, ser conscientes de que todo forma parte de un proceso absolutamente natural, de algo “programado” desde antes de nuestro propio nacimiento es esencial. Escucharnos, atendernos, reflexionar sobre cada una de las sensaciones y emociones para percibir de dónde pueden venir y cómo encajarlas… Todo eso serán cosas que nos puedan ayudar en el camino.
Y que nos escuchen, nos den espacio para expresarnos, para reír, llorar o llorar mientras reímos… para expresar nuestros miedos, nuestras alegrías, nuestras esperanzas y deseos… Así nos acompaña la doula, nuestra doula… La que hayamos elegido, con la que hayamos conectado. Sin valorar si las emociones son “buenas” o “malas”, sin tener que darles o no permiso porque, lo hagamos o no, están ahí… Mostrándonos que nuestro proceso es único y que nadie mejor que nosotras puede llegar a comprenderlo o a encontrar quien nos ayude a comprenderlo… Estando a nuestro lado… Siendo nuestra doula, sin más.
Beatriz Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad
Especializada en Duelo Prenatal y Neonatal
Asesora de Porteo Respetuoso
Técnico en Educación Infantil
Colaboradora de GuiaInfantil.com
Doula en todas las etapas de la maternidad
Especializada en Duelo Prenatal y Neonatal
Asesora de Porteo Respetuoso
Técnico en Educación Infantil
Colaboradora de GuiaInfantil.com
Recursos para la maternidad
Hace poco, con un grupo de compañeras, hablábamos de cuanto necesitamos apoyos a veces y qué poco conocemos de las herramientas que nos rodean y nos podrían resultar útiles.
Hablando de maternidad parece que todos los profesionales pueden y deben ayudar, que todos saben qué es la maternidad, cuales son las particularidades de este periodo y sus diversas caras. Pero la realidad nos muestra que no siempre es así.
Un profesional que realmente comprende la maternidad y trabaja en este campo tiene las bases, la reflexión y los conocimientos de la técnica que utilice y de este periodo vital para poder ayudarnos en momentos en los que nos sentimos atascados o saturados. En los que sentimos que hay algo que no marcha bien o que simplemente sentimos que necesitamos que nos comprendan de otro modo.
Particularmente en situaciones que son duras por sí mismas esta ayuda cobra una importancia aún mayor. Y conocer lo que tenemos a nuestro alcance puede suponer la diferencia entre recibir esa ayuda o no, ya que en medio de un proceso complicado es muy frecuente que nos cueste buscar quien nos apoye.
Un profesional que realmente comprende la maternidad y trabaja en este campo tiene las bases, la reflexión y los conocimientos de la técnica que utilice y de este periodo vital para poder ayudarnos en momentos en los que nos sentimos atascados o saturados. En los que sentimos que hay algo que no marcha bien o que simplemente sentimos que necesitamos que nos comprendan de otro modo.
Particularmente en situaciones que son duras por sí mismas esta ayuda cobra una importancia aún mayor. Y conocer lo que tenemos a nuestro alcance puede suponer la diferencia entre recibir esa ayuda o no, ya que en medio de un proceso complicado es muy frecuente que nos cueste buscar quien nos apoye.
Un momento importante
Por eso muchas veces nos preguntamos a quién podemos acudir cuando lo que tenemos no es un problema físico que requiera visitar a un profesional sanitario que nos deba intervenir del modo que sea, y si la persona o la herramienta a la que acudimos es realmente la que nos ayudará. Algunos recursos a nuestro alcance son los que indicaremos aquí. Todos ellos son útiles en manos de buenos profesionales, y con la voluntad y la consciencia de querer avanzar de quien los recibe.
- Grupos de apoyo virtuales o presenciales: Los grupos de apoyo son reuniones/comunidades virtuales o presenciales de personas con características o circunstancias similares que comparten y debaten entre ellos. Los grupos de apoyo guiados por profesionales tienen connotaciones distintas, pues con ellos el trabajo está más orientado y, además de expresar lo que cada uno necesita, se ponen sobre la mesa y se trabajan otras cuestiones relacionadas que pueden ayudar a avanzar. Existen grupos de apoyo en crianza, en duelo, en adopción, en fertilidad, en embarazo y en otras etapas maternales.
- Psicoterapia: Se denomina psicoterapia, a nivel general, a la comunicación paciente- psicoterapeuta con el objetivo de mejorar la calidad de vida o resolver los síntomas que presente el primero. La psicoterapia se debe realizar siempre con un profesional cualificado y existen diversas corrientes y especialidades. Entre ellas, está la psicoterapia perinatal, especializada en todos los momentos relacionados con la maternidad. Más información en este blog
- Relajación: La relajación se refiere a cualquier técnica que ayude a una persona a relajarse. Existen diversas técnicas, aunque las más populares y efectivas suelen basarse en la respiración. Hay profesionales entrenados en facilitar algunas de estas técnicas, entre ellos los Psicólogos. Ayuda en momentos de tensión física, mental o emocional, facilitando que se relaje.
- Meditación: Se trata de un estado de atención centrada. Puede centrarse en un objeto, pensamiento o sobre el propio estado de concentración. Meditar ayuda a calmar la posible ansiedad y reordenar los pensamientos, dejar fluir emociones o recuerdos, aumenta la consciencia y equilibra. Existen muchos tipos de meditación, algunos con componentes religiosos, y también muchos profesionales que ayudan a facilitarla. Se puede hacer de modo individual o en grupo.
- Acompañamiento emocional (Doulas): Las Doulas son acompañantes de maternidad. Permanecen junto a la madre en todas las etapas en las que se les solicita, facilitando apoyo emocional, información y soporte desde el conocimiento y la comprensión de dichas etapas. Es importante pedir siempre que la Doula que nos acompañe esté formada en la etapa en la que deseamos su acompañamiento. Existen Doulas especializadas en ciertas etapas, como los tratamientos de fertilidad, el posparto, el duelo prenatal y neonatal o la crianza.
Es importante recordar que nada que llegue desde el exterior podrá ayudarnos si nosotros no trabajamos el interior. Así que estas herramientas (bien sean profesionales o técnicas que nos ofrezcan los mismos) sólo pueden sernos útiles si realmente permitimos y trabajamos para que lo sean.
Nada es milagroso para pasar nuestras posibles crisis. Pero pasarlas con apoyo y ayuda es siempre más llevadero.
Podéis consultar más información sobre estos y otros recursos en serdoulas@gmail.com.
Nada es milagroso para pasar nuestras posibles crisis. Pero pasarlas con apoyo y ayuda es siempre más llevadero.
Podéis consultar más información sobre estos y otros recursos en serdoulas@gmail.com.
Beatriz Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad, especializada en duelo.
A Coruña y Madrid.
Correo electrónico: serdoula@gmail.com
Telf: 600218964
http://serdoulas.blogspot.com/
El año del fin del mundo… ¿el año del cambio?
Dicen los Mayas que este será el año en el que el mundo como lo conocemos terminará. Y, pensándolo bien, quizás no sea un mal presagio siempre que no se trate de extinción y catástrofe, sino de cambio. Porque el cambio es esperanza, el cambio es ilusión, el cambio es una nueva oportunidad para hacer las cosas mejor y disfrutar en el camino.
Muchas cosas nos gustaría que cambiaran seguramente. Muchas noticias que hemos visto y vivido esta año nos gustaría que no se repitieran y otras muchas nos gustaría que aparecieran para luego convertirse rápidamente en algo que no sea digno de mención porque entre en la cotidianidad.
Recuerdo algunas cosas ahora mismo que no querría volver a ver en los noticiarios y que están relacionadas con la maternidad y las decisiones de las mujeres y familias. Por ejemplo, no me gustaría volver a ver una noticia como la que protagonizaron Habiba y su pequeña, ante la cual reaccionó una parte importante de la sociedad, los profesionales relacionados con la maternidad y los medios.
Tampoco me gustaría volver a ver cómo un colectivo profesional no es capaz siquiera de sentarse a hablar con una parte importante de la sociedad y de profesionales vinculados con la maternidad que se han sentido ofendidos por unas viñetas publicadas.
Ni me gustaría ver cómo las mujeres y familias han de luchar por un derecho que ya es suyo: el derecho a vivir el parto de sus pequeños como deseen, teniendo que entregar documentos por escrito con peticiones expresas, teniendo que vivir en ocasiones situaciones estresantes durante el seguimiento del embarazo o incluso en el propio parto o posparto, teniendo que irse a muchos kilómetros de su casa para que su pequeño tenga la llegada que desean para él o ella, teniendo que hacer un desembolso que sacado del presupuesto familiar es enorme y que para la Seguridad Social supondría menor coste que un parto “habitual” e incluso teniendo casi hacer un máster sobre derechos del paciente.
Tampoco me gustaría que una madre cuyos bebés no han llegado a sus brazos deba ser noticia para considerársela madre de esos pequeños. Pues lo es desde el mismo momento en el que en su interior se han gestado y lo será aunque hayan pasado muchos años desde su marcha.
O que sea noticia que las mujeres y las familias necesitamos apoyo emocional en muchos momentos de la maternidad y reconocimiento de nuestras necesidades. Dado que ese apoyo emocional siempre ha existido socialmente y ahora, en los últimos 50 años, es cuando lo hemos perdido junto a muchas otras cosas que han desaparecido con el cambio de nuestra sociedad.
Ni querría volver a ver como noticia la lactancia más allá de los 2 años de edad del pequeño (http://www.telecinco.es/informativos/reporteros/Mama-Quiero-teta_0_1488451971.html), pues es una decisión del niño y la mamá que ninguno de nosotros estamos capacitados o autorizados para cuestionar o entender siquiera y que, por lo tanto, simplemente hemos de respetar.
O que una persona que ha buscado información, ha experimentado y lleva muchos años trabajando en la maternidad como es Rosa Sorribas tenga que salir a explicar al mundo qué es el colecho, para defender el modo de vivir de muchas familias que lo practican y que son criticadas por ello.
Y otras muchas noticias no me gustaría ver, otras muchas cosas me gustaría que no llegaran a mis oídos o a mi vista porque simplemente no sucedan más. Porque el respeto impida que ocurran.
Y tal vez ese sea el único camino: el respeto. Tal vez la única noticia que debería salir una sola vez y luego convertirse en cotidiana es el respeto a los demás. A sus decisiones informadas, a sus opciones, sean o no las que nosotros tomaríamos. El respeto a las maternidades de las demás mujeres, a las paternidades de los demás hombres y a las estructuras de las demás familias, que ni siquiera hemos de comprender, sino solo respetar. Porque a veces, solo a veces, cuando las respetamos de verdad y comenzamos a reflexionar sobre ellas nos damos cuenta de que no son tan distintas de las nuestras. De que todos buscamos lo mismo: ser felices como familia, encajar nuestras piezas y que nuestros hijos estén sanos y felices.
Feliz año del cambio… ¿os sumáis a él?
Recuerdo algunas cosas ahora mismo que no querría volver a ver en los noticiarios y que están relacionadas con la maternidad y las decisiones de las mujeres y familias. Por ejemplo, no me gustaría volver a ver una noticia como la que protagonizaron Habiba y su pequeña, ante la cual reaccionó una parte importante de la sociedad, los profesionales relacionados con la maternidad y los medios.
Tampoco me gustaría volver a ver cómo un colectivo profesional no es capaz siquiera de sentarse a hablar con una parte importante de la sociedad y de profesionales vinculados con la maternidad que se han sentido ofendidos por unas viñetas publicadas.
Ni me gustaría ver cómo las mujeres y familias han de luchar por un derecho que ya es suyo: el derecho a vivir el parto de sus pequeños como deseen, teniendo que entregar documentos por escrito con peticiones expresas, teniendo que vivir en ocasiones situaciones estresantes durante el seguimiento del embarazo o incluso en el propio parto o posparto, teniendo que irse a muchos kilómetros de su casa para que su pequeño tenga la llegada que desean para él o ella, teniendo que hacer un desembolso que sacado del presupuesto familiar es enorme y que para la Seguridad Social supondría menor coste que un parto “habitual” e incluso teniendo casi hacer un máster sobre derechos del paciente.
Tampoco me gustaría que una madre cuyos bebés no han llegado a sus brazos deba ser noticia para considerársela madre de esos pequeños. Pues lo es desde el mismo momento en el que en su interior se han gestado y lo será aunque hayan pasado muchos años desde su marcha.
O que sea noticia que las mujeres y las familias necesitamos apoyo emocional en muchos momentos de la maternidad y reconocimiento de nuestras necesidades. Dado que ese apoyo emocional siempre ha existido socialmente y ahora, en los últimos 50 años, es cuando lo hemos perdido junto a muchas otras cosas que han desaparecido con el cambio de nuestra sociedad.
Ni querría volver a ver como noticia la lactancia más allá de los 2 años de edad del pequeño (http://www.telecinco.es/informativos/reporteros/Mama-Quiero-teta_0_1488451971.html), pues es una decisión del niño y la mamá que ninguno de nosotros estamos capacitados o autorizados para cuestionar o entender siquiera y que, por lo tanto, simplemente hemos de respetar.
O que una persona que ha buscado información, ha experimentado y lleva muchos años trabajando en la maternidad como es Rosa Sorribas tenga que salir a explicar al mundo qué es el colecho, para defender el modo de vivir de muchas familias que lo practican y que son criticadas por ello.
Y otras muchas noticias no me gustaría ver, otras muchas cosas me gustaría que no llegaran a mis oídos o a mi vista porque simplemente no sucedan más. Porque el respeto impida que ocurran.
Y tal vez ese sea el único camino: el respeto. Tal vez la única noticia que debería salir una sola vez y luego convertirse en cotidiana es el respeto a los demás. A sus decisiones informadas, a sus opciones, sean o no las que nosotros tomaríamos. El respeto a las maternidades de las demás mujeres, a las paternidades de los demás hombres y a las estructuras de las demás familias, que ni siquiera hemos de comprender, sino solo respetar. Porque a veces, solo a veces, cuando las respetamos de verdad y comenzamos a reflexionar sobre ellas nos damos cuenta de que no son tan distintas de las nuestras. De que todos buscamos lo mismo: ser felices como familia, encajar nuestras piezas y que nuestros hijos estén sanos y felices.
Feliz año del cambio… ¿os sumáis a él?
Beatriz Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad, especializada en duelo.
A Coruña y Madrid.
Correo electrónico: serdoula@gmail.com
Telf: 600218964
http://serdoulas.blogspot.com/
La crianza en brazos
Hace unas semanas se celebró la Semana Internacional de la Crianza en Brazos. Para muchos no fue más que una de esas nuevas celebraciones que se crean para rellenar el calendario. Pero para otros esta semana supone mucho más.
Cuando la gente ve cosas como la celebración de la Semana Internacional de la Crianza en Brazos generalmente piensa en una mamá con un bebé muy pequeño en sus brazos. Es lo primero que viene a la mente de la mayoría de las personas. No suele añadirse mucho más a ese pensamiento. Eso es para muchos la crianza en brazos: cogerles cuando lloran mientras son bebés.
¿Pero en qué consiste de verdad eso de la crianza en brazos? ¿Se trata de llevar a nuestro bebé en brazos? ¿Se trata de protegerle y atenderle desde la más absoluta cercanía? ¿Se hace con los bebés o va más allá? ¿Hace que sean más listos los niños? ¿Más guapos? ¿Más altos? ¿Más “obedientes”?¿De convertirlos en adultos dependientes, como algunos sugieren?
¿Pero en qué consiste de verdad eso de la crianza en brazos? ¿Se trata de llevar a nuestro bebé en brazos? ¿Se trata de protegerle y atenderle desde la más absoluta cercanía? ¿Se hace con los bebés o va más allá? ¿Hace que sean más listos los niños? ¿Más guapos? ¿Más altos? ¿Más “obedientes”?¿De convertirlos en adultos dependientes, como algunos sugieren?
La crianza en brazos
Muchas veces se ha dicho que el bebé humano es el más indefenso de la naturaleza, lo cual no significa que no tengan sus herramientas de supervivencia, sus propios medios. Y uno de ellos (seguramente el más importante para su supervivencia) es el vínculo con la persona que biológicamente está programada y preparada para mantenerle con vida y criarle: mamá.
Mamá nos trae al mundo, mamá nos alimenta, mamá nos protege de los peligros… y ¿desde dónde nos protege? ¿Nos sentiremos más resguardados del mundo desconocido cerca de quien sabemos que nos protege, o a una cierta distancia de ella? Seguramente la respuesta es evidente: cerca. Lo más cerca posible.
Esa es la crianza en brazos. La que permite a nuestro pequeño estar cerca de las personas que en cada momento le dan la confianza y tranquilidad necesarias para que se pueda ocupar de lo que realmente es su única tarea en ese momento: crecer y desarrollarse sano tanto física como emocionalmente. Esa, junto con la consciencia de todo lo que implica llevarles con nosotros, es la base de la crianza en brazos. Darle el sustento necesario a nuestro hijo a todos los niveles para que se desarrolle adecuadamente. Y la cercanía física es una de las partes fundamentales de ese sustento. Una parte imprescindible.
La importancia del contacto
Y mediante ese tacto tan desarrollado, mediante ese contacto con mamá y con el resto del mundo el bebé podrá tener seguridad, adquirir información, experimentar y relacionarse desde el primer día. Así, los bebés que van con sus mamás o papás en portabebés disfrutan de esa seguridad, de ese contacto, de modo constante o con mucha más frecuencia, y son ayudados por una herramienta más en su desarrollo.
Transmitir cariño y seguridad
¿Hasta cuándo?
Cuando llevamos a nuestros bebés y niños con nosotros en portabebés, al menos en nuestra sociedad, lo hacemos por elección habitualmente. Porque elegimos llevarles al comprobar que existen beneficios físicos, emocionales y prácticos que recibiremos tanto nuestro bebé como nosotros mismos y/o porque hay algo (instinto, amor, impulso…) que nos dice que eso es lo que debemos hacer. Pero eso no significa que queramos hacerles más listos, ni más guapos, ni más altos… No, ese no es el objetivo; significa que ellos y nosotros somos más felices así. Significa que disfrutamos ambos. Que cuando una madre o un padre coge a su hijo en brazos no sólo disfruta el pequeño, sino también mamá o papá. Nos hace sentir bien, nos hace sentir unidos, nos hace sentir plenos… nos hace sentir familia.
Beatriz Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad, especializada en duelo.
A Coruña y Madrid.
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Vivir la propia identidad
Muchas más cosas de las que pensamos vienen marcadas por el instinto. Muchas más de las que cualquiera de nosotros podría esperar. E incluso aunque sepamos que la maternidad es uno de los momentos de nuestra vida en los que más sale a flote el instinto, nos seguimos sorprendiendo de ello.
El instinto maternal
Yo pienso que nada más alejado de la realidad. Si sabemos escucharla, la naturaleza nos prepara con un cierto tiempo y con mucha sabiduría para recibir a nuestro bebé. Entonces, ¿cómo podemos creer que nos dejaría en lo alto del rascacielos para permitirnos caer de golpe al suelo desde el que nos ha subido? ¿cómo podemos creer que la naturaleza pretende que nos adaptemos durante esa rápida caída y volvamos al punto de origen sin más?
El instinto cambia
Y así la madre lo está. Lo está aún a costa de sus propias necesidades en muchos casos. Al 100%, de un modo que muchos describirían como abnegado. Y esto, que desde fuera puede parecer un sacrificio, no lo supone para ella. Incluso parece feliz, dejando perplejos a quienes viven la situación desde fuera.
¿Obligación o necesidad?
Pero tenemos que plantearnos… ¿alguien le ha preguntado a esta mujer lo que realmente necesita? Si necesita algo que no tiene en ese momento. ¿O se da por hecho que sus necesidades son las mismas que las de una mujer en otra etapa vital distinta? (y que es, dicho sea de paso, otra mujer diferente).
Vivir las distintas etapas
Habrá mujeres que necesiten arreglarse o dejarse estar, hacer ejercicio o salir a pasear con su bebé, salir con las amigas o ir al parque, leer o disfrutar de una tarde de mimos y caricias con su bebé… pero no hay una norma que diga lo que todas necesitan.
Por eso juzgar lo que una mujer en posparto necesita o no sin preguntarle a ella y sin tener en cuenta que el instinto seguramente la guía en gran medida es caer en un profundísimo error.
Si queremos de verdad saber lo que necesita hemos de preguntarle. Hemos de escucharla y permitir que se escuche a sí misma. Porque cada mujer escucha de un modo diferente su instinto y tiene unas necesidades distintas. Porque cada mujer es única, su bebé también; y también su familia y su modo de vivir esa maternidad y esa familia. Porque cada mujer tiene su propia identidad femenina, su propia identidad como madre.
Beatriz Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad, especializada en duelo.
A Coruña y Madrid.
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7 de Junio: Día Mundial de los Derechos del Nacimiento
Es evidente que el ser humano tiende a querer controlar lo que le rodea. Hay religiones (la mayoría) que le otorgan al hombre como especie el “poder”, la “supremacía” sobre el resto de los seres vivos del planeta. Que le otorgan el derecho y casi el deber de controlarlos y someterlos a ellos y al entorno en el que cohabitan con el ser humano.
Y la especie humana (obediente y cumplidora donde las haya) se ha tomado en serio este cometido. Esta misión divina que se le ha encomendado se ha convertido casi en la motivación de su existencia sean o no creyentes de cualquiera de las religiones que existen en nuestro planeta.
Así hemos tratado de controlar los elementos, la naturaleza, los animales… Manipulando, cambiando lo que no nos gustaba y haciéndolo a nuestra medida con las herramientas que teníamos a nuestro alcance. Desde la religión o la ciencia. Con objetivos más o menos relacionados con nuestro bienestar. Y llegando al punto de crear nuevas razas o especies en nuestro particular teatro en el que parecemos desear el papel protagonista, el del Dios que todo lo puede.
Y la especie humana (obediente y cumplidora donde las haya) se ha tomado en serio este cometido. Esta misión divina que se le ha encomendado se ha convertido casi en la motivación de su existencia sean o no creyentes de cualquiera de las religiones que existen en nuestro planeta.
Así hemos tratado de controlar los elementos, la naturaleza, los animales… Manipulando, cambiando lo que no nos gustaba y haciéndolo a nuestra medida con las herramientas que teníamos a nuestro alcance. Desde la religión o la ciencia. Con objetivos más o menos relacionados con nuestro bienestar. Y llegando al punto de crear nuevas razas o especies en nuestro particular teatro en el que parecemos desear el papel protagonista, el del Dios que todo lo puede.
Vida y muerte bajo control
Desde el embarazo hasta el mismo momento del parto se intenta controlar cada segundo con o sin necesidad de ello. Pero si hay un momento que ha sido manipulado, sometido a todo tipo de cuestionamientos en su esencia y manejado a antojo es el nacimiento.
Las pruebas médicas en el nacimiento
Es evidente que el nacimiento es el trauma por excelencia de la especie humana, el primer choque emocional que vivimos y que se mantiene en el subconsciente de cada uno de nosotros. Su fisiología así lo marca y lo hace por un motivo. En realidad por muchos motivos, casi todos relacionados con nuestra biología y supervivencia como especie. Pero, en nuestro afán por cambiarlo, ¿hemos ayudado a mejorar lo que creíamos que estaba mal o hemos empeorado la situación?
Muchas de las pruebas a las que se somete a un recién nacido sano son cosas impensables para un humano adulto. Nadie en su sano juicio se sometería a semejantes pruebas sin un motivo válido y justificado y, por supuesto, tampoco sin una seguridad en las personas que les somenten a las pruebas (sustentada en una relación profesional, personal o en la confianza depositada en la formación del profesional en cuestión) Sin embargo, nuestros bebés son muchas veces explorados, despojados de su capa protectora y de su olor incluso nada más nacer mientras permanecen alejados de la única persona que les puede aportar seguridad, de la única persona que biológicamente es imprescindible para su supervivencia.
Muchas de las pruebas a las que se somete a un recién nacido sano son cosas impensables para un humano adulto. Nadie en su sano juicio se sometería a semejantes pruebas sin un motivo válido y justificado y, por supuesto, tampoco sin una seguridad en las personas que les somenten a las pruebas (sustentada en una relación profesional, personal o en la confianza depositada en la formación del profesional en cuestión) Sin embargo, nuestros bebés son muchas veces explorados, despojados de su capa protectora y de su olor incluso nada más nacer mientras permanecen alejados de la única persona que les puede aportar seguridad, de la única persona que biológicamente es imprescindible para su supervivencia.
Llegar al mundo
La respuesta es sí. Cada día hay más profesionales que deciden recibir de otro modo a los bebés, dar importancia al modo de nacer de los pequeños y a cómo discurre su encuentro con el mundo exterior en el que, al fin y al cabo, pasarán su vida. Cada día hay más profesionales que luchan porque no se rompa el momento del nacimiento con prisas, protocolos y temporizaciones. Más profesionales que trabajan para que madre y bebé permanezcan en todo momento como deben estar, como la naturaleza les ha preparado para estar: juntos, en contacto permanente para que el bebé pueda desarrollarse adecuadamente con las herramientas que tiene dentro de él yde su madre.
Así profesionales, asociaciones y entidades públicas y privadas de todo el mundo levantan la voz por aquellos que no saben hablar aún para pedir nacimientos más respetuosos, más dignos, más humanos.
Dia mundial de los Derechos del Nacimiento
A través del documental de Nils Bergman “Restaurando el paradigma original”, y gracias a la convocatoria coordinada por la Plataforma Pro Derechos del Nacimiento y El parto es Nuestro con la colaboración de diversas asociaciones y entidades, sabremos más sobre la necesidad del contacto mamá-bebé y la importancia del método madre canguro.
En este enlace tendréis próximamente el folleto con todos los lugares donde nos reuniremos para disfrutar y charlas sobre este maravilloso trabajo del Dr. Nils Bergman.
Porque ellos lo necesitan, porque ellos lo merecen, por un nacimiento digno para todos los niños.
Apoyo social en la pérdida prenatal
Apoyo social en las pérdidas prenatales
¿Nada que “no existió” se puede añorar?¿Nada que “no fue” se puede amar siempre?¿Algo que realmente no hemos visto nos puede enamorar profundamente? La fría lógica nos dice que no podemos amar a alguien a quien no conocemos, a quien no hemos visto, tocado, abrazado, sentido…
Vivimos en una sociedad en la que sólo existe lo que se puede ver o tocar. El resto no es demostrable o no es válido para nosotros. En una sociedad en la que sentir por lo que “no está” se nos dice que es una pérdida de tiempo, en la que hemos de seguir hacia delante sin mirar lo que fue o lo que pudo ser, sin derecho a nuestras emociones. Pero sin derecho no sólo a expresarlas, sino tampoco a que existan dentro de nosotros. Culpabilizándonos por tenerlas…
En esta situación, en esta sociedad en la que todo duelo por la pérdida de un ser querido tiene fecha de caducidad, ¿cómo encajamos la pérdida de un bebé que quizás ni una ecografía nos ha mostrado y del que la única prueba de vida que hemos tenido son las marcas de un test de embarazo y las sensaciones y emociones de una mujer que ha sentido esa vida en su interior?
¿Y qué ocurre cuando esa vida no continúa?¿Qué ocurre cuando ese bebé no llega a los brazos y el pecho de su madre?¿Cómo actúa la sociedad ante esta pérdida?¿Qué apoyo recibe esa madre?¿Ha sido realmente madre en algún momento?
Para comenzar, esta mujer ha tenido dentro una vida, un feto o un cigoto que era el inicio del camino a la vida de un bebé que, por algún motivo, no ha llegado. Pero ha existido sin lugar a dudas. Así que sí, esa mujer ha sido madre. Ha creado su relación con su bebé incluso a veces sin darse cuenta, de modo instintivo. Le ha cuidado, alimentado y amado quizás sin saberlo durante unas semanas preciosas en la vida de ambos, incluso aunque hayan sido pocas. Quizás ha hecho su proyecto mental para su bebé, tomar decisiones para él, hacer planes, imaginar a ese precioso ser que llegaría.
Entonces, si una madre ha perdido a su bebé, ¿cómo apoya nuestra sociedad a esta mujer?
Lo primero es entender que, debido al modo en que nuestra sociedad entiende las relaciones y las emociones, esa mujer no suele ser considerada madre. Se le considera normalmente como una enferma a quien los médicos han curado o deben curar de la enfermedad que supone el bebé que no ha llegado a ser. Y esa consideración es la que recibirá la mujer en la mayor parte de los casos tanto por parte de la sociedad general como por parte del sistema sanitario. Así que, por esta forma de ver esa pérdida como una enfermedad y por lo frecuente que es por desgracia el perder un embarazo, el apoyo es el mismo que se le da a una persona que se opera de anginas, por ejemplo. Y a esas personas no se les da apoyo, sino cuidados físicos durante el ingreso hospitalario y poco más…
Pero, ¿qué pasa cuando ya ha pasado la parte física de la pérdida? Cuando el aborto ya es un hecho consumado; cuando esa mujer recibe el alta o se le confirma que ya “está todo bien” (¿lo está de verdad?) En ese momento ¿qué trato recibe?¿Tiene apoyo social?¿Por qué habría de tenerlo si esto ha sido algo así como curar una enfermedad y ya todo ha pasado?¿Debe estar bien?¿Debe estar ya preparada para intentarlo de nuevo?
Todo esto es lo que hay que plantearse, lo que hemos de preguntarnos respecto a las pérdidas tanto de embarazos tempranos como avanzados y en pérdidas tempranas de bebés. Porque no nos podemos permitir una sociedad en la que la bandera sea el “no ha pasado nada”, el “vuelve a intentarlo”, el “ya tendrás otros hijos”… Porque sí, quizás esa mujer tenga otros hijos, pero serán otros y no el que ya ha tenido dentro. Así que ese pequeño que ha estado dentro de ella, que ha vivido dentro de su mamá hay que darle el espacio que merece. No esconderlo, no eliminarlo de la memoria y mirar para otro lado, sino reconocer que ha estado con nosotros de algún modo, que habíamos pensado en él, quizás le habíamos imaginado, seguramente le habíamos hablado y no puede desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. No podemos negarle la existencia y tampoco debemos permitir que la sociedad se la niegue.
Eso no significa vivir en el dolor permanente, sino reconocer esa relación, ese amor que se había iniciado hacia nuestro bebé. Convertirlo en un tipo de amor distinto, que no espere un encuentro físico, una caricia o una mirada de cariño y complicidad. Y hacer que la sociedad entienda que ha existido.
Vivimos en una sociedad en la que sólo existe lo que se puede ver o tocar. El resto no es demostrable o no es válido para nosotros. En una sociedad en la que sentir por lo que “no está” se nos dice que es una pérdida de tiempo, en la que hemos de seguir hacia delante sin mirar lo que fue o lo que pudo ser, sin derecho a nuestras emociones. Pero sin derecho no sólo a expresarlas, sino tampoco a que existan dentro de nosotros. Culpabilizándonos por tenerlas…
En esta situación, en esta sociedad en la que todo duelo por la pérdida de un ser querido tiene fecha de caducidad, ¿cómo encajamos la pérdida de un bebé que quizás ni una ecografía nos ha mostrado y del que la única prueba de vida que hemos tenido son las marcas de un test de embarazo y las sensaciones y emociones de una mujer que ha sentido esa vida en su interior?
¿Y qué ocurre cuando esa vida no continúa?¿Qué ocurre cuando ese bebé no llega a los brazos y el pecho de su madre?¿Cómo actúa la sociedad ante esta pérdida?¿Qué apoyo recibe esa madre?¿Ha sido realmente madre en algún momento?
Para comenzar, esta mujer ha tenido dentro una vida, un feto o un cigoto que era el inicio del camino a la vida de un bebé que, por algún motivo, no ha llegado. Pero ha existido sin lugar a dudas. Así que sí, esa mujer ha sido madre. Ha creado su relación con su bebé incluso a veces sin darse cuenta, de modo instintivo. Le ha cuidado, alimentado y amado quizás sin saberlo durante unas semanas preciosas en la vida de ambos, incluso aunque hayan sido pocas. Quizás ha hecho su proyecto mental para su bebé, tomar decisiones para él, hacer planes, imaginar a ese precioso ser que llegaría.
Entonces, si una madre ha perdido a su bebé, ¿cómo apoya nuestra sociedad a esta mujer?
Lo primero es entender que, debido al modo en que nuestra sociedad entiende las relaciones y las emociones, esa mujer no suele ser considerada madre. Se le considera normalmente como una enferma a quien los médicos han curado o deben curar de la enfermedad que supone el bebé que no ha llegado a ser. Y esa consideración es la que recibirá la mujer en la mayor parte de los casos tanto por parte de la sociedad general como por parte del sistema sanitario. Así que, por esta forma de ver esa pérdida como una enfermedad y por lo frecuente que es por desgracia el perder un embarazo, el apoyo es el mismo que se le da a una persona que se opera de anginas, por ejemplo. Y a esas personas no se les da apoyo, sino cuidados físicos durante el ingreso hospitalario y poco más…
Pero, ¿qué pasa cuando ya ha pasado la parte física de la pérdida? Cuando el aborto ya es un hecho consumado; cuando esa mujer recibe el alta o se le confirma que ya “está todo bien” (¿lo está de verdad?) En ese momento ¿qué trato recibe?¿Tiene apoyo social?¿Por qué habría de tenerlo si esto ha sido algo así como curar una enfermedad y ya todo ha pasado?¿Debe estar bien?¿Debe estar ya preparada para intentarlo de nuevo?
Todo esto es lo que hay que plantearse, lo que hemos de preguntarnos respecto a las pérdidas tanto de embarazos tempranos como avanzados y en pérdidas tempranas de bebés. Porque no nos podemos permitir una sociedad en la que la bandera sea el “no ha pasado nada”, el “vuelve a intentarlo”, el “ya tendrás otros hijos”… Porque sí, quizás esa mujer tenga otros hijos, pero serán otros y no el que ya ha tenido dentro. Así que ese pequeño que ha estado dentro de ella, que ha vivido dentro de su mamá hay que darle el espacio que merece. No esconderlo, no eliminarlo de la memoria y mirar para otro lado, sino reconocer que ha estado con nosotros de algún modo, que habíamos pensado en él, quizás le habíamos imaginado, seguramente le habíamos hablado y no puede desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. No podemos negarle la existencia y tampoco debemos permitir que la sociedad se la niegue.
Eso no significa vivir en el dolor permanente, sino reconocer esa relación, ese amor que se había iniciado hacia nuestro bebé. Convertirlo en un tipo de amor distinto, que no espere un encuentro físico, una caricia o una mirada de cariño y complicidad. Y hacer que la sociedad entienda que ha existido.
Beatriz Fernández
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Un pequeño paso
Cuando nos preguntan qué somos las Doulas solemos decir que somos “acompañantes en la maternidad”. Es una definición breve, concreta. Quizás demasiado para algo que abarca tantas partes, que tiene tantas lecturas.
Un pequeño, pequeñísimo paso. Eso somos las Doulas. Un pequeño paso hacia el reconocimiento de la libertad de la mujer, hacia el reconocimiento y tratamiento de la maternidad como un proceso vital que requiere una atención distinta, personalizada en cada caso. Un pequeño paso hacia el reconocimiento de la importancia de esa experiencia vital.
Pero ¿por qué aparecemos ahora las Doulas? La realidad es que las Doulas, con diferentes nombres, siempre hemos estado. Las mujeres siempre han parido en compañía de otras mujeres que las apoyaban y ayudaban. Que en algunos casos las ayudaban a traer al mundo a sus hijos y en otros las contenían, estaban con ellas, las escuchaban y atendían sus necesidades sin intervenir en el parto. Estas últimas eran las mujeres que tenían el papel de lo que actualmente llamamos Doula.
Habitualmente las acompañantes eran personas de confianza de la madre: su propia madre, abuela, hermanas, primas, amigas o vecinas… Durante el embarazo ya había conversaciones, confesiones, una relación de confianza que le daba a la mujer tranquilidad, que le aportaba experiencias de esas mujeres que le rodeaban, le daban sabiduría y la preparaban para su maternidad. Y también para su parto.
Pero actualmente, por diversas causas, estos núcleos femeninos han desaparecido prácticamente. Los partos, en su gran mayoría, se han trasladado a los centros hospitalarios, donde se suele permitir un acompañante que, normalmente, es el padre del bebé.
Ya no existe esa presencia femenina. Y eso es lo que somos las Doulas: la respuesta, la solución a una necesidad que las mujeres están planteando. La compañía que las escucha, las atiende, las apoya en sus decisiones, les aporta la seguridad necesaria para que sean realmente libres y conscientes para tomar esas decisiones. La compañía amorosa que está durante todo el proceso de la maternidad.
Pero el proceso de la maternidad es amplio. Realmente comienza cuando una mujer decide que será madre. Cuando toma la decisión de tener un hijo. Desde ahí, en todo ese camino, estamos a su lado cuando nos necesita. Tanto en la etapa preconcepcional como en el embarazo, parto, posparto… También estamos en los tratamientos de fertilidad y en las adopciones porque son procesos de maternidad. Y en los duelos por la pérdida de un embarazo que se está iniciando o de uno avanzado, o de un bebé. Porque en todos esos momentos la mujer puede necesitarnos, porque en todos ellos se desarrollan emociones, sentimientos y se tienen vivencias que están vinculadas a la maternidad, que pertenecen a ese momento vital tan importante.
Somos una respuesta a una necesidad, como decíamos antes, y por ello somos un pasito hacia la libertad de la mujer. Porque respetar sus necesidades es reconocerles su libertad en cierto modo.
Beatriz Fernández
Doula co-creadora de Ser Doulas
http://serdoulas.blogspot.com
Un pequeño, pequeñísimo paso. Eso somos las Doulas. Un pequeño paso hacia el reconocimiento de la libertad de la mujer, hacia el reconocimiento y tratamiento de la maternidad como un proceso vital que requiere una atención distinta, personalizada en cada caso. Un pequeño paso hacia el reconocimiento de la importancia de esa experiencia vital.
Pero ¿por qué aparecemos ahora las Doulas? La realidad es que las Doulas, con diferentes nombres, siempre hemos estado. Las mujeres siempre han parido en compañía de otras mujeres que las apoyaban y ayudaban. Que en algunos casos las ayudaban a traer al mundo a sus hijos y en otros las contenían, estaban con ellas, las escuchaban y atendían sus necesidades sin intervenir en el parto. Estas últimas eran las mujeres que tenían el papel de lo que actualmente llamamos Doula.
Habitualmente las acompañantes eran personas de confianza de la madre: su propia madre, abuela, hermanas, primas, amigas o vecinas… Durante el embarazo ya había conversaciones, confesiones, una relación de confianza que le daba a la mujer tranquilidad, que le aportaba experiencias de esas mujeres que le rodeaban, le daban sabiduría y la preparaban para su maternidad. Y también para su parto.
Pero actualmente, por diversas causas, estos núcleos femeninos han desaparecido prácticamente. Los partos, en su gran mayoría, se han trasladado a los centros hospitalarios, donde se suele permitir un acompañante que, normalmente, es el padre del bebé.
Ya no existe esa presencia femenina. Y eso es lo que somos las Doulas: la respuesta, la solución a una necesidad que las mujeres están planteando. La compañía que las escucha, las atiende, las apoya en sus decisiones, les aporta la seguridad necesaria para que sean realmente libres y conscientes para tomar esas decisiones. La compañía amorosa que está durante todo el proceso de la maternidad.
Pero el proceso de la maternidad es amplio. Realmente comienza cuando una mujer decide que será madre. Cuando toma la decisión de tener un hijo. Desde ahí, en todo ese camino, estamos a su lado cuando nos necesita. Tanto en la etapa preconcepcional como en el embarazo, parto, posparto… También estamos en los tratamientos de fertilidad y en las adopciones porque son procesos de maternidad. Y en los duelos por la pérdida de un embarazo que se está iniciando o de uno avanzado, o de un bebé. Porque en todos esos momentos la mujer puede necesitarnos, porque en todos ellos se desarrollan emociones, sentimientos y se tienen vivencias que están vinculadas a la maternidad, que pertenecen a ese momento vital tan importante.
Somos una respuesta a una necesidad, como decíamos antes, y por ello somos un pasito hacia la libertad de la mujer. Porque respetar sus necesidades es reconocerles su libertad en cierto modo.
Beatriz Fernández
Doula co-creadora de Ser Doulas
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Deseos para el año nuevo
Dentro de muy poco estaremos brindando por el inicio del nuevo año, expresando nuestros deseos de prosperidad, salud y felicidad para todos. Y despidiendo al año que ya casi nos ha entregado todo lo que tenía.
Este suele ser un momento de propósitos para el año nuevo: dejaré de fumar, haré más deporte, bajaré esos kilos que me incordian, iniciaré una nueva etapa laboral, volveré a estudiar… Esos suelen ser los más escuchados. Y estos propósitos son maravillosos si sirven para que nos sintamos mejor y demos un paso más hacia esa realización que todos buscamos de algún modo. Está claro que individuos plenos y realizados hacen una sociedad mejor, ¿verdad?
Por supuesto yo tengo mi propia lista de propósitos y deseos para el nuevo año. Tengo mi lista íntima y, claro está, otra más que tiene más que ver con la sociedad en la que vivimos.
Creo firmemente que, las mujeres sobre todo y especialmente las que somos madres o son llamadas por la maternidad, hemos de incluir en nuestras listas ciertas cosas que deberíamos pedir al nuevo año para poder mejorar nuestra sociedad y, concretamente, desde el punto de vista de la maternidad.
Yo os puedo detallar la mía. Mi lista de deseos/propósitos para todas las madres y bebés en el nuevo año:
Este suele ser un momento de propósitos para el año nuevo: dejaré de fumar, haré más deporte, bajaré esos kilos que me incordian, iniciaré una nueva etapa laboral, volveré a estudiar… Esos suelen ser los más escuchados. Y estos propósitos son maravillosos si sirven para que nos sintamos mejor y demos un paso más hacia esa realización que todos buscamos de algún modo. Está claro que individuos plenos y realizados hacen una sociedad mejor, ¿verdad?
Por supuesto yo tengo mi propia lista de propósitos y deseos para el nuevo año. Tengo mi lista íntima y, claro está, otra más que tiene más que ver con la sociedad en la que vivimos.
Creo firmemente que, las mujeres sobre todo y especialmente las que somos madres o son llamadas por la maternidad, hemos de incluir en nuestras listas ciertas cosas que deberíamos pedir al nuevo año para poder mejorar nuestra sociedad y, concretamente, desde el punto de vista de la maternidad.
Yo os puedo detallar la mía. Mi lista de deseos/propósitos para todas las madres y bebés en el nuevo año:
- Utilización de episiotomías sólo en caso necesario.
- Inmovilización de las mujeres de parto sólo cuando sea preciso.
- Permitir a cada mujer el manejo de su parto con el acompañante que elija en todo momento.
- Realización de inducciones exclusivamente por motivos médicos e información completa sobre los posibles efectos de dichas inducciones tanto en la madre como en el bebé y en el desarrollo del parto.
- Información completa, veraz y respaldada en la evidencia científica a disposición de las mujeres y familias sobre cada etapa de la maternidad.
- Información veraz y apoyo a la lactancia materna en todos los centros hospitalarios.
- Evitar la separación bebé-mamá para la realización de las pruebas médicas que se puedan hacer con el bebé en el pecho de su madre.
- Información al padre y la madre sobre cada intervención, administración de medicamento o protocolo que se vaya a aplicar al bebé en todo momento para que puedan decidir sobre él.
- Aplicación de anestesia epidural a petición de la mujer de parto y tras una información personalizada y completa sobre su uso y posibles efectos secundarios.
- Respeto y apoyo a las decisiones de las mujeres durante su maternidad, siempre que las mismas no comprometan su salud o la de su bebé, vayan estas decisiones a favor o en contra de lo que el profesional del ramo que sea opine.
Se me quedan cosas en el tintero seguro, pero en realidad casi todo lo que he expresado es un deseo compartido por muchas mujeres y hombres: profesionales de la sanidad y de profesionales relacionados con la maternidad y usuarias/os.
Todo esto que he expresado está más o menos recogido por el propio ministerio de sanidad en la estrategia de atención al parto normal, así como por los planes de atención a la maternidad de diversas comunidades autónomas y protocolos de algunos hospitales y las recomendaciones de la OMS respecto al embarazo, parto y lactancia. Y, por supuesto, también por las leyes que recogen los derechos de los pacientes en la sanidad española y las declaraciones internacionales respecto a derechos de los niños.
De modo que todo esto que muchas personas más y yo deseamos que ocurra en el nuevo año; todo esto por lo que luchamos muchísimas mujeres y hombres, profesionales o no, cada día no es más que pedir, luchar y exigir que se cumplan las leyes que defienden nuestros derechos fundamentales y las estrategias y recomendaciones que, basadas en hechos científicos, llevan promoviendo una maternidad más respetada desde hace años.
No sé si este será el año en el que de verdad aceleremos en el camino a esta maternidad respetada. Pero sé que es un propósito compartido con muchas personas, que este camino comienza a estar muy poblado y que muchos, muchísimos, trabajamos cada día para que tome forma, avance y lleguen sus beneficios a las futuras madres y sus bebés.
Sí, a los bebés también. Porque la primera vivencia de un bebé en el mundo exterior, donde pasará el resto de su vida, es el nacimiento. Y ese nacimiento siempre será el acontecimiento más importante de su existencia hasta que su vida llegue al final ¿Acaso no se merece todo el respeto y amor que seamos capaces de darle?
Yo creo que sí. Creo firmemente que debe estar entre nuestros propósitos lograr nacimientos más respetados para tener una sociedad más respetuosa y feliz.
Feliz año nuevo a todos. Feliz nacimiento, pequeños.
Todo esto que he expresado está más o menos recogido por el propio ministerio de sanidad en la estrategia de atención al parto normal, así como por los planes de atención a la maternidad de diversas comunidades autónomas y protocolos de algunos hospitales y las recomendaciones de la OMS respecto al embarazo, parto y lactancia. Y, por supuesto, también por las leyes que recogen los derechos de los pacientes en la sanidad española y las declaraciones internacionales respecto a derechos de los niños.
De modo que todo esto que muchas personas más y yo deseamos que ocurra en el nuevo año; todo esto por lo que luchamos muchísimas mujeres y hombres, profesionales o no, cada día no es más que pedir, luchar y exigir que se cumplan las leyes que defienden nuestros derechos fundamentales y las estrategias y recomendaciones que, basadas en hechos científicos, llevan promoviendo una maternidad más respetada desde hace años.
No sé si este será el año en el que de verdad aceleremos en el camino a esta maternidad respetada. Pero sé que es un propósito compartido con muchas personas, que este camino comienza a estar muy poblado y que muchos, muchísimos, trabajamos cada día para que tome forma, avance y lleguen sus beneficios a las futuras madres y sus bebés.
Sí, a los bebés también. Porque la primera vivencia de un bebé en el mundo exterior, donde pasará el resto de su vida, es el nacimiento. Y ese nacimiento siempre será el acontecimiento más importante de su existencia hasta que su vida llegue al final ¿Acaso no se merece todo el respeto y amor que seamos capaces de darle?
Yo creo que sí. Creo firmemente que debe estar entre nuestros propósitos lograr nacimientos más respetados para tener una sociedad más respetuosa y feliz.
Feliz año nuevo a todos. Feliz nacimiento, pequeños.
Paradojas
Paradojas
Comenzamos el nuevo año y ahora que el final del cheque-bebé ha dejado de ser noticia, cuando los medios de comunicación han dejado de incluir en sus sumarios que las mujeres querían adelantar sus partos para cobrar esos 2500€, es cuando nosotras queremos hablar de esta cuestión.
Durante la segunda quincena del mes de Diciembre, principalmente, se ha estado dando vueltas y vueltas a la noticia de si algunas mujeres embarazadas buscaban el modo de adelantar sus partos para cobrar la famosa ayuda. Esto era así. Es algo innegable. En algunos casos por la fría tenaza de la carencia económica y en otros por la mera falta de información o la mala información recibida, un número no escaso de mujeres efectivamente buscó de diversos modos que la llegada de sus bebés sucediera antes del final de 2010. Se veían preguntas en los foros, se escuchaban peticiones de cita para cesárea en las consultas de los ginecólogos, las preguntas "inocentes" caían en las mesas de los profesionales sanitarios y de todos los que nos dedicamos a la maternidad. Y, por supuesto, las consultas al "doctor Google" abundaban.
Todo el mundo lo negaba, pero sólo había que querer ver la realidad. Todos apuntaban como "culpables" a las mujeres embarazadas, señalándolas con el dedo como irresponsables, como personas que vendían su salud y la de su bebé por un puñado de euros. Pero realmente el problema es otro, mucho más profundo.
El problema es que se nos ha vendido la cesárea como una forma "normal" de dar a luz, cuando es una operación quirúrgica que sólo debería ser realizada en caso de necesidad real basada en pruebas diagnósticas del bebé o la madre. El problema es que se nos han vendido los partos inducidos como si fueran partos normales, naturales. Como si el hecho de que nuestro parto lo dirijan hormonas sintéticas no influyera en el mismo ni en la lactancia o en el posparto. El problema es que se admite (acogiéndose a la Ley de Autonomía del Paciente) que una mujer decida que precisa una operación de cirugía mayor para que su hijo llegue al mundo aunque no haya razones médicas que lo justifiquen. Esa mujer, si supiera la influencia de dicha decisión tanto en su estado como en el de su bebé, seguramente pensaría mil veces más esa decisión y tal vez trataría de buscar otras opciones que le ayudaran a resolver el problema que le lleva a decidir una cesárea electiva. Pero no lo sabe en la mayor parte de los casos. Y la cesárea se considera normal porque: "se hace todos los días". Así que... ¿por qué no?
Afortunadamente, cada vez la información es más accesible para todas las mujeres y/o parejas que deciden tener un bebé.
Lo que realmente parece paradójico en nuestro sistema sanitario es que esa mujer puede decidir someterse a una operación sin necesidad médica demostrada, pero una mujer que desea un parto de baja intervención, que debería estar amparada por la misma Ley ha de recorrer en muchos casos distancias de más de 200 kms para que sus deseos sean respetados.
¿Esto lo negaremos como hemos hecho con las peticiones de inducción y cesáreas del mes de Diciembre? No, no podemos negarlo. Conocemos casos en los que se han recorrido más de 950 kms en nuestro país para obtener un parto respetado. Y no son pocos. Por eso creo que hemos de preguntarnos por qué esta paradoja ¿Por qué una mujer que decide una cesárea sin explicar motivos está amparada por el sistema acogiéndose a la libertad de decisión y otra que lo único que quiere es que sólo se intervenga en caso necesario y con los medios necesarios ha de hacer "turismo obstétrico"?
Realmente es muy triste la situación. Ver como una mujer ha de irse sola o con su pareja, un/a amigo/a, un/a familiar o su doula fuera de su entorno, a un lugar distante de todo su apoyo social; buscar alojamiento en algunos casos a la espera del parto, costear ese alojamiento y la manutención, así como el viaje. Costear incluso en algunos casos el propio parto de su bolsillo porque no está cubierto por la Seguridad Social... sólo porque nuestro sistema no reconoce su derecho a tener un parto respetado no reconoce la igualdad existente entre la capacidad de decisión de la mujer de la cesárea y la de la mujer del parto respetado. Y no sólo el sistema, sino en muchos casos la sociedad es quien no la reconoce.
Hay esperanza, es cierto. Cada día muchos profesionales dedicados a la maternidad trabajamos desde dentro y desde fuera del sistema sanitario para que éste cambie. Cada vez hay más información y es más accesible. No es fácil, pero los cambios se van produciendo. Cada vez son más los hospitales respetuosos ¿Pero realmente a alguien le parece normal que una mujer tenga que peregrinar para dar a luz sin que tenga que pasar por intervenciones innecesarias y que, además, cuestan dinero al sistema sanitario que todos mantenemos?
Una cosa más para todos los que consideran que el parto respetado es un "capricho caro" que han de costearse las mujeres (opinión que leí no hace mucho en la red): el coste medio para la sanidad de un parto "normal" sin complicaciones ronda los 1500€ (menos, si el parto es respetado y con las intervenciones estrictamente necesarias) y el coste medio de una cesárea sin complicaciones posteriores está cerca de los 3000€. Otra paradoja más para la lista.
Durante la segunda quincena del mes de Diciembre, principalmente, se ha estado dando vueltas y vueltas a la noticia de si algunas mujeres embarazadas buscaban el modo de adelantar sus partos para cobrar la famosa ayuda. Esto era así. Es algo innegable. En algunos casos por la fría tenaza de la carencia económica y en otros por la mera falta de información o la mala información recibida, un número no escaso de mujeres efectivamente buscó de diversos modos que la llegada de sus bebés sucediera antes del final de 2010. Se veían preguntas en los foros, se escuchaban peticiones de cita para cesárea en las consultas de los ginecólogos, las preguntas "inocentes" caían en las mesas de los profesionales sanitarios y de todos los que nos dedicamos a la maternidad. Y, por supuesto, las consultas al "doctor Google" abundaban.
Todo el mundo lo negaba, pero sólo había que querer ver la realidad. Todos apuntaban como "culpables" a las mujeres embarazadas, señalándolas con el dedo como irresponsables, como personas que vendían su salud y la de su bebé por un puñado de euros. Pero realmente el problema es otro, mucho más profundo.
El problema es que se nos ha vendido la cesárea como una forma "normal" de dar a luz, cuando es una operación quirúrgica que sólo debería ser realizada en caso de necesidad real basada en pruebas diagnósticas del bebé o la madre. El problema es que se nos han vendido los partos inducidos como si fueran partos normales, naturales. Como si el hecho de que nuestro parto lo dirijan hormonas sintéticas no influyera en el mismo ni en la lactancia o en el posparto. El problema es que se admite (acogiéndose a la Ley de Autonomía del Paciente) que una mujer decida que precisa una operación de cirugía mayor para que su hijo llegue al mundo aunque no haya razones médicas que lo justifiquen. Esa mujer, si supiera la influencia de dicha decisión tanto en su estado como en el de su bebé, seguramente pensaría mil veces más esa decisión y tal vez trataría de buscar otras opciones que le ayudaran a resolver el problema que le lleva a decidir una cesárea electiva. Pero no lo sabe en la mayor parte de los casos. Y la cesárea se considera normal porque: "se hace todos los días". Así que... ¿por qué no?
Afortunadamente, cada vez la información es más accesible para todas las mujeres y/o parejas que deciden tener un bebé.
Lo que realmente parece paradójico en nuestro sistema sanitario es que esa mujer puede decidir someterse a una operación sin necesidad médica demostrada, pero una mujer que desea un parto de baja intervención, que debería estar amparada por la misma Ley ha de recorrer en muchos casos distancias de más de 200 kms para que sus deseos sean respetados.
¿Esto lo negaremos como hemos hecho con las peticiones de inducción y cesáreas del mes de Diciembre? No, no podemos negarlo. Conocemos casos en los que se han recorrido más de 950 kms en nuestro país para obtener un parto respetado. Y no son pocos. Por eso creo que hemos de preguntarnos por qué esta paradoja ¿Por qué una mujer que decide una cesárea sin explicar motivos está amparada por el sistema acogiéndose a la libertad de decisión y otra que lo único que quiere es que sólo se intervenga en caso necesario y con los medios necesarios ha de hacer "turismo obstétrico"?
Realmente es muy triste la situación. Ver como una mujer ha de irse sola o con su pareja, un/a amigo/a, un/a familiar o su doula fuera de su entorno, a un lugar distante de todo su apoyo social; buscar alojamiento en algunos casos a la espera del parto, costear ese alojamiento y la manutención, así como el viaje. Costear incluso en algunos casos el propio parto de su bolsillo porque no está cubierto por la Seguridad Social... sólo porque nuestro sistema no reconoce su derecho a tener un parto respetado no reconoce la igualdad existente entre la capacidad de decisión de la mujer de la cesárea y la de la mujer del parto respetado. Y no sólo el sistema, sino en muchos casos la sociedad es quien no la reconoce.
Hay esperanza, es cierto. Cada día muchos profesionales dedicados a la maternidad trabajamos desde dentro y desde fuera del sistema sanitario para que éste cambie. Cada vez hay más información y es más accesible. No es fácil, pero los cambios se van produciendo. Cada vez son más los hospitales respetuosos ¿Pero realmente a alguien le parece normal que una mujer tenga que peregrinar para dar a luz sin que tenga que pasar por intervenciones innecesarias y que, además, cuestan dinero al sistema sanitario que todos mantenemos?
Una cosa más para todos los que consideran que el parto respetado es un "capricho caro" que han de costearse las mujeres (opinión que leí no hace mucho en la red): el coste medio para la sanidad de un parto "normal" sin complicaciones ronda los 1500€ (menos, si el parto es respetado y con las intervenciones estrictamente necesarias) y el coste medio de una cesárea sin complicaciones posteriores está cerca de los 3000€. Otra paradoja más para la lista.
Beatriz Fernández
http://serdoulas.blogspot.com/
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